TENDENCIA,
Hoy más que nunca, la MODA propone una conversación entre lo masculino y lo femenino que rompe con los clichés de GÉNERO. La androginia no es un juego ni una tendencia, es un estilo (de vida) que conecta con la esencia del ser HUMANO
Él/ella: un diálogo,
“El ángel devastado”, así bautizó Thomas Mann a Annemarie Schwarzenbach, rica heredera suiza, escritora y viajera infatiga- ble, amiga de su hijo Klaus, abiertamente homosexual en una época en la que, por mucho menos, se acababa en una institución psiquiátrica (o un campo de exterminio), y su hija Erika, quien durante toda la vida vistió como un gamin y de la que Annemarie se enamoró perdidamente. Lo cierto es que todo aquel que co- noció a este ángel deletéreo, desde Gore Vidal a Carson Mccu- llers, con quien tuvo un affaire, sucumbieron al encanto de esta mujer vestida de hombre, que 110 años después de su nacimiento también ha seducido a la directora creativa de Givenchy, la britá- nica Clare Waight Keller. “Estaba investigando siluetas (para la colección Primavera-verano 2019) y me encontré con esta mujer de aspecto espectacular, cuya madre nunca había insistido en que se vistiera como una niña, y que, como adulta, se vestía a veces como mujer y otras como hombre, pero siempre de una manera modesta y elegante”. El resultado es una colección que funde los géneros en una silueta orgánica y sofisticada en la que, en palabras de la diseñadora, “hombre y mujeres son indefinibles”.
Es la misma estética que Brassai fotografiaba en las catacum- bas de Montmartre, en el cabaret Le Monocle, donde las mujeres
( iban vestidas de esmoquin y bailaban entre ellas, y una pintora norteamericana vestida de dandy, Romaine Brooks, las inmorta- lizaba en lienzos monocromos que hoy son objeto de colección a un nuevo género de seductoras amazonas. También Hollywood abrazaba esta estética en grandes producciones como Morocco
LO MÁS APASIONANTE DE LA MODA ES SU CAPACIDAD NO DE ADELANTARSE A SU ÉPOCA, SINO DE REFLEJAR EL ZEITGEIST Y ATRAPARLO ENTRE COSTURAS. Y ESTE TIEMPO, EL NUESTRO, ESTÁ MARCADO POR EL ACERCAMIENTO DE GÉNEROS (Y SILUETAS) A UN MISMO ARMARIO. LITERALMENTE: EL ARMARIO HA SALIDO DEL ARMARIO...
(1930), de Joseph von Stemberg; La reina Cristina de Suecia (1934), de Rouben Mamoulian; o Silvia Scarlett (1935), de Geor- ge Cukor, donde sus protagonistas, Marlene Dietrich, Greta Garbo y Katharine Hepburn, asaltaban el armario masculino sin renunciar a su feminidad. Lo mismo que, años después, en plena eclosión del glam, sex-symbols alienígenas, como David Bowie o Iggy Pop, se apropiaron de la estética femenina para definir un look que Boy George llevó hasta sus últimas consecuencias y que hoy sigue siendo igual de transgresor.
En la moda, tras tímidos coqueteos con los códigos sartoriales a cargo de Chanel (años 20), Yves Saint Laurent (años 60) o Armani (años 80), la gran revolución llegó de la mano de mo- delos como Andreja Pejic, Erika Linder o la mexicana Jessica Espinosa, el triunfo de los desfiles mixtos (en casas como Bur- berry, Gucci, Prada), del estilo agender, de las fragancias uni- sex y, sobre todo, de declaraciones como esta, de Miuccia Prada, que marcan un antes y un después: “El género es un contexto y el contexto es, a menudo, el género. Siento que lo que debe hacerse ahora es trasladar la misma idea a ambos géneros y a ambos ar- marios”. Porque no se trata de vestir a hombres o mujeres, sino de educar a personas.