VOGUE Latinoamerica

LUJO EN evolución Jonathan

Anderson, al frente de la firma Loewe, no descansa en su empeño por reescribir las normas de la industria de la moda en una era dominada por las redes sociales

- AMELIA FOLK

Hace ya cinco años que aquel niño de origen irlandés, que un día fantaseó con ser actor, fue adoptado por una de las casas de moda españolas con más prestigio. Por aquel entonces, con tan solo 29 años, Jonathan William Anderson ya se había graduado en el London College of Fashion, había colaborado como visual merchandis­er de Prada y había lanzado su propia firma. “Para reiniciar una marca, necesitas hacer que la gente olvide lo que era”, arranca con fuerza el director creativo de Loewe. En un presente en constante evolución, este madrileño de adopción nos confiesa su camaleónic­a estrategia para adaptarse a las nuevas generacion­es: “Pienso que si hay algo que mejorará el mundo de la moda, seré el primero en hacerlo. Durante muchos años hemos subestimad­o la importanci­a de las redes sociales. Para mí, se trata de mezclar la tecnología y la artesanía. Aún estamos tratando de entender lo está sucediendo, pero lo más importante que he aprendido, hasta ahora, es que cualquier cosa que presentes al mundo necesita ser auténtica”. Tan real y tangible como el nuevo concepto de lujo que obsesiona a la fauna urbana. “El lujo consiste en vender una experienci­a a la gente, para que sientan que les estás implicando en el proceso, que están aprendiend­o o viendo algo. No creo mucho en el concepto de lujo. Es un obstáculo; es una palabra obsoleta”, apunta contundent­e. La preocupaci­ón actual va más orientada a respetar

la calidad de vida del planeta, “se trata de mantener un equilibrio y trabajar hacia una sostenibil­idad. Todo está vinculado y por lo tanto necesitamo­s asegurarno­s que compensamo­s los efectos negativos de todo lo que hacemos”, apunta Anderson. En esa carrera contrarrel­oj por dinamitar las reglas convencion­ales, Anderson rinde tributo a la democratiz­ación de la moda con iniciativa­s tan creativas como aplaudidas por el público. “Abrimos Loewe Flores el mismo día que inauguramo­s la nueva Casa Loewe en Madrid. Siento que la tienda de flores hace que la experienci­a sea más accesible. Me gusta el hecho de que puedas comprar una flor por tan solo 5 euros y llevártela divinament­e envuelta”, comparte. Si se están preguntand­o de dónde viene su obsesión por las flores, Anderson confiesa que la jardinería es su habilidad oculta y que los fines de semana le gusta ir a casas de campo. ¿Sus flores favoritas? Las mismas que adornaron la pasarela de Otoño-invierno 2017 de Loewe; las orquídeas. En cuanto a la nueva línea de Fall-winter 2018- 2019, el director creativo nos comparte que “busca definir quién es la mujer Loewe en invierno. Está consolidan­do la idea del clasicismo, a la vez que se centra en estilos actuales. El director creativo de hoy se ha convertido en un consumidor de imágenes e informació­n en búsqueda constante de algo nuevo, raro y maravillos­o. También me inspira mi vida cotidiana. Fundamenta­lmente, diseño como escribo un diario”, detalla quien en más de una ocasión fue catalogado por las entidades del sector como un diseñador unisex. “Nunca he diseñado la ropa basado en el concepto de la androginia ni he creído en hombres vestidos con ropa de mujer o viceversa. Mido 1.90, no se me vería bien el vestuario femenino —bromea—. Lo que siempre he creído es que una camisa blanca o unos jeans no pertenecen a un hombre o una mujer. Así que es genial si puedo crear una prenda que tenga el mismo significad­o para ambos”, aclara. Aprovecho entonces para preguntarl­e por su estilo personal, para comprobar, de primera mano, si predica con el ejemplo. “En realidad no compro mucha ropa… Odio tener que tomar decisiones por la mañana. Tengo 12 pares de Converse, nueve de Nike, todo en el mismo color, unos jeans de A. P. C., camisetas y, por supuesto, una chaqueta de Loewe. Tu look tiene que ser muy sencillo, esa es la única manera en la que puedes comunicart­e”, declara. “¿Su inspiració­n para seguir reinventán­dose a sí mismo y, por ende, a la firma?”. “Continuar colaborand­o con artistas de diferentes campos, porque considero que es la mejor manera para enriquecer la marca”. Una respuesta que, para nada sorprende, teniendo en cuenta su pasión por el arte. “Además de mi colección personal, me gusta tener obras del arte en nuestras tiendas de Casa Loewe”, añade este groupie de la lectura cuyo libro favorito es El retrato de Dorian Gray. Desglosado­s ya los secretos de este Rey Midas del dedal, me despido no sin antes pedirle un adelanto del futuro de la firma. “Loewe tiene los fundamento­s perfectos para convertirs­e en la marca más grande del mundo y eso es lo que quiero que sea”, concluye. En lo personal, dice que le gustaría vestir a David Hockney y no tiene reparos en desvelarno­s sus verdaderas intencione­s cuando le pregunto qué le gustaría ser de grande: “Ojalá me despierte cada mañana y no sienta que estoy trabajando”.

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 ??  ?? “Durante muchos años hemos subestimad­o la importanci­a de las redes sociales. Para mí, se trata de mezclar la tecnología y la artesanía”, declara el diseñador. Izquierda: look de la colección; arriba, el diseñador Jonathan Anderson. En página opuesta: blusa y chaqueta, ambas de Loewe.
“Durante muchos años hemos subestimad­o la importanci­a de las redes sociales. Para mí, se trata de mezclar la tecnología y la artesanía”, declara el diseñador. Izquierda: look de la colección; arriba, el diseñador Jonathan Anderson. En página opuesta: blusa y chaqueta, ambas de Loewe.
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