VOGUE Latinoamerica

Más allá de la piel

Javier Zamora nos lleva por distintos rincones y recuerdos a través de Solito, la novela que explora la identidad de no ser ‘ni de aquí ni de allá’.

-

Las personas somos migrantes de ciudades, emociones e historias, pero dentro de ese mundo hay espíritus que poseen narrativas que realmente personific­an el tener un espíritu dividido entre mundos y recuerdos que a veces puede dejar heridas que no se ven, pero que no por eso duelen menos. Este es el caso de Solito, una novela escrita por Javier Zamora, originario de La Herradura, en El Salvador, cuenta su historia de cómo sus padres migraron a Estados Unidos tras la guerra, por lo que vivió con sus abuelos hasta los 9 años, cuando le pagaron a alguien para que lo llevara al país de los sueños a encontrars­e con sus padres. Ha pasado el tiempo y aunque creció con una vida con oportunida­des en Estados Unidos, no es ajeno al tema de la guerra y a sanar las heridas de ese niño de 9 años al que le rinde un tributo y con el que se reencuentr­a a través de su más reciente novela.

“Ese viaje duró como nueve semanas y de eso escribí. El ejercicio fue mi primera forma de encontrar una catarsis después de sobrevivir ese tiempo: recuerdo que mis padres me dijeron que no le contara a nadie lo que me había sucedido y que no mencionara que no había nacido en Estados Unidos. Recuerdo que aunque me costó un poco aprender inglés, tan pronto lo hice, incluso mentía y decía que no hablaba español, fue quizás por esa mentira y por el resentimie­nto de ver, vivir y saber que este país no era lo que yo me esperaba. Además de que no sabía lo que era no tener papeles, creo que todo eso me hizo un buen deportista: el fútbol fue la primera catarsis que necesitaba porque era casi violento, y creo que el deporte fue la primera herramient­a que tuve par procesar todo lo que me había pasado, pero no fue hasta los 17 años que comencé a escribir. A esa edad empecé a aplicar a las universida­des, pero también me di cuenta que mi estatus migratorio iba a ser algo que tenía que procesar. Ahí el papel y la pluma me ayudaron a procesar todo, comencé escribiend­o poesía. Nunca lo dije porque no tenía el privilegio de sentarme a escribir por horas, pero la poesía llegó y comencé a hablar de todo esto. La poesía fue la que me enseñó cómo escribir y contar una historia”.

Cerrar con la última página de Solito signiŽca encontrart­e con la necesidad de sanar lo que a veces no sabes que llevas dentro, pero que de una u otra forma no afecta cotidianam­ente y en la forma en la que creamos vínculos con los que más amamos o con los que deconstrui­mos relaciones. Sanarse signiŽca mirar hasta el fondo y encontrart­e con lo que a veces no quieres ver de frente por miedo a que te lastime como lo hizo alguna vez.

“Todo comenzó en las 9 semanas: la primera mentira que dije para sobrevivir fue una que el coyote me dijo que contara, que era decir que éramos mexicano, la segunda fue que dos desconocid­os eran mi padre (a quien le digo Chino) y mi madre. Creo que por eso mentir al llegar a Estados Unidos fue muy fácil, pero es algo que me ha afectado en mis relaciones y mi vida, he sido un gran mentiroso”... pero, ¿acaso las †cciones que leemos no son bellas mentiras que tocan las †bras más sensibles de la realidad? Para eso es la literatura.

Solito es un libro que resuena con la realidad de muchos migrantes, unas más afortunada­s que otras, pero en realidad se resume a la búsqueda de un mundo mejor, pero con la cláusula no escrita de que tienes que abandonar una parte de su persona mientras cruzas las fronteras. “Se siente muy feo: la catarsis y el arte solo pueden ayudar hasta cierto punto, como incluso lo hace para mí Solito, y en mi vida personal lo puedo ver porque el libro de poemas pensando que estaba haciendo todo para sanar mi trauma cuando en realidad solo me estaba mintiendo a mí mismo, porque tenía muchas millas de esa historia que aún no había contado. Me di cuenta de que me retraumati­zaba y tuve que aceptar que necesitaba una terapeuta, y hasta la quinta conocí a alguien con quien exploré esas 9 semanas de las que yo había contado -para ese momento- casi nada. Me di cuenta que el arte y el deporte no te sana del todo, sino que necesitas ayuda profesiona­l y eso fue lo que a mí me ayudó a contar esto porque por 20 años no quise hacer memoria de lo que pasé cuando tenía 9 años: me sentía incómodo porque no sentía que era de ningún lado, pero tuve que comprender que yo solo SOY, pero tenía que ver de frente a mi niño de 9 años y estar con él. Procesar y entenderlo como parte mi día a día lo que yo viví y como se re•ejaba de forma consciente o inconscien­te: tal vez ese es el trauma más grande que he vivido, pero tampoco ha sido el único. Recuerdo de forma muy vívida esas semanas, eran heridas que recordaba mucho y no las quería ver, pero hay una teoría que muestra que cuando una persona viven un trauma no solo la mente lo recuerda, sino todo el cuerpo recuerda cómo se vivió: podemos decir que no nos acordamos, pero hay muchas formas inconscien­tes de acordarse. En mi caso, una muy personal viene de ese viaje, cuando Chino siempre me jalaba del lado izquierdo, y por 20 años siempre sentía que mi lado izquierdo se afectaba, con dolores de espalda o cuerpo: también cuando comencé a escribir poesía a los 17 años, pero a los 20 años comenzó a nublarse el ojo, que me dan eye migrains (migrañas del ojo) y eso solo me pasa cuando estoy muy estresado. Con eso me reiteraba que el trauma lo llevaba dentro, pero desde que comencé a escribir este libro, pasó de ser algo muy frecuente a pasar que me pasa una vez cada cuatro meses. Para mí el trauma es como un Blu-Ray DVD, todavía puedo oler la arena en Oaxaca de cuando nos pararon por primera vez los de la migra. Esto es importante decirlo porque muchos migrantes se quieren olvidar del trauma y recurrimos a drogas, sexo o cualquier medio, pero lo cierto es que nunca se olvida. Es importante verlo de frente para poder sanar”.

“Comencé a escribir Solito cuando estaba en Harvard, cuando me pagaban y estaba muy bien, pero estaba muy triste, llegué a rock bottom y acepté que necesito ayuda: Solito es parte de mi camino a sanar, pero es un camino de por vida porque ese niño con el que he estado platicando por 4 años, él es el libro, y es bueno porque no existe dentro de mí, sino que existe dentro de un libro y eso me ha ayudado. Reencontra­rme con él fue duro, es una gran parte de mí, pero no es la única, ahora lo entiendo y él ya no es el problema más grande, ahora es mi versión de cuando tenía 13 años y cuando tenía 4 años. Creo que soy escritor por esta razón, porque necesito procesar mis problemas internos al escribir, así que ahora estoy tratando de entenderme. Las partes que más recuerdo es del momento que siempre estaba en alerta, de las otras no es tanto. Recuerdo ese pescado que comimos en Acapulco y la naturaleza como cuando estábamos en el bote, lo bonito y lo trágico ocurrieron de la mano, pero también lo aburrido”.

El trauma tiene muchas caras, pero la forma de solucionar­lo casi siempre es la misma: reencontra­rse con él de la mano aquello que te dé catarsis, pero también acompañado de alguien que te ayude, de lo contrario los recuerdos se vuelven temerosos cadáveres de nuestro mundo inconscien­te. Sanar es la clave, no importa si lleva un día o 30 años, aquí está Javier Zamora para recordarno­s eso.

Solito es una novela que relata la experienci­a de un niño de 9 años que tiene que cambiar de realidad de noche a la mañana, y del poder que hay al sanar las heridas del alma.

 ?? ?? CON NARRATIVA PROPIA
Javier Zamora es un escritor que ha experiment­ado la sensación de muchas personas migrantes, de no ser 'ni de aquí ni de alla', que explora en esta obra.
CON NARRATIVA PROPIA Javier Zamora es un escritor que ha experiment­ado la sensación de muchas personas migrantes, de no ser 'ni de aquí ni de alla', que explora en esta obra.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina