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Entrega sin límites

Es Margot Robbie, pero le regala voz y mente a cada uno de sus personajes

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Más de dos décadas han pasado desde aquel Campeonato Mundial de patinaje que polarizó la atención del mundo. ¿La razón? Una aberrante confrontac­ión entre dos divas del hielo en Estados Unidos. De una parte, la dulce y perfectame­nte edulcorada all American Girl, Nancy Kerrigan; del otro, la ruda, irreflexiv­a y capaz de planear un ataque contra su rival, Tonya Harding. Ahora, una actriz de 27 años, que tenía solo cuatro años cuando sucedió todo aquello, ha llevado a la pantalla cinematogr­áfica a la “chica mala”, y pudiera deberle al personaje un espacio de gloria en la temporada de premios: Margot Robbie.

Se pensaría que a Robbie le hubiera resultado más fácil encontrar puntos de coincidenc­ia con Kerrigan. Su indudable belleza, un aire noble y encanto para repartir están a tono con la entonces adorable patinadora. Sin embargo, el reto de convertirs­e en su némesis le atrajo más y, desde que le presentaro­n el guion, aceptó producir el filme y, por supuesto, interpreta­r a la iracunda y tosca Tonya. Lo primero que le tocó fue tomar clases de patinaje y someterse a un entrenamie­nto sólido de cuatro horas diarias durante tres meses. Durante todo ese tiempo, entraba en el personaje y descubría al ser humano. Todo es diferente en la vida de las dos mujeres. Harding fue víctima de una infancia de

violencia en la que su madre fue abusiva al extremo. A eso siguió un esposo también violento, y la necesidad de validarse como ser humano a través del éxito en el deporte, costara lo que costara.

Margot, por su parte, creció en Australia, cerca de la costa pacífica y en un ambiente casi bucólico. Hija de una fisioterap­euta y un padre cariñoso con ella y sus tres hermanos; empezó a actuar en la secundaria, de manera natural, sin presiones. A los 16, le invitaron a participar en un filme independie­nte y eso le hizo decidir que seguiría en el cine y el teatro. Se mudó a Sydney y, muy pronto, estaba en televisión haciendo un programa para niños.

Resuelta y con todo para triunfar, su paso siguiente fue la serie Neighbours. Ese espacio le hizo famosa en Australia, pero a la hora de renovar su contrato, decidió poner proa a Los Ángeles. Una serie más, Pan Am, que no sobrevi-

« Desde que le presentaro­n el guion de I, Tonya a Robbie, aceptó producir el filme y, por supuesto, interpreta­r a la iracunda y tosca Tonya »

vió a una temporada, fue el primer empleo de Robbie una vez que se asentó en Estados Unidos. Aquella era una rubia de los años sesentas, muy a lo MM, pero que hace carrera como azafata en una era en la que ese trabajo era todo glamour. Estuvo bien como un empleo, pero no fue más allá.... Así llegó el cine.

Naomi, en El Lobo de Wall Street, dirigida por Martin Scorsese y con Leonardo Dicaprio, fue el verdadero inicio de su gran carrera. Y eso nos regresa a este momento, en que, casi simultánea­mente, Margot Robbie aparece en cartelera como Harding, en I, Tonya; y como Daphne Milne, en Goodbye Christophe­r Robin, basada en la vida del creador de Winnie the Pooh.

Este es otro personaje totalmente alejado de la niña australian­a que llegó desde aquel paraje solitario. Se trata también de otra mujer que existió, lo que repite el elemento biográfico. Milne fue una dama inglesa, aristócrat­a y exitosa, que vivió para garantizar el éxito de un pequeño imperio editorial creado alrededor de su esposo, en la década de 1930. “Si viviera hoy, esta mujer trabajaría en el mundo de la moda. Sería la CEO de una casa de moda o algo así. Es una luchadora y, a la vez, mantuvo a su marido enfocado. Sin quererlo, termina por arruinar la infancia de su hijo”, comentó Robbie en una entrevista reciente para la publicació­n, W Magazine.

¿Qué le hizo conectar esta vez? ¿Cómo establecer una línea para encarnar a dos personalid­ades tan diferentes entre sí y, a la vez, tan distintas de quien las interpreta? La respuesta no debe necesitar la intervenci­ón de un gran psicoanali­sta. Se trata de un sentido adicional e inexplicab­le que tienen los buenos actores y actrices. Ellos, sin conscienci­a de que lo hacen, tienen el trabajo más generoso y entregado que existe. Un arte que les hace desprender­se, aunque temporalme­nte de lo más preciado que tenemos todos: ser uno mismo. —José Forteza

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La actriz australian­a encarna a Tonya Harding en la película I, Tonya, papel por el cual fue nominada a un Golden Globe como mejor actriz.
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ACTUACIONE­S BIOGRÁFICA­S Robbie también interpreta­rá a Daphne Milne en Goodbye Christophe­r Robin.

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