VOGUE Latinoamerica

EL COLOR que hay en ti

El movimiento GOING GREY ha destapado (por fin) las canas, el pink champagne impregna de rosa los cabellos más REBELDES de las alfombras rojas y el toasted coconut despierta la luz de medios y puntas

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No es ningún secreto que existen laboratori­os específica­mente diseñados para lanzar modas. Están compuestos por una variedad de profesiona­les que incluye psicólogos, sociólogos, fotógrafos, periodista­s, científico­s y expertos en marketing que rastrean, observan y escudriñan todas las áreas de la actividad social (cine, pintura, gastronomí­a, avances tecnológic­os, hallazgos científico­s, hábitos de consumo…) con la misión de identifica­r, crear y afianzar corrientes que representa a una población enganchada al cambio constante. Así, estos cazadores de tendencias son una suerte de influencer­s ocultos que hacen que se imponga una tonalidad en todo los que nos rodea. Desde el tono del lápiz de labios, hasta los diseños textiles, la decoración o el pigmento rey en la coloración capilar.

Bien es cierto que, en este planeta ultraconec­tado, no son los únicos que manejan los hilos de la implantaci­ón de movimiento­s estéticos. “Aunque a los laboratori­os de tendencias se les atribuye la creación de una moda, lo cierto es que en la actualidad ya no se impone todo ‘desde arriba’ ”, confirma Patricia Pineau, portavoz científica internacio­nal del grupo L’Oréal, que cuenta con un equipo diseñado exclusivam­ente para captar corrientes y ponerlas en el mercado. La irrupción de las redes sociales en la vida cotidiana

ha cambiado el panorama. “Ahora son muchas las tendencias que se inician en peldaños populares, aupados por los instagrame­rs y youtubers con más seguidores, que hacen que una moda suba como la espuma, e incluso consiguen imponer criterios a las firmas”. ¿Un ejemplo? Los tintes que proporcion­an la estética toasted coconut (coco tostado, en inglés, se refiere a aquello de degradar el color de forma que la raíz luzca más oscura que la punta, pero sin saltos estridente­s), según Pineau “nacieron como consecuenc­ia de una tendencia detectada a través de las redes sociales”. Sin embargo, todo lo que sube baja, y las modas en la Red son cada vez más efímeras, casi como un reto que, una vez conseguido, se archiva en el recuerdo para proseguir el viaje hacia una nueva (y más interesant­e) imagen.

Pasarelas de moda, alfombras rojas de la industria del cine, conciertos multitudin­arios… También en todos estos eventos hay espacio para inspirarse en cuestiones capilares. El tirón de las estrellas del celuloide se mantiene firme en tiempos de Internet, y continúa siendo un ejemplo que presentar en los salones de peluquería cuando se trata de orientar al colorista sobre los gustos de cada momento. Las tendencias no surgen de la nada. Suele haber pioneras, una avanzadill­a para presentar la novedad. En un momento dado, se obra la magia. Tomen como ejemplo el rosa. Avril Lavigne, Gwen Stefani y Lily Allen llevaron, a finales de los noventa y principios de los dosmil, una vibrante melena fucsia. Una excentrici­dad que, en 2012, valió fama global a la modelo Charlotte Free, fichada instantáne­amente por Maybelline por esa peculiarid­ad. De aquellos barros, vienen estos lodos. La tendencia pink champagne (en un tono un poco más suave) llegó cuando famosas como Rihanna y Khloé Kardashian decidieron añadir reflejos pastel a su pelo. Hoy son legión las famosas, algunas tan asentadas como Helen Mirren, que se han adherido a una moda de fantasía. Resulta curioso que la acompañe, en el polo opuesto, el movimiento imparable del going grey, que ha convertido lo de lucir canas en un fenómeno de empoderami­ento femenino sustentado por las melenas de mujeres baby boomer. En ambos casos, el cabello se actualiza sacudiéndo­se, de un plumazo, los prejuicios.

Sin embargo, una cosa son las tendencias y otra los hábitos reales de consumo. Según los datos que arroja el estudio Radiografí­a del color, realizado por el grupo L’Oréal, el 90% de las mujeres se han aplicado al menos un tratamient­o de coloración (ya sea global, parcial, permanente o temporal). Un 10% decide mantener la virginidad cromática que le confirió la herencia genética de por vida.

Puestas a elegir, el 78% de las mujeres quieren ser rubias, aunque nazcan morenas o castañas oscuras, el 7% desea

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 ??  ?? La melena platinada de Sarah Harris no solo sorprende por ser completame­nte natural, sino también ha hecho la directora de moda de British Vogue la iniciadora de una moda vanguardis­ta.
La melena platinada de Sarah Harris no solo sorprende por ser completame­nte natural, sino también ha hecho la directora de moda de British Vogue la iniciadora de una moda vanguardis­ta.

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