Tres lugares DESAFÍAN lo BANAL
Marcela Velez es una de las fundadoras de M2malletier... Viajera incansable, llegó hasta Cuzco, Macchu Picchu y Vinicunca para descubrir que la magia andina tiene los colores y la vibra de la NATURALEZA traducidos en texturas, visiones cromáticas, costumbres y tradiciones ancestrales que con frecuencia pasamos por alto en la abulia de la vida moderna. Esta es la BITÁCORA de viaje que nos comparte
Cuzco y Vinicunca te cambian la manera de asimilar la belleza. En esos destinos a los que viajé, lo banal no tiene espacio. Cuzco tiene un centro de arte popular con más de 300 puestos de artesanos locales que trabajan la alpaca, tanto en ropa como en sombreros y todo tipo de mantas. También está allí la mejor orfebrería en plata, en la que integran piedras locales como la Piedra de Luna, típica de la región. Ahí mismo, ante tus ojos, muchos de los artesanos producen las piezas a mano y, además, trabajan de manera muy delicada el oro con imágenes precolombinas. Así mismo, la comida habla sobre ese sitio y sus leyendas. Como ejemplo, hay un restaurante, Cicciolina, que fusiona los productos locales como la carne de alpaca en platos gourmet. En términos de hospitalidad, el Hotel Belmond El Monasterio, es el más lindo en Cuzco. Una visita obligada debe ser el Museo de Arte Precolombino, con su
selección espectacular. Otra aventura inigualable es la feria de agricultores con coloridas flores, frutas y vegetales.
Pero, indudablemente, quien arriba a este punto del mundo está en ruta a Machu Picchu. Dos horas desde Cuzco hasta Ollantaytambo, un tren, el Belmond Hiram Bingham o el Inca Rail; y arribas a los paisajes más impresionantes a envolverte en la increíble energía de ese lugar mágico. Seguimos viaje a Vinicunca. Está a 5.200 metros de altura y desde Cuzco, toma 3 horas en coche y, luego, en total unas 5 horas de subida y bajada. Ahí viven llamas y alpacas, inmersas en una fiesta cromática resultante de una amalgama de minerales que solo se produce allí. Si la ascensión te resulta muy difícil, hay personas con sus caballos ofreciendo servicios de transporte... Al final de este viaje, queda la irrepetible sensación de habernos desplazado con cada sentido, en tiempo y espacio, a otra dimensión.