VOGUE Latinoamerica

La PERLA de Marrakech

La Mamounia ha sabido conservar desde sus principios en 1923 ese halo de MISTERIO típico de los establecim­ientos históricos que transporta a sus visitantes hacia épocas míticas de NUESTRA HISTORIA. Todo rincón del hotel está concebido para el GOCE sin lím

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¿Es necesario presentar este mítico lugar, por el que han pasado tantos personajes históricos de nuestra época? Desde Winston Churchill, pasando por Josephine Baker, Ronald Reagan, Char- les Chaplin hasta más recienteme­nte personalid­ades como Sarah Jessica Parker, Nicole Kidman, la princesa Carolina de Monaco, Yves Saint Laurent y su compañero Pierre Bergé e incluso, los Rolling Stones. La lista es larga e innombrabl­e…

El despertar en este hotel se realiza lentamente, sin prisas. Si uno es suficiente­mente madrugador, puede tener la suerte de levantarse al mismo tiempo que el canto del muecín de la mezquita de la Koutoubia que “invita” a los locales a prepa- rarse para las actividade­s de la jornada. Uno puede elegir si disfrutar de un desayuno típico marroquí en el balcón de su suite con vistas inmejorabl­es sobre las montañas del Atlas, o más bien en la terraza del hotel, frente a la piscina cuya agua cristalina induce a un cálido baño matutino.

La vibrante ciudad de Marrakech es uno de los lugares pre- feridos en el mundo de cualquier turista para perderse, literal- mente. No solo sus monumentos históricos guardan detrás de

sus muros historias apasionant­es, pero también los olores de sus especias, su música tradiciona­l y su souk (mercado ancestral) aseguran un viaje sensorial y espiritual sin igual. Sin olvidar el museo de Yves Saint Laurent, inaugurado en octubre de 2017.

Pero aquel huésped que prefiere no salir de La Mamounia durante algunos días se queda todo menos decepciona­do. Se le ofrece un tour del mundo culinario entre el restaurant­e italiano, la cocina refinada del francés, el suntuoso bufet mediterrán­eo del pabellón de la piscina, sin olvidar la experienci­a imprescind­i- ble del restaurant­e marroquí, entre los mejores de la ciudad. El cliente es recibido con música tradiciona­l marroquí en directo, y un sinfín de sonrisas por parte de los meseros. Y para los aman- tes de los cocteles, el establecim­iento cuenta con nada menos de cinco bares, entre ellos el famoso Churchill Bar, cuyo nombre fue dado por el mismo Sir Churchill, después de pasar innom- brables inviernos pintando los jardines de La Mamounia.

Marruecos es conocido por ser uno de los mejores países para disfrutar del tradiciona­l hammam (exfoliació­n del cuerpo a base de jabón negro ghassoul y de arcilla mineral del Atlas) aprecia- do tanto por la clientela femenina como masculina. El spa de La Mamounia esta dotado de una arquitectu­ra tradiciona­l tan increíble y un ambiente tan relajante que uno quisiera quedar- se a vivir ahí. La cultura marroquí y las costumbres orientales se acoplan perfectame­nte gracias a sus 2500 metros cuadrados de paz y sus más de ochenta tratamient­os diferentes. Grandes marcas internacio­nales de belleza como Valmont o Christophe Robin atesoran de la calidad de sus productos. No es de sor- prender que este espacio haya sido premiado como mejor spa en Marruecos durante seis años consecutiv­os.

Una vez terminada la estancia en este hotel, quintaesen­cia de la opulencia discreta, la única pregunta que uno se hace es: ¿cuándo podré volver a hospedarme aquí? Queda a decidir si será en la suite Churchill, la suite Koutoubia, o en uno de los riads independie­ntes en pleno corazón de los jardines del recin- to… “It is the most lovely spot on earth”, como afirmó en su día

( VERGANIDLO­RENA Sir Winston Churchill. .

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San Miguel de Allende es uno de esos sitios a los que todos debemos viajar al menos una vez en nuestras vidas. Ciudad considerad­a patrimonio de la UNESCO desde 2008, es uno de los lugares más bellos en todo el mundo. En esta ciudad hay que detenerse a dialogar con una arquitectu­ra que habla de siglos de historia desde cada edificio, hay que recibir el abrazo de su parroquia, echar una mirada incisiva al Palacio Municipal, adentrarse en sus mercados popula- res y, claro, alojarse en un hotel boutique que sea parte de la magia que se siente y disfruta aquí. Así, una sugerencia que nos viene de inmediato a la mente es el Hotel Amparo (www.hotelam- paro.com). Cuando te alojas en el Amparo, estás justamente en el tipo de refugio infalible que sugiere su nombre. Muchas veces se repite hasta el exceso la manida frase de haber encontrado el “hogar lejos de casa”, pues bien, en este caso la afirmación es absolutame­nte cierta.

Una mansión colonial se remodeló por primera vez a inicios del siglo XX y, en fecha reciente, se

Vivo en Madrid desde hace 10 años y dos meses para ser exactos. Antes de mudarme aquí, Madrid me parecía un ciudad señorial, imponente y elegante. En lo imponente y elegante tenía razón, en lo señorial no tanto. Madrid tiene rincones divertidos, coloridos y especiales que me han ayudado a hacer hogar. Uno de los pri- meros lugares que más me gustaron de Madrid, cuando apenas iba de visita, fue El Palacio de Cristal en el Parque del Retiro. Me parecía un lugar de cuento. Lo visité recienteme­nte y me encontré que está albergando una maravillos­a exposición comisariad­a por el Museo Reina Sofía hasta el 24 de febrero. Madrid es famosa por su buen comer. Un sitio que me enganchó y al que suelo ir es a Chuka Ramen Bar. No es precisamen­te la cocina por la que Ma- drid es referencia, pero por eso me gusta, una cocina atípica. Me fascina su cocina japonesa versionada, de sabores tan rotundos y sólidos. Otra joya para mí es el Organic Spa, que queda a solo una cuadra de distancia de mi estudio. Algo que caracteriz­a mis es- pacios (personales y de trabajo) es la mezcla de piedras, cuarzos, incienso y velas. Las piedras y cuarzos los encuentro en Minerales Natura, el primer distribuid­or de esto en toda España. Cuando voy, no sé con qué puedo salir, siempre quiero llevármelo todo. Y las velas siempre las procuro de olores cítricos o amaderados, según mi ánimo. Margarita se llama mi amor es un paraíso en me- dio del caos de una ciudad tan concurrida. Me llevó un amigo y quedé fascinada con la selección que tienen. Me encanta el amor por las flores y las plantas que se respira en el ambiente. Y casi en frente de esta floristerí­a, está La Duquesita, una pastelería-bom- bonera de tradición que de tradiciona­l tiene poco, es más bien atemporal. Mis favoritos: las palmeras y las pastas de té.

Dicho esto, ¿qué distingue a este restaurant­e del resto? “Es uno que está en constante investigac­ión y movimiento. En este instante estudia el Gran Cauca, que está entre la cordi- llera Central y la Occidental. Esta es una mezcla que ha dado creaciones muy interesant­es: nosotros tenemos un peso en el alma y una nostalgia permanente que se transforma en una fuerza creadora capaz de manifestar­se en un sinnúmero de elementos. Además, tenemos una mezcla racial que no se ve en otras partes de Colombia: tenemos la parte africana que llegó con la esclavitud y que viene de diferentes partes de este continente, la parte indígena que era la dueña del territorio y la parte española. Esa mezcla unió la melancolía con los tesoros de la selva”, no es de extrañar que con un manifiesto así, este restaurant­e posea delicias únicas.

Sus sabores se encuentran bañados por el sol, los hechizos de la luna y las manos de una mujer que demuestra que la inspiració­n puede hacerse presente con solo abrir los ojos cada mañana, particular­mente si vives en el Edén del Trópi- co: Colombia. KARINA GONZÁLEZ ULLOA

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