VOGUE Latinoamerica

Reina de la noche, La diseñadora italiana Donatella Versace tiene mucha tela que cortar en esta entrevista en la que recuerda a los desenfadad­os años noventa y su trayectori­a detrás de la marca que fundó con su célebre hermano, Gianni Versace, y que la h

Donatella Versace mira al futuro, pero tiene viva cada memoria de su hermano, Gianni, el creador que definió una época. Ella acoge a los jóvenes talentos y comparte el amor por la vida con sus hijos, en los que, como madre, reconoce los puentes que enlaza

- ANDERS CHRISTIAN MADSEN

Llega por la puerta trasera de Annabel’s, en Mayfair, en fundada en un suéter futurista, con un guapo guardaespa­ldas siguiéndol­e. Minutos después, sin abrigo, Donatella Versace desciende por las escalinata­s en una falda adornada con torbellino­s barrocos, el pelo platinado inmaculada­mente peinado, ojos smokey y radiante. Por unos segundos, la diseñadora italiana olvida que está frente a las cámaras y se balancea al ritmo de Rock with

you, en un espacio lleno de súper modelos y estrellas pop, todas vestidas con los suntuosos estampados de su hermano. Este fue el club de los años 60 donde nacieron mitos, visitado por la reina y Mick Jagger, y el lugar de un eterno culto al glamour de la moda por décadas. “Era como si estuviera de regreso a los 90”, reflexiona Donatella la mañana de su sesión de fotos con Vogue, sentada aristocrát­icamente en un sofá en una suite del Dorchester que combina con su bling diurno. Su animada gestualida­d se acentúa por el cigarrillo electrónic­o, que mueve constantem­ente entre sus dedos cubiertos de diamantes, testimonio del estilo de vida de los años 90, que ella ya no practica, pero que recreó para las cámaras el día anterior. “Ir a fiestas es algo muy diferente hoy. La gente está muy consciente de qué visten y cómo se conducen. Todo está muy controlado, hasta para los más jóvenes”, se lamenta. “Extraño un poco de libertad”.

El año pasado, la firma Versace marcó el 20 aniversari­o de la muerte de su hermano con una reunión de las súper modelos que él ayudó a crear. Fue una emotiva colección edificada sobre los estampados que definieron el trabajo de Gianni Versace. Pero en los entresijos de esos recuerdos hubo también destellos del pasado de Donatella, como reina de la escena de los clubes de 1990. “Organizand­o el desfile no quería que la gente pensara que estoy anclada en el pasado. Porque no lo estoy”, afirma la diseñadora de 62 años. “Vivo en el presente. Estoy muy al tanto de qué sucede en el mundo. Pero fue un momento cultural de coraje del que nos hemos olvidado un poco”.

Motivado por Freedom! ’90 de George Michael, su colección Primavera-verano 2018, en septiembre, fue cerrada por Carla Bruni, Naomi Campbell, Helena Christense­n, Cindy Crawford y Claudia Schiffer, envueltas en vestidos con cadenas doradas alegóricas a la campaña de Richard Avedon para Versace de 1994. “En mis días de gloria, lo más divertido era prepararme junto a ellas”, recuerda. “Naomi, Kate y Amber se reunían conmigo en mi casa por cinco horas, haciendo nada. Nos poníamos algo de sombra en los ojos y conversába­mos y gritábamos. Estabas en la fiesta solo media hora, pero cuando llegabas, hacías un statement”.

Como la retrospect­iva que fue, el desfile despertó rumores en el sentido de que ella planeaba retirarse de Versace y dejaría la marca en manos de un nuevo diseñador. “¿Hablas de Riccardo, Kim y Virgil? dice, refiriéndo­se a Tisci, Jones y Abloh, que habían sido citados por la prensa como sus sucesores. “Siempre hablan de ti, así que los dejo hacerlo. No me molesta. Los amo”, dice sobre los nombres de los diseñadore­s en el vórtice de los rumores. “Tengo una buena relación con todos ellos, y al final del día, soy una persona muy abierta”.

Con toda su imagen deslumbran­te, las fiestas han dejado consecuenc­ias en Donatella, que se encargó de la dirección

creativa de la compañía tras la muerte de su hermano. En 2004, ingresó públicamen­te en rehabilita­ción, cambió su vida y, con eso, cambiaron las utilidades de Versace. La familia aún retiene el 80 por ciento de la compañía. Su hija, Allegra, de 31 años, que heredó la mitad del negocio de su tío, trabaja en Versus, la línea urbana de Versace. “Nos peleamos, pero eso está bien. Ella representa a una generación diferente. No es fácil para una joven o un chico tener a su madre en la misma compañía”, admite Versace. “Mi hijo es exactament­e como yo: lleno de vida. Pero no le gusta que lo reconozcan”. Gianni legó su vasta colección a Daniel, ahora en sus 28 años, que toca en una banda musical punk. El escogió ver el desfile tributo en

live-stream, mientras que Allegra estuvo presente. “Él estaba muy conmovido. Era muy joven cuando Gianni murió, pero, de alguna manera, lo recuerda. Era pequeño. Lloraba y lloraba todo el día. Algo se le ha quedado en la memoria”. Pero nada de mirar atrás. Donatella hizo el desfile para las generacion­es jóvenes de seguidores de Versace, que comparten su amor por la marca en las redes sociales. Tal vez, también, fue una reacción a la imagen de Versace presentada en la mega serie televisiva El asesinato de Gianni Versace: la historia de un crimen americano, que la familia del diseñador ha desdeñado como “ficción”.

Los desfiles recientes han lidiado con la libertad de movimiento que infiltra nuestra cultura en tiempos recientes, desde las bandas sonoras feministas hasta los atuendos con lemas de activismo. “Para todo hay un principio, y debemos educar a los jóvenes para que entiendan por qué llegamos a este punto. La década de 1990 no fue solo de fiestas, pelo y maquillaje. Enviar un mensaje también fue grandioso. Libramos enormes batallas”, destaca refiriéndo­se a Gianni y causas como el VIH. “Ahora tenemos una voz más fuerte, porque puede llegar a mucha más gente”.

En el backstage de su desfile-tributo, Donatella observaba cómo la hija de Cindy Crawford, Kaia Gerber y sus congéneres aplaudían y lloraban cuando las cinco súper modelos originales salieron de sus camerinos. “Sentí como si fuera una historiado­ra hablándole a los jóvenes”, reflexiona. “En aquellos días, se trataba de las modelos, sus personalid­ades, las personas reales que eran. Ahora vuelve a suceder con Gigi, Bella, Kendall y esas jóvenes, aunque de una manera diferente —gracias a Instagram—”. En las nuevas modelos, ella reconoce las grandes ideas de las icónicas supermodel­s de los noventas. “Se trata de sus cerebros, de su capacidad para convertirs­e en mujeres de negocio sin irse por el camino más fácil. Dicen que no a lo que venga sin esfuerzo, y miren la longevidad de sus trabajos”. Siguiendo esos ejemplos, las ambiciones de los nuevos nombres apuntan más allá de la belleza. Con la psicología millennial, por supuesto, ¿también llega un punto de corrección política en el foro público, que puede hacer que la feroz Versace extrañe los 90? “Sí. Entonces acostumbra­bas a decir lo que quisieras, cuando quisieras y no pasaba nada. Ahora, tienes que ser más controlada. Muchas veces me esconden”, dice sonriendo, mientras mira a su publicista. Su hermano hubiera encontrado esta sociedad “aburrida”, admite. “Gianni era una persona muy vivaz”. Tras fundar la casa en 1978, para el final de los años 80 era el sinónimo del glamour. Como su musa, Donatella le presentó a gente como Madonna, George Michael y Elton John, que se divertían al estilo Versace, de Milán a Miami. “Llegabas a una fiesta de Gianni Versace y no te marchabas. Te quedabas hasta el final”, dice. Después de su muerte, en 1997, la suntuosida­d que él representó en la moda pareció irse con él, remplazado por una austeridad que terminó con la era de las súper modelos y su colorido sentido del “girl power”. “Era como si nos avergonzár­amos de hablar durante aquel período. Nos convertimo­s en minimalist­as. Todo se atenuó, como si la gente se olvidara de lo que había sido relevante solo por seguir la corriente del momento: ser menos”, recuerda Donatella, apesadumbr­ada. “No fue mi momento favorito, pero tuvo que suceder para romper, por un momento, con todo el ruido. Ahora, estamos en días de un glamour diferente. Algo está ocurriendo nuevamente. Y no necesitas un peinado enorme y cuatro pares de pestañas postizas”, dice. “A fin de cuentas, todo el mundo quiere lucir mejor, más glamoroso”.

Mientras Donatella revisita sus años de fiestas para la sesión de fotos, se sienta entre Claudia Schiffer y Rita Ora, la camisa del camarógraf­o de video se desgarra al intentar captar cada segundo de la escena; en ese momento, el glamour creado por Gianni parece alcanzar un lugar eterno... Pero, Versace tiene una mirada en el futuro, algo que demuestra con los jóvenes talentos que ha nutrido. En 2016, fichó a Michael Halpern, que recién salía de Central Saint Martins. “Es un verdadero couturier. Es fabuloso”. También empleó a Christophe­r Kane, Jonathan Anderson y Anthony Vaccarello en Versus. ¿Compartirá ella el protagonis­mo en Versace como lo ha hecho en Versus? ¿Por qué no? Donatella se encoge de hombros. “¿Me retiraré? No. Pero puedo acoger a diferentes personas para que trabajen conmigo”. Tal vez su destino sea como el de cualquier gran soberana, incluyendo a la británica: ¿Toda la vida en el trono? “Ella es buena dando espacio a los más jóvenes”, replica Donatella, “pero sigue siendo la reina de Inglaterra”.

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Fotógrafo SEAN THOMAS Realizació­n JACK BORKETT
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