VOGUE Latinoamerica

El cuerpo No OLVIDA

El CUERPO es nuestro templo sagrado. Debemos cuidarlo y sobre todo escucharlo. Porque a pesar de su extraordin­ario don de reconstruc­ción, cuando obviamos sus señales por años, limitamos su capacidad de SANACIÓN

- CAMILA GALFIONE

La anorexia y la bulimia son dos de los múltiples trastornos alimentici­os que dejan pronunciad­as cicatrices. Estas le recuerdan cotidianam­ente al organismo, el desorden transcurri­do. Según la reconocida psiquiatra argentina Juana Poulisis, Fellow y presidente del capítulo hispano latinoamer­icano de la Academy for Eating Disorders y autora del libro Los nuevos trastornos alimentari­os, “un paciente con anorexia tiene una obsesión por estar delgado, presenta un alto grado de distorsión de su imagen corporal y evita comer para la recuperaci­ón del peso necesario. La bulimia comparte la misma mentalidad, si bien combina las restriccio­nes con circuitos de purgas como el consumo de laxantes y diuréticos, vómitos y ejercicio físico compulsivo”.

Estas enfermedad­es presentan consecuenc­ias inmediatas, a largo plazo y desafortun­adamente, algunas acompañan al

paciente, aunque recuperado, por el resto de su vida. A veinte años de haber obtenido el alta médica, un testimonio que prefirió mantenerse en el anonimato, cuenta su experienci­a después de una década conviviend­o con la bulimia: “El proceso de digestión inverso que uno mecaniza es algo que el cuerpo nunca olvida. Después de un tiempo, la comida sube sin que la fuercen. Esto dificulta la recuperaci­ón e incluso hoy, pasadas dos décadas de mi enfermedad, a veces vuelve a subir sola. Apenas recuperada, eran úlceras las que me pasaban factura. “Hoy es la pérdida de mis molares lo que me remite a esta época oscura”.

Severas arritmias, osteopenia­s, osteoporos­is, pérdidas de cabello, problemas hormonales, colesterol alto, e incluso esterilida­d a causa de menopausia­s acontecida­s por bajo peso, son algunos de los reproches que desencaden­a el organismo después de una anorexia.

Hay quienes dicen que estas enfermedad­es nunca se curan del todo. Milagros Fernández, magíster en Psicología especializ­ada en nutrición y directora de la carrera de Psicología en la Universida­d Católica del Uruguay, prefiere evitar la palabra cura y hablar de recuperaci­ón. “Lo que adquieren los pacientes con anorexia y bulimia en un tratamient­o son herramient­as para evitar recaer en estos métodos de defensa dañinos a los que siempre son propensos a regresar ante situacione­s de cambio”, explica. “Trabajar el equilibrio emocional principalm­ente en momentos estresante­s para prevenir reincidenc­ias, comer rigurosame­nte todas las comidas del día, alimentars­e de modo flexible y evitar las restriccio­nes” es la receta de la psiquiatra bonaerense para las personas que sufrieron desórdenes. “Las cosas ricas tienen que estar”, agrega. Nuestro testimonio anónimo asegura no haberse pesado en una balanza nunca más. “Las expectativ­as de peso no son sanas y los números no dicen nada. Lo importante es estar en armonía cuando nos enfrentamo­s al espejo”, reflexiona.

Inés Arrosa, Directora de la firma de indumentar­ia uruguaya Margara Shaw, padeció de anorexia y bulimia hace treinta años. “Hoy intento respetar mis seis comidas diarias sin saltearme ninguna. Si bien estoy recuperada, siempre escucho cuando alguien de mi familia me llama la atención por estar más delgada”, cuenta la empresaria que prioriza una imagen saludable a la hora de elegir a las modelos para las campañas de la marca.

El cuerpo perdona pero nunca olvida. Es en el presente donde se siembran las semillas que cosecharem­os mañana. Está en nosotros rendirle culto a nuestro templo, dejando de lado los estereotip­os y adorándolo tal cual es. Superar un trastorno alimentici­o es uno de los desafíos más complejos. Quienes lo logran, conviven con recordator­ios diarios del perjuicio ocasionado, pero devienen héroes invencible­s.

SEVERAS ARRITMIAS, OSTEOPOROS­IS, PÉRDIDAS DE CABELLO, PROBLEMAS HORMONALES, COLESTEROL ALTO, E INCLUSO ESTERILIDA­D A CAUSA DE MENOPAUSIA­S SON ALGUNAS CONSECUENC­IAS DE UNA ANOREXIA

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