VOGUE Latinoamerica

Travesía Italiana

- ·FRANCESCA BONATO

Hay VIAJES que son para disfrutar el momento, dejar que el tiempo fluya al son de su propio paso, un poco más despacio, un poco más etéreo. LA TOSCANA en verano es uno de ellos para dejarse envolver por la magia, por los perfumes que se adhieren al aire y el calor y goce que trae esta TEMPORADA

Durante esta época se recolecta el trigo que brilla como un mar dorado radiante. El cielo es de un azul intenso y crea contrastes, y al meterse el sol cambia a tonos pasteles suaves y todo es envuelto por una luz cálida que tiñe todo de ocre con la duda si la luz del amanecer ha venido a recibir a la noche. Este color que se refleja tanto en mi vida y en la Toscana, da la sensación de ensueño y así lo fue durante nuestros cinco días de recorrido. Es un lugar que nos inspira enormement­e a Nicolás, mi esposo, y a mí para crear cosas nuevas.

Viviendo tanto tiempo en el trópico, extraño mucho las estaciones marcadas y los cambios que traen. En julio y agosto, Italia se intensific­a en colores, sabores, aromas, todo es más vibrante y alegre. Es la abundancia que trae el verano, sus frutos y al mismo tiempo la sencillez. Es lo que llamamos La Bella Vita. Te pones un sombrero de paja, te echas bajo la sombra de un olivo o tomas un gelato de limón amarillo para descansar del calor. Cuando viajamos solos siempre tratamos de tener diferentes experienci­as de lujo. Empezamos en una pequeña ciudad como Lucca, un lugar pintoresco, salpicado de ruinas romanas y de vestigios medievales, testigos del paso lento del tiempo. Un perfecto pied-à-terre para explorar los pueblos contiguos. Con sus bullicioso­s mercados, museos y catedrales es imposible no empaparse de historia. Un lugar perfecto para quedarse es el Palazzo Tucci –un palacio antiguo ahora convertido en hotel, en el centro con una vista inigualabl­e a la catedral–. Continuamo­s nuestro recorrido hacia el corazón de la Toscana: Florencia. Uno tiene que recordar que lo importante no es el destino sino el viaje. Es disfrutar del tiempo para poder apreciar los detalles que lo hacen inolvidabl­e. Manejamos sin prisa por los caminos marginales para gozar de las vistas del campo.

Florencia es un must, es la cuna del Renacimien­to y una ciudad viva con una vida cultural ecléctica que abraza todo tipo de arte: desborda la inspiració­n. Por eso es increíble encontrar pequeños tesoros escondidos como el Belmond Villa San Michele, un antiguo convento transforma­do en un hotel

boutique de lujo con servicio de excelencia. Rico en historia, con vista panorámica de la ciudad, es el lugar perfecto para descansar y tomarse el tiempo de reflexiona­r y escuchar la sinfonía de las cigarras que salen a cantar al atardecer. Terminamos nuestro recorrido en el pequeño pueblo medieval de Bolgheri, donde nos alojamos en La Locanda di Villa Toscana –un pequeño B&B– un lugar rústico, un poco apartado para una experienci­a más rupestre. Casi a las orillas del mar, Bolgheri tiene el aire salado y sientes esa brisa fresca que se mezcla con el aroma de uvas de los viñedos que abundan alrededor. Tener las tres cosas en el mismo viaje son opciones de lujo distintas que la hacen, verdaderam­ente, una experienci­a completa y única. Una vivencia a un ritmo lento, suave y romántico que permite gozar gradualmen­te de los paisajes, los lugares y los detalles. Es disfrutar desde el durazno más dulce

verano. o comer un tomate como si fuera manzana a inspirarse por los grandes artistas y la alegría de la gente. Es tocar, sentir y realmente vivir los regalos del

ES UNA ITALIA DE PAISAJES, ENCANTADOR­A E IDEAL PARA TOMAR UN CARRO DESCAPOTAB­LE Y RECORRER LOS CAMINOS MENOS EXPLORADOS CON TU PAREJA

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