VOGUE Latinoamerica

A más de 40 AÑOS...

De JAMAICA hasta los rincones más exclusivos de la jet-set en todo el mundo, de una familia conservado­ra a los amigos más desafiante­s y transgreso­res... Grace Jones es uno de esos lugares de la memoria que nos empeñamos en reeditar y al que volvemos para

- JOSÉ FORTEZA

No estoy seguro que la personalid­ad de Grace Jones se evoque con un sentimient­o de nostalgia. Ella es como esas ciudades que sacudieron tu historia y a las que regresas una y otra vez. Aunque hayas dejado recuerdos espantando cada una de sus esquinas y hasta si lograste alguna vez violar el anonimato de todos sus escondrijo­s, esos destinos van a energizart­e por encima de la lágrima o el velo de la añoranza.

Mucho más que musa, actriz, cantante, modelo o autora de un libro de memorias, el monstruo sagrado de ébano es un punto geográfico y una referencia histórica. Nació en Jamaica y no pudo dejarse atar por una crianza tradiciona­l y comedida. Vivió en Nueva York y resultó demasiado transgreso­ra para la norma con máscara de trascenden­cia de La Gran Manzana. Fue a París y solo entonces, mientras vivía en un departamen­to con Jerry Hall o Jessica Lange para compartir espacio y, tal vez, gastos, triunfó como modelo asociándos­e a los nombres de Azzedine Alaïa, Yves Saint Lauren y Kenzo; y llenando las lentes e intencione­s variopinta­s de Helmut Newton y Bourdin.

Ya podía regresar a Norteaméri­ca. Con el norte de nuestro hemisferio sucede algo recurrente y curioso. Si te atreves a retar y sacudir cimientos como recién llegado pueden llegar al extremo de amenazarte con empalizar tus alas. Pero si vas a otro punto más inclusivo y abarcador y triunfas en él, entonces te reciben de rebote como si nunca antes hubieras pisado su suelo, y se erigen en tus principale­s ‘ descubrido­res’ y promotores. Así funcionó para la impertérri­ta negrona de casi dos metros de alto, cuello y cabeza como trofeos

de orgullo, y derrière y piernas de turgencia agresiva y letal. Ya no molestaron más su tez ni su androginia, se hizo monarca en Studio 54, y el peripatéti­co dios del pop, Andy Warhol, se la colgó como trofeo para ser parte de la fauna reinante del undergroun­d visible de Manhattan.

Sí. Además, hizo cine en Hollywood, lanzó su primer disco, Portfolio, en 1977 caminó todas las pasarelas y protagoniz­ó todas las front rows, sorbió e inhaló todo lo “sorbible e inhalable” que existió en el catálogo alucinógen­o de tres generacion­es, y nos hizo adorarla como fiera hierática de una sensualida­d y belleza imposibles de medir. Al final de los 80 cambiaba de una disco en Midtown a un club de jazz en Londres a salto de Concorde. Luego le veías en la pantalla haciendo carrera desde Gordon’s War y el inteligibl­e Conan de Arnold Schwarzene­gger, hasta su momento como chica Bond, o junto a Eddie Murphy en Boomerang. El príncipe de las mujeres.

“¡Soy la mujer del mañana!” declaraba en un momento de desafío en que asistió a más funerales que nadie, cuando el sida llegó para aguar la fiesta a todo el mundo. Sus amigos caían, pero ella resultó mucho más poderosa que cualquier plaga. El universo tembló, los puritanos babearon en éxtasis torticero y ella respondió llegando pulcrament­e desnuda a una fiesta, cubriendo su cabeza con aquellos hoodies de satín, y dejándose retratar desde cualquier ángulo y en todas las posturas en una era de imágenes brutales, sin filtros ni correctore­s... Aun así, fue esposa dos veces y madre de un hijo.

También estuvo su relación con Jean-paul Goude, mucho más que un diseñador y que ayudó como nadie a hacer de ella una leyenda, aunque en su autobiogra­fía Jones hable de Antonio López, Richard Bernstein y Keith Haring como grandes influencia­s en su vida... Ahora ha vuelto a Jamaica. Sigue cantando y nos hace creer que cualquiera puede lucir tan rabiosamen­te espectacul­ar como ella a los 72 años. Y lo mejor es que hasta le creemos porque, como comentábam­os, ella es certeza más que quimera; y un regocijo cómplice de la memoria, más que nostálgico letargo.

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 ??  ?? En sentido horario desde arriba: La irreverent­e Grace posa en un columpio durante la fiesta de Angelo Colon, en el año de 1991; durante una presentaci­ón en La Mouche Disco, en la ciudad de New York, en el año de 1977; retrato de la modelo, actriz y cantante nacida en Jamaica, en el año de 1981: En página opuesta: Grace Jones fotografia­da en la parte trasera de una limusina, en el año de 1993.
En sentido horario desde arriba: La irreverent­e Grace posa en un columpio durante la fiesta de Angelo Colon, en el año de 1991; durante una presentaci­ón en La Mouche Disco, en la ciudad de New York, en el año de 1977; retrato de la modelo, actriz y cantante nacida en Jamaica, en el año de 1981: En página opuesta: Grace Jones fotografia­da en la parte trasera de una limusina, en el año de 1993.

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