VOGUE Latinoamerica

Diosa del QUECHUA

- ·MARIO MUGUERZA LESCANO

Sunqullay significa gracias en quechua, y es la palabra que Renata Flores tatuaría en los labios de todo el mundo para conseguir un cambio positivo en la sociedad. “Sunqullay es como ‘desde lo más profundo de mi corazón’, es más sentimenta­l y así es el quechua”, sostiene la cantante de 19 años desde su casa en Ayacucho. En esas cuatro paredes improvisa un set de grabación en el que versiona canciones al quechua en un intento de hacer que los jóvenes se interesen por una lengua que se resiste a morir. Es así como hits musicales de Billie Eilish cobran vida en una danza de palabras que muy pocos entienden, pero que hacen que una nueva generación se deslumbre por ella.

“Estoy en un proyecto que se llama Pitaq Kani que significa ‘¿Quién soy?’. Íbamos a los colegios y hacíamos conciertos para que los niños y jóvenes puedan cantar música de Ariana

Grande, Cher o Cardi B. Muchos se olvidaban de los prejuicios que tiene el idioma”, confiesa Renata quien debido a la pandemia llevó el proyecto al terreno digital.

Por estos días, Flores transforma el invierno en primavera y se reinventa. Pese a que el lanzamient­o de su primer disco Isqun quedó en stand by, perfeccion­a el trabajo que presentará este año y que posiciona a la mujer como una fuente inagotable de fortaleza a través de la historia. “Me voy a enfocar en la mujer indígena, el mestizaje, e incluso en mujeres guerreras que han sido muy importante­s en la independen­cia como María Parado de Bellido”, sostuvo “la diosa del quechua”.

El sello personal de Renata es la fusión de la música andina con ritmos como el pop y el trap, un camino casi inexplorad­o y en el que fue pionera. “Empecé con el pop, después con el electro, pero siempre quería que haya un charango o esa esencia de la música tradiciona­l. Ya había escuchado el trap gracias a Bad Bunny y otros artistas latinos y sentí que era lo que quería”. Además de la peculiar amalgama de melodías, el trabajo de Renata pone en vitrina su natal Ayacucho, aquella provincia golpeada por el terrorismo en la década de los 80, pero que sirve de locación para sus videoclips. “En Mirando la misma Luna estamos en Wari, un lugar arqueológi­co que lamentable­mente todavía no está completame­nte descubiert­o. Queríamos mostrar que es tan impresiona­nte como Machu Picchu”.

Renata Flores rescata de las cenizas el idioma de nuestros antepasado­s y aviva la llama para que la lengua ancestral de los incas renazca en una generación joven. “Me gustaría que reivindiqu­emos nuestro pasado. Es hora de darnos cuenta que venimos de un imperio grande, de una cultura milenaria y que eso no debe perderse”.

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