VOGUE Latinoamerica

Nuevo HOMBRE

Gabriela Hearst se atrevió a crear su primera colección de ropa para hombre bajo el embrujo de las canciones del roquero Leiva. Impecablem­ente uruguaya ella, desaliñada­mente español él, conforman una extraña pareja artística de química chispeante

- Fotógrafo MICHAEL SCHWARTZ Realizació­n DANIA LUCERO ORTIZ

La diseñadora uruguaya Gabriela Hearst sintió un flechazo hace un año al escuchar las canciones de Leiva. Había llegado a él a través de Chavela Vargas y Joaquín Sabina, que sonaban en bucle en su casa en un arrebato de nostalgia tras casi 20 años viviendo en Nueva York, y fue por este último, con el que trabajó Leiva en el disco Lo niego todo, que se alinearon los planetas.

Juan José Conejo Torres, que es como se llama realmente el roquero español, copó las listas de éxitos en España como el 50% del dúo rock Pereza hace diez años, y su carrera en solitario en 2011 le llevó por el camino de la diversific­ación: compuso para el cine en películas como La llamada (2017), de Javier Calvo y Javier Ambrossi, y produjo para artistas de la talla del mencionado Sabina. Ahora, de la mano de Gabriela Hearst, hace un inesperado alto en el mundo de la moda como modelo y muso. “Me enamoré de sus letras, no podía creer que alguien estuviese escribiend­o así en el siglo XXI, con ese tipo de poesía”, explica la artífice. La diseñadora, con la determinac­ión que ha marcado su Carrera –desde una infancia rural gaucha en el Uruguay rural a vestir a Nicole Kidman o Meghan Markle o a fichar por Louis Vuitton– no cejó hasta que contactó con él y lo convenció para que tocara en la inauguraci­ón de su tienda en Nueva York el pasado noviembre. De ahí a una férrea e inesperada amistad que ahora se traduce en exquisitos suéteres de cuello de cisne en cashmire, elegantísi­mos trench coat reversible­s, camisas psicodelia o deslumbran­tes trajes de lana y seda. Y, ya para junio, llegará a su tienda, a Bergdorf Goodman y a Mr. Porter, su primera colección para hombre.

Hearst, diseñadora con mensaje, siempre apostó por un tipo de feminidad muy específico, emancipado, cómodo y sostenible, y Leiva ha llegado como embajador de una nueva masculinid­ad

que desaparece como compartime­nto estanco. “Cuando tengamos la colección de hombre en la tienda no quiero que esté separada. Estará en las mismas perchas con mujeres”, argumenta. Por eso define a su muso como “un hombre del siglo XXI, que sabe manejar esas dos energías muy bien”. Sus imaginario­s, aparenteme­nte ajenos, se encuentran además en los años 60 y 70. “Siempre me interesaro­n las mujeres de esa época. Marianne Faithfull, Anita Pallenberg, que eran mujeres de Mick Jagger y Keith Richards. Me interesó mucho durante una época Joni Mitchell, es decir, más la moda femenina que la masculina”, reflexiona el cantautor madrileño.

Gabriela, pese a ese toque universal y esencialis­ta que caracteriz­a su moda, abraza fuerte la identidad latina. “Si lees a (José) Martí, a (Simón) Bolívar o todos los grandes próceres de Sudamérica, querían una visión entera de América unida, porque sabían los tesoros y las riquezas. Lo dijo Martín Fierro, ‘ los hermanos sean unidos’. Tengo responsabi­lidades siendo latina, siendo una mujer en esta Administra­ción, que para ser claro, hay un racismo bastante directo con todo lo que sea de color de piel de marroncito a oscuro”, dice. Es por eso que no solo mantiene un ojo puesto en sus raíces originales gauchas, sino que busca en las de sus hermanos latinos. México será uno de los próximos mercados por abrir “en un futuro cercano”, pero ya está buscando inspiració­n en los bordados de Oaxaca y encarga joyas a Daniela Villegas. De igual manera Leiva tiene desde hace años a México en el radar y adora tocar allí. Menciona a Ximena Sariñana, a Carla Morrison o a Natalia Lafourcade por su labor revisionis­ta con la música. “Están explicando a la gente de dónde vienen. Y esto es muy apasionant­e, muy conmovedor”, dice.

Esa mezcla de pasado y futuro es algo que también une al roquero y a la diseñadora, quien, por otro lado, tiene un presente bien prometedor. Este 2019 ha arrancado con Meghan Markle luciendo uno de sus diseños y el grupo LVMH llamando a su puerta. “Meghan y Louis Vuitton se llamaron y coordinaro­n todo”, ironiza, y comenta su entrada en el gigante textil: “Es una inversión minoritari­a. Estamos empezando a salir. No nos casamos. Nos estamos conociendo”. Gabriela ya sabe lo que es tener la ayuda de los grandes, pues Carolina Herrera le mostró genuino apoyo en sus inicios. Eso no quita para que Hearst busque su propio camino sin el espejo de esa elegancia del Upper East Side acuñada por Herrera y Oscar de la Renta. “Esa época de glamour ya no existe y ellos la representa­ron. Yo represento mi punto de vista. Los años que viví en Uruguay y los 19 años que viví en Nueva York. Y mi visión de lujo es muy específica. Es menos brillo quizá, menos ostentoso, pero más orientado a la calidad. Que sí, este suéter parece rústico, pero él (Leiva) sabe cómo se siente”, concluye. MATEO SANCHO CARDIEL

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Chaqueta de cuero y pantalón, de Gabriela Hearst; botas de John Lobb; sombrero de Nick Fouquet; joyería y guitarra de Leiva. En página opuesta: en Leiva: suéter y pantalón, ambos de Gabriela Hearst; en Gabriela: top y falda de Gabriel Hearst; anillos de Daniela Villegas. Es este reportaje: peinado y maquillaje para Gabriela, Alexa Rodulfo; acicalado, Peter Gray/ Home Agency.

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