Investigamos por qué este país latinoamericano ostenta uno de los índices más altos en cirugías estéticas como parte de su cultura (o culto) a la belleza.
LO NO MA
AQUÍ SON UN 30% Y 40% MÁS ECONÓMICAS QUE EN OTROS PAÍSES. MIENTRAS QUE EN CIUDADES COMO MIAMI, UNA MAMOPLASTIA PUEDE COSTAR ENTRE 3 MIL Y 4 MIL DÓLARES, EN COLOMBIA PUEDE VALER ENTRE 1.500 Y 3 MIL DÓLARES. EN EL AÑO 2016 MÁS DE 75.547 EXTRANJEROS VIAJARON A BOGOTÁ Y MEDELLÍN PARA SOMETERSE A DISTINTAS CIRUGÍAS
país latinoamericano ostenta uno de los índices más alto en cirugías estéticas, ¿por qué? Una fuerte CULTURA (o culto) a la belleza en sus mujeres y extranjeras, así como métodos avanzados –además de un costo más económico– han forjado una industria millonaria que responde a diversas necesidades. Vogue INVESTIGA
Si hablamos de cifras, Colombia es el cuarto país en donde más procedimientos quirúrgicos estéticos se realizan a nivel mundial con un total de 346.140 (de los 23 millones de procedimientos realizados en el mundo), según ISAPS (International Society of Aesthetic Plastic Surgery), estudio realizado en el año 2017. Entre los tres primeros países están Estados Unidos, Brasil y México. Los procedimientos que más crecieron en el mundo durante el último tiempo son la bioplastia (45%); aumento de glúteos (29%) y la mamoplastia de aumento (22%). En Colom- bia, los procedimientos más realizados son la liposucción y el au- mento de senos, y en el tercero y cuarto lugar la abdominoplastia y la lipoinyección glútea.
Aparte de estos porcentajes, que mues- tran cómo la cirugía plástica en el mundo y más puntualmente en Colombia se in- crementa constantemente, el turismo de cirugías plásticas también. Las cirugías estéticas son en Colombia un 30% y 40% más económicas que en otros países, lle- vando a cabo la cirugía en un estableci- miento legal y con todas las condiciones aptas para realizar este tipo de interven- ciones. Mientras que en ciudades como Miami, una mamoplastia puede costar entre 3 mil y 4 mil dólares, en Colombia puede valer entre 1.500 y 3 mil dólares. Se- gún ISAPS, en el año 2016, más de 75.547 extranjeros viajaron a Bogotá, Medellín y Cali para someterse a distintos procedimientos estéticos, lo que equivale a un 15 por ciento del total de cirugías realizadas ese año en el país. Los cinco países donde más se realizan procedi- mientos a pacientes extranjeros son Tailandia, México, Colom- bia, USA y Alemania. “Colombia es un país donde la gente se opera muchísimo estéticamente, los cirujanos somos muy dedi- cados a nuestro oficio, tenemos muy buenos campos de práctica tanto para la cirugía estética como para la reconstructiva, las ci- rugías estéticas son económicas a comparación de otros países
Colombia está muy bien ubicado en localización, pues queda muy cerca de USA y Centroamérica que es de donde vienen los pacientes principalmente”, explica el doctor Camilo Mejía, ciru- jano plástico reconstructivo y estético especializado en micro- cirugía y en reconstrucción de seno a causa del cáncer de seno.
Por otro lado, también está el tema de las cirugías realizadas por médicos especializados en otras áreas distintas a la medi- cina plástica o en algunos casos por odontólogos. Detrás de la búsqueda de un cuerpo perfecto, también están los terribles peligros de cicatrices imborrables, caras desfiguradas, glúteos y senos deformes, órganos extirpados y, a veces, hasta la muerte del paciente. Aunque Colombia es un país reconocido por la alta calidad de sus cirujanos plásticos, también hay muchos que se hacen pasar por cirujanos estéticos profesionales o clínicas clandestinas que se dedican a realizar estas intervenciones de manera ilegal, sin cumplir los paráme- tros de salubridad necesarios y sin estar regulados por los organismos de control.
Sin embargo, dejando a un lado las ci- fras y la parte clínica y haciendo un estu- dio sociológico y cultural, hablando con personas de diferentes círculos sociales y distintas ciudades del país todo se torna un poco más interesante.
La cirugía plástica es en Colombia un tema que creció con los colombianos de todos los estratos sociales y económicos, debido al concepto –o más bien un adjetivo– llamado “narco estética”. Un legado que viene de los años 80 por el narcotraficante más grande de la his- toria, Pablo Escobar. Esta estética devenía de la mujer de esa época, la cual era sometida a varias cirugías plásticas, con el fin de contornear su cuerpo y volverlo completamente seductor a la mirada del hombre. Fueron muchos los rasgos físicos y estéticos que para ese momento eran las mayores cualidades que se po- dían encontrar en una mujer.
Cabello largo hasta la cintura y en la mayoría de casos te- ñido de color rubio, senos y glúteos implantados con silicona de tamaños exorbitantes y una moda bastante llamativa y ex- travagante. Hoy, 30 años después, Colombia sigue viviendo las secuelas de esa estética y la mujer colombiana se sigue replan- teando día a día sobre su cuerpo, la ropa que viste y cómo actúa.
Son diferentes las circunstancias en las que se desarrolla el ser humano. Hay variables como la ciudad (sea del mismo país), la familia, la educación, el círculo social y el nivel económico que evidentemente lle- van a que la formación de una persona sea diferente a la de otra. Por esto es distinta la percepción que se tiene de la cirugía es- tética en cada una de las ciudades y pue- blos colombianos y, más especícamente, en cada uno de los círculos y grupos so- ciales. El tipo de intervención quirúrgica que una mujer se realiza en Colombia, también está muy segmentado, partiendo que si se realiza una rinoplastia, no tiene socialmente la misma connotación que puede tener una cirugía como el aumento de glúteos o la lipoescultura. Socialmente y culturalmente hay una lectura distinta de cómo se perciben este tipo de cirugías. Sin embargo, a pesar de que la cirugía estética es muy popular en Colombia, la percepción de esta según el tipo de cirugía que se realice una persona y por el círculo social al que esta perte- nezca; la cirugía es una actividad que se hace, pero no se cuen- ta. Se mantiene como un secreto. “No se trata de que la persona se haya operado o no, sino de que no se diga. Se puede hacer de una manera bulliciosa, pero ahí hay una diferencia, pues uno de los fenómenos de las élites colombianas es que a veces el tema de las cirugías se mantiene completamente en secreto, en silencio. De esto se trata un poco la historia del secreto en el mundo y de lo prohibido. De no contarlo, pero sí hacerlo. Ade- más, muchas de esas cirugías tienen una visión problemática y depende del lente con el que uno las mire, tiene que ver con cómo se mira a las mujeres que se realizan las cirugías, pues a veces estas intervenciones están hechas para la mirada mascu- lina. Sin embargo, con el tiempo, la percepción de las mujeres con respecto a la cirugía plástica ha cambiado en el sentido de que ahora puede signicar también un asunto de empoderamiento”, dice Edward Salazar, sociólogo de la Universidad Na- cional y Magister en Estudios Culturales de la Universidad de Los Andes.
Es interesante analizar en este punto, cómo en unos sectores sociales puede ser el secreto mejor guardado del mundo, mien- tras que en otros sectores sociales opera de manera opuesta. Es una situación que se percibe de manera diferente, según el nivel social económico y cultural en el que se en- cuentre la persona que se realiza la cirugía.
Vale la pena replantearse cómo la mujer latinoamericana se encuentra constantemente en una duali- dad sobre lo que es ella ísicamente y cómo quiere verse y proyectarse. Al nal, si se analizan las dos vertientes sobre el secreto mejor guardado o la cirugía celebrada, se puede observar que las mujeres se encuentran en un momento en el que no es fácil comunicar lo que posiblemente quisieran ser estéticamente. Esperemos que a través de estas líneas se fo- mente la idea de que la mujer pueda ser quien quiera ser con o sin cirugías plásticas y que en caso de que tome la decisión de hacérselas decida si quiere contarlo o no, por un tema pro- pio y no por el que dirán. ELEONORA MORALES
ESPERAMOS QUE SE FOMENTE LA IDEA DE QUE LA MUJER PUEDA SER QUIEN QUIERA SER CON O SIN CIRUGÍAS PLÁSTICAS Y, EN EL CASO DE QUE TOME LA DECISIÓN DE HACÉRSELAS, DECIDA SI QUIERE CONTARLO O NO, POR UN TEMA PROPIO Y NO POR EL QUE DIRÁN LOS DEMÁS