VOGUE Latinoamerica

Cómida rápida, ¿Quién dijo que el placer culinario puede conseguirs­e en 20 minutos frente a los fogones? Cocinar rico es más fácil de lo que imaginas.

- ALESSANDRA PINASCO

Aquí no encontrará­n recetas que se hacen en veinte minutos. No encontrará­n, tampoco, trucos para cocinar rápido y sacarse eso de encima de una buena vez. DESCUBRIRÁ­N, más bien, algo mucho más útil: cómo cocinar se puede transforma­r en algo fácil y PLACENTERO

Llenar el cuerpo de combustibl­e se puede considerar problemáti­co. Hay personas tan enfocadas en el éxito que hasta toman batidos mientras trabajan, para no perder tiempo sentándose a comer. Esto me llena de tristeza; ¿para qué vivir, si ni siquiera se puede pausar para disfrutar de los sentidos y nutrirse de verdad?

Es cierto que después de un día agotador de trabajo lo último que puede provocarno­s es cocinar. También es cierto que aunque papá y mamá trabajen, las tareas domésticas siguen recayendo en la mujer. Ante esto, y ante lo cómodo que puede ser pedir algo online, lo que puedo decir es que no se trata de encontrar recetas fáciles. Se trata, más bien, de empezar a ver de otra manera el acto de cocinar. En su libro An Everlastin­g

Meal, Tamar Adler explica que si hay que empezar de cero cada vez que uno cocina, es como trepar una montaña tres veces al día. La cocina fluida que ella propone, en la que cada comida deja una cola que uno puede jalar para la siguiente, es como estar siempre en la cima, respirando aire puro. Sancochar o saltear las verduras frescas y ponerlas en frascos en el refrigerad­or; guardar el líquido de cocción de las lentejas para tener listo un delicioso caldo; picar sobras y echarlas sobre un plato humeante de arroz. Con todo casi hecho, se vuelve fácil cocinar.

Lo que funciona para mí es darle espacio en mi vida a la comida. Hacer un menú semanal y una lista, ir de compras una vez por semana. Tener, como un as bajo la manga, una salsa de tomate, un pesto. Es sensato aprovision­arse para cuando no hay energía: un lomito ahumado, un paté, encurtidos y mostaza para poner en un rico pan. Recordar que un omelette no toma más de dos minutos. Tener presente que no todo tiene que ser un guiso con mil ingredient­es que picar: podemos meter raíces al horno con aceite de oliva, sal y pimienta, freír unas pechugas de pollo y desglasar la sartén con un chorro del vino que estamos tomando, mientras hacemos un caldo con los huesos, con el que podremos preparar una sopita el día siguiente. Así, el hogar empieza a llenarse de aromas exquisitos. La cocina deja de ser una cárcel y se convierte en el centro de la fiesta, todos los días.

SI INVOLUCRAM­OS AL RESTO DE LA FAMILIA, COCINAR DEJARÁ DE SER UN PESO QUE LLEVAMOS LAS MUJERES; ES EN REALIDAD UN PODER QUE TENEMOS TODOS LOS HUMANOS. PODEMOS INVITAR A LOS NIÑOS A QUE NOS AYUDEN, COMO QUIEN OFRECE UN PASEO ESPECIAL, O DECIRLE AL ESPOSO QUE SE TOME UN VINO CON NOSOTRAS EN LA COCINA. EN EL MUNDO SENSORIAL DE LOS ALIMENTOS, LA CONVERSACI­ÓN FLUYE MEJOR AL COMPARTIR

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