El atardecer carioca,
Ahora mismo, como hace 20 años, la ciudad de Río de Janeiro le habla a sus visitantes desde una MÁGICA puesta de sol con el ritmo de su música INIMITABLE, la intensidad de su gente, sus tradiciones mulatas y los sabores de un lugar que va de la opulencia
Descubre cómo Río de Janeiro habla a sus visitantes con el ritmo de su música.
Cuando se nace y se vive cerca del mar, sabemos que pocos es- pectáculos se comparan a ese momento en que el océano devora al sol. Pero si tras los pocos segundos de silencio contemplativo después de la puesta, estalla un aplauso y rompe la música en varios puntos de la costa para bailarle a Yemayá, lo mismo hace 20 años atrás que ahora, sabes que estás en Río de Janeiro.
Hace dos décadas conocí esta ciudad y ya jamás pude dejar de regresar a ella. Aquí el tiempo se mide de una manera diferente y la vida suena y huele a sal, a cachaza, a amigos para siempre, a sensualidad y macumba, a bossa, samba, capoeira y jazz; a surf en Copacabana o Ipanema, a caminatas por la historia y com- pras de lujo en Leblon, a arquitectura memorable y, también, al sedimento de rabia y sudor de las favelas. Si hojeas un libro dedicado a esa ciudad, comienzas a descubrir de qué se trata su encanto. La visión a todo color de lentes como la de Martin Parr puede ser una introducción que te prepare para tu visita.
Entre los sitios que han estado y estarán siempre está la piedra de Arpoador, ese peñasco inconfundible que divide a Copaca- bana e Ipanema y es el set para la foto perfecta, lo mismo para turistas que para cariocas. Ese es también el punto de encuentro de los surfistas, que aman las olas que allí se forman. Al frente se eleva el imponente cerro de Dois Irmãos, del que cuelga de- safiante la favela de Vidigal. Para alojarse, la ciudad del Cristo
Redentor cuenta con una amplia variedad de hoteles que hacen variadas las opciones. El Copacabana Palace es un emblema plantado desde 1923 en la Avenida Atlántica. También está su vecino, el JW Marriott, estandarte de la generación milenial. En esos alojamientos prima el lujo confortable y desenfadado de una ciudad que sabe disfrutar como ninguna.
Lo mismo sucede con la gastronomía, en la que se dan la mano lo nuevo y lo atemporal. Confeitaria Colombo es una pastelería restaurante estilo belle époque que ha tentado a cariocas y turis- tas y ha elaborado por más de un siglo desde natas portuguesas hasta la tradicional feijoada completa, con frijoles y carnes. Otra recomendación, Aprazível, en el distrito de Santa Teresa, fue fundado en 1999 por Ana Castilho y mezcla sabores brasileños con cocina internacional, elaborados con ingredientes naturales y parámetros de culinaria sustentable. Y están también los pues- tos de comida callejeros, en los que tienes que probar favoritos como la coxinha, el kibe y el enrolado. Esos son los verdaderos sabores de los barrios cariocas, esos que debes conocer a pie,
SI TRAS LOS POCOS SEGUNDOS DESPUÉS DE LA PUESTA DEL SOL, ESTALLA UN APLAUSO Y ROMPE LA MÚSICA EN VARIOS PUNTOS DE LA COSTA PARA BAILARLE A YEMAYÁ, SABES QUE ESTÁS EN RÍO DE JANEIRO
EN LAPA TAMBIÉN VAS A ENCONTRAR SIEMPRE QUIEN TE SUGIERA IR A UNA GAFIEIRA, EL LUGAR DONDE SE ENSEÑA Y BAILA SAMBA, Y QUE SON LA RAZÓN PARA QUE EN LA CIUDAD SIEMPRE ESTÉ A PUNTO EL CARNAVAL
como el barrio de Lapa, marcado por los arcos de un acueducto construido por los portugueses durante el periodo colonial. Esa es la meca de la noche, repleta de bares y espacios de música en vivo donde se disfruta de la música popular brasileña, todo un género en sí misma; la samba, el bossa nova y el jazz. En Lapa también vas a encontrar siempre quien te sugiera ir a una una Gafieira, el lugar donde se enseña y se baila samba, y que son la razón para que en la ciudad siempre esté a punto el carnaval con los ensayos de las Escuelas.
Y hay que dedicar un espacio a la realidad ineludible de las fa- velas. Nacieron en 1888 con la llamada Ley Aurea, que puso fin a la esclavitud y obligó a los nuevos libertos a encontrar un espa- cio cerca de los barrios en los que estaban los posibles empleos. Desde entonces, mucho ha cambiado. Hoy, son sitios margina- les. Sin embargo, también son una parte que el visitante debe tener la opción de conocer, aunque no lo recomendemos. Si lo decides, hay guías que pueden llevarte, aunque desde ellas, la puesta de sol tiene un sentido muy diferente.