Luz al instante,
Para lograr una piel cum laude, el factor que marca la diferencia es la luminosidad que irradia. Y es que, se puede tener un rostro más o menos terso, si la piel resplandece pasando todos los defectos a un segundo plano
La luminosidad del rostro es la ambición de todas. Te decimos cómo recuperarla.
Relacionada con la salud y el bienestar, la luminosidad de la piel no solo favorece, sino que nos hace lucir más jóvenes. Es- tudios psicológicos recientes, con el objetivo de estimar aspec- tos saludables, edades y atractivo en rostros que presentaban diferentes niveles de luminosidad, tuvieron como resultados que aquellos participantes con mayor luz en el rostro solían ser más atractivos y saludables. El quid de la cuestión es, ¿qué podemos hacer para iluminar más nuestra tez? Teniendo en claro que la base de la luminosidad no es más que el efecto que se produce cuando los rayos de la luz del ambiente inciden su superficie y se reflejan hacia el exterior, existen factores que influyen directamente en nuestra capacidad de captar y reflejar bien esa luz: la calidad de la superficie y el tono del cutis, este último depende fundamentalmente de la cantidad de melani- na y de la concentración de hemoglobina presente en los vasos sanguíneos que se encuentran más próximos a la superficie. En este caso, la variación de mayor o menos luz viene determi- nada por la microcirculación cutánea que, cuanto mayor fluye, más favorece al tono sonrosado de nuestra piel, el cual es nece- sario para absorber la luz y poder proyectarla hacia el exterior.
Hablando del estado de la superficie de nuestra piel, cuanto menos irregular y rugosa sea, mayor será la reflexión, pues en una piel lisa, la luz se refleja de una manera uniforme. Así, entre los enemigos de la buena luz, se encuentran todos aquellos que deterioran la microcirculación cutánea, como el estrés, el cual nos hace liberar noradrenalina, que produce un efecto vasocons- trictor (estrechamiento de los vasos sanguíneos, el cual afecta a la resistencia al paso de la sangre). También, se encuentra en esta lista el clima que afecta el diámetro de los capilares y la contaminación, constituida por millones de micropartículas de sustancias agresivas en suspensión, que al depositarse sobre la piel la ahogan, bloqueando los poros, alterando la capa córnea y volviéndola menos efectiva en su tarea de reflejar la luz. Para lo- grar este efecto de luminosidad, la limpieza y la hidratación son básicas. Una cosa muy importante, y que no debemos de perder de vista, son a los agentes relipidizantes que ayudan a restaurar la capa córnea y evitan el aspecto deshidratado y cetrino. Y, final- mente, para aquellos que no quieren esperarse a brillar, existen los pigmentos soft focus, un tipo de partículas reflejantes que están en productos de tratamiento y maquillaje.