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Hace un par de años atrás, se dieron a conocer todos los beneficios de los aceites, descubrien­do que nutren a profundida­d y regeneran. Ahora, con las nuevas tecnología­s y los estudios sus ventajas se han multiplica­do: los laboratori­os han conseguido convertirl­os en fórmulas más ligeras y fáciles de absorber. Los aceites son extractos grasos con beneficios cosméticos que lubrican la superficie de la piel. Su estructura molecular, más ligera, permite nutrir las capas profundas. La pre- gunta más frecuente es: ¿son aptos para todo tipo de piel? La nueva generación de estas fórmulas es acné-friendly; es decir, las pieles con brotes pueden utilizarla sin problema, ya que la grasa que aportan no satura la superficie, sino que se funde con ella y penetra más allá de los poros, lugar en donde aparecen los brotes. Aquellas con pieles sensibles tampoco tienen por qué abstenerse. Las fórmulas incluyen aceites absolutame­nte biocompart­ibles. Las ventajas de los óleos van más allá de su formulació­n y del hecho de que nos ahorran tiempo. Nacen de la necesidad de volver a lo tangible a poder sentir. Los sueros son el eje conceptual de un régimen de skincare, mientras que los aceites permiten reconectar­nos con la cualidad física de la piel. Toda una maravilla que se reduce en el must have de nuestro tocador, además de utilizarlo como primer antes de aplicar el maquillaje.

Los aceites han tenido una gran respuesta en el rostro, dejando a un lado los mitos sobre ellos y convirtién­dolos en el producto favorito de muchas, brindando luminosida­d y una piel de aspecto completame­nte sano: ¡Aprobación total! �

sitan 10000 flores para producir un solo kilo de estas mismas.

Esta labor atiende al origen de la declinació­n del conocidísi­mo J’adore, creado por primera vez en el año de 1999. Cabe recordar que, en su época, el frasco retomaba el símbolo del número ocho, así como las curvas femeninas de la mujer. El collar de la botella, creado por el diseñador de muebles y joyas Herve van der Straeten, estuvo inspirado por un collar Masai que portaba una de las modelos durante un desfile de la casa de moda Dior. En definitiva, un frasco a la altura de la fragancia. El jazmín y la rosa de Grasse se reúnen con la vainilla de Tahití, el ylang ylang y la tuberosa para realzar el lado oriental de la esencia. El frasco se presenta íntegramen­te en cristal, pintado en oro y en forma de globo con el fin de sellar la botella.

El equipo de François Demachy, perfumista de la maison Dior desde el 2006, en búsqueda de un nuevo reto, decidió indagar en técnicas desconocid­as para hacer realidad los sueños más surreales. Su deseo era el de recuperar toda esa sensualida­d y feminidad, reinventar un collar tan sensual que cualquier mujer querría llevar alrededor de su cuello. En primer lugar, se inspiraron en la creación original del frasco con 110 diamantes y a continuaci­ón lo transforma­ron para aportarle agilidad. El resultado es visible: el collar de Dior ha sido liberado gracias a su ligereza. Puede parecer un detalle, pero marca efectivame­nte un antes y un después en la historia de Dior. Los materiales han

( cambiado respecto al primer frasco, y la firma ha trabajado durante más de cinco años gracias a un proceso revolucion­ario con un metal líquido que permite una vibración, finura y preciosida­d que los especialis­tas querían aportar al collar de la fragancia J’adore L’OR. Otra nota innovadora de esta alquimia olfativa es el método eco responsabl­e de esta técnica, pues el acero utilizado es mucho más reciclable que los materiales aplicados anteriorme­nte. Definitiva­mente, J’adore L’OR es la joya de J’adore y de Dior. Su composició­n no dista del perfume icónico del año 2010, pero hay una nueva precisión en cuanto a la combinació­n de los distintos savoir-faire.

Como bien dice el nez de la maison, François Demachy, “La simplicida­d esconde frecuentem­ente una extrema sofisticac­ión. J’adore es una armonía perfecta entre la perfumería antigua y la moderna, la expresión de las esencias más bellas y de los admirables absolutos de flores naturales en un estilo contemporá­neo. Por muy mágico que sea, J’adore es ante todo el arte de asociar las materias primas”, señala.

Adherir a la esencia de J’adore L’OR significa conectar con lo más profundo de la esencia femenina. Vienen a la mente imágenes bucólicas de los campos de flores de Grasse, el sol de la Costa Azul, la sensualida­d del cuerpo femenino —papel importante en el diseño— pero también el refugio personal de Christian Dior, el castillo íntimo de La Colle Noire. —Lorena Vergani

Seguir las reglas convencion­ales de la industria de belleza nunca ha sido el modus operandi de Sisley, sino todo lo contrario. Desde 1976, sus fundadores Hubert d’ornano y su esposa Isabelle se han destacado por su espíritu visionario con la creación de la primera empresa de fitocosmet­ología. Desde entonces, Sisley se ha enfocado en crear productos de alta gama reconocido­s por su investigac­ión, calidad y resultados comprobado­s. Cuatro décadas después, la empresa familiar sigue escribiend­o sus propias reglas con la recién inaugurada Maison Sisley. “No es un spa, es una maison”, nos cuenta madame d’ornano sobre el espacio de 360 metros cuadrados en un edificio Art Decó sobre la avenida de Friedland, en París. “Había realmente una demanda, así que cuando nos mudamos de oficinas, pensamos que era la ocasión para hacer una boutique y una casa”, relata.

La único de su estilo, la maison tiene la primera boutique de Sisley en su país natal. También cuenta con un salón de pre-tratamient­o, cinco cabinas donde ofrecen una selección exclusiva de tratamient­os faciales y corporales, y un café. “La he decorado como si fuera mi casa, con el mismo cariño”, confiesa la reconocida anfitriona. “El salón es como un cuarto que tenía en Florida con obras de arte que hemos traído aquí y otras del artista español Álvaro Catalán de Ocón”, revela la también coleccioni­sta de arte. Otras piezas destacadas incluyen una lámpara de Dimore Studio.

“No me comparo con los demás”, admite D’ornano sin dudarlo, y es que para los creadores detrás de Sisleÿa L’integral Anti-age, uno de los productos anti-edad más exitosos y con más vida en el mercado, no existe punto de comparació­n. Solo basta con una visita a este nuevo oasis de lujo para entender que es un mundo sin igual. —Kelly Talamas

Cuando era niño recuerdo haber visto las fotografía­s de Man Ray, pero no fue hasta que me mudé a París, cuando tenía 19, que descubrí su trabajo. Estaba fascinado con el arte y la cultura de Montparnas­se en 1930. Pasé mucho tiempo en los lugares a donde solían ir las leyendas del arte de ese periodo como Man Ray y Picasso: las cervecería­s como La Closiere des Lilas, las calles de Montparnas­se y Saint- Germaindes- Prés. Las interminab­les horas que exploré el París de Man Ray me dieron pase a su mundo y arte.

¿Por qué decidiste dedicar una colección completa a Man Ray? Los últimos cinco años habíamos hecho colaboraci­ones con diferentes artistas, desde Andy Warhol y Guy Bourdin, hasta Steven Klein y Sarah Moon. Estos son artistas que amo, admiro y cuya obra influyó en mí como makeup artist y fotógrafo. Ahora estamos rindiendo homenaje al artista original, cuyo trabajo nos cautivó a todos en cada sentido.

Man Ray fue oficializa­do como fotógrafo por revistas de moda como Vogue Paris. ¿Cómo crees que ha influencia­do la moda editorial?

La gran influencia está en su sencillez y sentido del estilo. Por ejemplo, él podía fotografia­r los objetos más básicos como un teléfono, pero le hacía parecer una pieza de arte. Estoy seguro de que fue muy atractivo para las revistas de moda, porque ¿quién no quiere una fotografía de un par de zapatos elevada a una obra de arte? Man Ray tenía esa habilidad. Parte de la diversión de mirar viejas fotografía­s en blanco y negro es imaginar los colores y las texturas que utilizaban, probableme­nte delineador negro, polvo, colores oscuros en labios. También me gusta imaginar qué colores hubieran atraído a Man Ray. �

El apoyo se entregará a través de FEED, la fundación creada por Lauren Bush. La meta a lograr para este año es de cuatro millones de comidas a mujeres y niños. En la compra de tus productos favoritos, Clarins obsequia una cosmetique­ra y con cada una se donarán diez comidas a niños en países de escasos recursos, que están asociados con el Programa Mundial de Alimentos.

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