Belleza colorida
Cartier encapsula paisajes pintorescos desde la profundidad del mar hasta el misticismo de un cielo estrellado en su última colección de Alta Joyería.
La alta joyería es ese espacio que nos recuerda que la orfebrería, el saber hacer con piedras y gemas, más la capacidad de enviar un mensaje en piezas casi escultóricas son un arte mayor. Y como todos los artistas, los grandes joyeros se inspiran en sentimientos, instantes y espacios para crear una narrativa con la que conectamos y enriquecemos con nuestras propias vivencias. Eso es lo que encontramos en casas como
Cartier, que esta vez presenta obras de paisajismo convertidas en joyas con su colección Beautés de Monde.
La vanguardia en las estructuras y las formas, se unen en esta propuesta con remembranzas al vocabulario clásico del estilo, y el cromatismo se usa como signo para conectar con los parajes que se recrean. Ahí está el verde de una montaña en las esmeraldas, la imponente transparencia de los glaciares cristalinos, un cielo estrellado o alusiones a la fauna, pero no de forma evidente, sino sugerida y sutil. En Beautés de Monde todo tiene sentido, desde los flexibles collares hasta las piezas que, con un coherente pragmatismo, se transforman para ser una vez ese pendiente perfecto y, luego, un broche memorable para realzar cualquier outf it o poner un acento que hable de la personalidad de quien lo incorpora a su mensaje estético.
También se distingue en esta colección la manera perfecta en que las técnicas joyeras traducen perfectamente el impacto visual de los escenarios que inspiran cada joya. Los cortes se usan para amortiguar o hacer más intenso el dramatismo, y hacer legible la abstracción. Entonces, las piedras hacen su parte cada vez que con su color y textura matiza todo el conjunto. Water Aspis, es una de las piezas más destacadas de la colección cuando hablamos de arte joyero y de la tradición de una firma de la estatura de Cartier. El legado de la casa nos lleva sin gran esfuerzo a la serpiente, y la manera magistral en que se usan el diamante y el lapislázuli, con estructuras triangulares recuerdan que así es como se fusionan legado y vanguardia. Por supuesto, esa afirmación es una prueba de continuidad y de cómo cada colección ratifica el ADN de la casa. Desde que aquellos diamantes neoclásicos montados en platino conquistaron a la nobleza de finales del siglo XIX, Cartier ya comenzó a escribir esa historia y a dar lecciones de arte mayor. Ahora ese saber hacer se ratifica en la manera en que rubíes y diamantes están en el collar Rituel. Las gemas parecen estar suspendidas y tener vida propia. Pero además hay una sensación de libertad, como un glaciar que se ha desprendido y traza nuevas rutas. Si repasamos más piezas de esta colección, se reafirma el tema de la libertad creativa y, además, de la manera en que se incentiva también esa libertad en quienes llevarán las joyas. Como sucedería en una galería, cuando nos detenemos a hurgar en el sentido de una obra abstracta, contemplar y llevar con nosotros el collar Recif, nos dispara la imaginación y pone en marcha un viaje totalmente personal en el que, más que el destino, lo que importa es cada momento de una travesía que durará para siempre. Los creadores maridan en esta prenda la fauna y la flora, valiéndose de contrastes de color y texturas. Esmeraldas, corales
y diamantes blancos van generando puntos de bitácora que pasan por fondos marinos, islas y criaturas más o menos cotidianas. Sin embargo, nada está reñido con el hecho indiscutible de que para otras personas se puede estar evocando el verde de una mirada, el naranja de una fruta que se compartió de manera cómplice o los destellos de un fogonazo que no miró nadie más.
Otra virtud de Beautés du Monde, es la manera de recordarnos que la belleza está en todas partes y que cada quien tiene la libertad de asumirla, verla, disfrutarla e interpretarla a su manera. Nuevamente, recordamos el legado, esa fue la esencia de una de las notables colaboraciones en la historia de la marca, aquella que inspiró el legendario promotor de las artes Sergei Diaghilev, a principios del siglo XX. Como mismo sus favoritos Vaslav Nijinski y Leon Fokin generaron mitos para los Ballets Rusos de Diaghilev, toda aquella estética alimentó la estatura de Louis Cartier por aquellos años. El ave del “Pájaro de Fuego” o el fauno hierático neoexpresionista de Nijinski, puede estar para algunos ojos en una rubelita sobre pétalos de diamantes y ónix, en una de las piezas de esta nueva colección. Pero si alguien no conoce la historia de aquellos legendarios monumentos danzarios, igual tendrá su experiencia inmersiva en la rara fluidez de los volúmenes de una flor que flota sobre una cadena de cuentas de Calcedonia ligera, delicada... y, de nuevo insistimos, ¡libre! Por si alguien quisiera que singularizáramos alguna otra pieza de esta propuesta, mencionaríamos el collar Iwana, una remembranza
Parajes, flora y fauna se trasmutan en piezas excepcionales de una colección que genera sensaciones y crea memorias para quienes la llevan.
de la piel de una iguana, su textura y su relieve. Pero puede que no se trate del reptil, sino de las agrestes montañas de Latinoamérica, de donde, precisamente, le llegan a la prenda esas tres esmeraldas colombianas talladas en cuatro cortes, que evocan la espina dorsal de la iguala, un paraje andino o una memoria que nos guardamos de aquel viaje o aquel momento.
La colección también se compone de siete anillos, evocadores de las bellezas del mundo que van desde los paisajes más intensos, a la quietud de pequeños espacios; y de la flora exuberante a aquella flor simple que nos regalaron esa vez en medio de una ciudad llena de tráfico y prisas. Los sitios, paisajes, aromas y colores que se evocan en las piezas de la nueva entrega de Cartier son vehículos para generar emociones, y la emblemática casa de alta joyería lo logra a la perfección... Pero no olvidemos que se trata de la maison Cartier, una institución que sabe muy bien que lo que más importa es la fauna pensante que nos cohesiona. Somos nosotres quienes leemos, escribimos y reiterpretamos cada vez el sentido de una gran colección que nos hace pensar, y eso es Beautés de Monde.-José Forteza