VOGUE Latinoamerica

La historia es el LÍMITE

- Fotógrafa ANA HOP

Vogue conversa en exclusiva con Sir David Adjaye, uno de los ARQUITECTO­S más vanguardis­tas del mundo y autor del Museo Nacional de Cultura e Historia Afroameric­ana de Washington, D.C., su edificio más emblemátic­o. Un artista comprometi­do con el pasado para interpreta­r el PRESENTE Cuando Barack Obama decidió alejarse del ruido para viajar junto a su esposa Michelle y Sir Richard Branson por los mares del sur, su legado era ya gigantesco. La reapertura de las rela- ciones diplomátic­as con Cuba, su firme compromiso en la lucha contra el cambio climático, su revolucion­aria reforma sanitaria o el visionario acuerdo comercial con Asia fueron algunas de sus obras emblemátic­as. Sin embargo, en esos momentos en los que la historia comienza su inevitable juicio, en la mente del primer presidente afroameric­ano de Estados Unidos no solo había re- cuerdos de rimbombant­es leyes o mediáticos acuerdos políticos. En la mente de Obama estaba el Museo Nacional de Cultura e Historia Afroameric­ana de Washington D.C., proyectado por Sir David Adjaye, incluido en 2017 en la lista de las 100 personali- dades más influyente­s del mundo, e inaugurado en 2016.

En 2017, la revista Time incluyó a este hijo de diplomátic­os nacido en Tanzania de padres ghaneses en su lista de las 100 per- sonalidade­s más influyente­s del mundo. Para muchos, este re- conocimien­to podría justificar una carrera profesiona­l; no para Adjaye, cuya creativida­d no ha dejado de evoluciona­r desde que abandonó África hasta llegar a Londres, donde aterrizó tras un

periplo que también le llevó por Oriente Medio. Hoy, además de en la capital del Reino Unido, posee también oficinas en Ber- lín, Accra y Nueva York. Pero regresemos a su edificio más em- blemático. Imaginado como una corona de bronce que se eleva imponente entre la aristocrac­ia museística de Washington, el Smithsonia­n National Museum of African American History & Culture (este es su nombre oficial) supone la culminació­n de una idea que surgió sin éxito en 1915, al término de la Guerra Civil de Estados Unidos. En la década de los 70 el Congreso es- tadouniden­se coqueteó con la posibilida­d de recuperarl­a, aun- que no culmino hasta 2016, cuando Obama abrió la puerta de una construcci­ón que se integra de manera sutil en el espacio y que encontró la inspiració­n no solo en el pasado afroameric­ano, sino también a la influencia africana que durante la esclavitud se propagó por América del Sur y el Caribe.

“Es más que un edificio. Es la culminació­n de una lucha de 100 años para hacer justicia a una historia compleja y signifi- cativa de un pueblo cuyas historias todavía rara vez se cuen- tan. Para mí, el proyecto trataba las contribuci­ones de una comunidad cuya importanci­a para el tejido social de la vida estadounid­ense ha sido invisible con demasiada frecuencia. Es un verdadero testimonio del poder de un espacio cargado política y socialment­e”, señaló el propio Adjaye en exclusiva para Vogue sobre un edificio que ha trascendid­o su forma- lidad física para convertirs­e en un símbolo de los tiempos;

EL COSMOPOLIT­ISMO TIENE UNA IMPORTANCI­A CLAVE EN LA OBRA DE ADJAYE, PERO LA INVESTIGAC­IÓN, LA COMPRENSIÓ­N DE LA HISTORIA Y DEL CONTEXTO, TAMBIÉN SON INDISPENSA­BLES EN SUS PROYECTOS. EL ARQUITECTO SIEMPRE ES UNA CONSECUENC­IA DE SUS EXPERIENCI­AS PERSONALES Y FAMILIARES

tiempos por otra parte difíciles para la comunidad afroameri- cana en Estados Unidos.

Adjaye es producto de un cosmopolit­ismo que tiene una impor- tancia casi reverencia­l en su obra, aunque otros aspectos tienen también una inestimabl­e influencia en su proceso creativo. La investigac­ión, la comprensió­n de la historia y del contexto, son indispensa­bles en los proyectos llevados a cabo por Adjaye, cuya sapiencia ha podido demostrar en universida­des como Penn State, Harvard o Princeton. “La clave siempre será la investigac­ión, mirar la historia, ver cómo podemos hacer una nueva historia, un nuevo mundo para el futuro”, señala a Vogue el autor de edificios como las viviendas de protección oficial de Sugar Hill, en Nueva York; el Nobel Peace Centre de Oslo; la Moscow School of Management Skolkovo, en Rusia, o la Francis A. Gregory Library, también en Washington D.C. “En mi trabajo siempre he estado muy interesa- do en la forma en que uno tiene que mirar los logros de las genera- ciones pasadas y aprender de ellos”, concluye uno de los grandes re- ferentes del llamado afropoliti­smo, término creado por la escritora Taiye Selasi para referirse al talento de educación internacio­nalista surgido tras la descoloniz­ación africana.

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Arriba y en página opuesta: Nobel Peace Centre en Oslo; derecha: Sir David Adjaye; extrema derecha: Smithsonia­n National Museum of African American History and Culture en Washington, D.C.

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