“No quisimos recrear un tiempo en particular”
Richie Faulkner, el nuevo guitarrista de Judas Priest, habla de su rol en la emblemática banda y ofrece su opinión sobre el disco “Redeemer of souls”, que el sábado presentarán en el festival porteño Monsters of Rock.
El inminente festival Monsters of Rock, que se realizará el sábado en la porteña Ciudad del Rock, tiene como uno de sus números centrales a la banda británica Judas Priest, cuyo nombre propio es uno de los primeros que se vienen a la mente cuando alguien verbaliza “heavy metal”. Porque fue este grupo el que le dio un nuevo marco conceptual al género y a su cultura accesoria allá por la década de 1980, entre el sadomaso, las motos cromadas y rugientes, la necesidad de clamar venganza o defender la fe acerca de lo que se cree ciegamente.
Hoy liderada por el icónico cantante Rob Halford, el guitarrista Glenn Tipton y el bajista Ian Hill, la formación intenta alinearse a su era más gloriosa con Redeemer of souls, un disco publicado al cierre del año pasado que destaca al guitarrista Richie Faulkner como reemplazo del fundador KK Downing. Como para que se curta, y también para hacerlo sentir parte de este momento de Judas Priest, el rubio y treintañero Faulkner fue el elegido para atender las en- trevistas promocionales llegadas de todo el mundo, ofrecidas para agitar un encuentro en el que también actuarán Ozzy Osbourne y Motörhead, entre otros.
Si sos un adorador del metal, debe ser muy estimulante que tus ídolos te llamen por teléfono para invitarte a tocar con ellos. “Cuando me llamaron, recién despertaba de una siesta, así que cuando escuché la proposición te imaginarás lo rápido que me levanté”, ilustra Faulkner desde su hogar londinense y con tono extasiado. Y sigue: “Me citaron, fui, hablamos de lo que ellos estaban buscando, lo que querían y lo que no, y empezamos a trabajar. No fue una audición, pero les mostré algunas cosas con las guitarras. Quiero decir, sabían que podía tocar la guitarra, conocían mi trabajo, pero supongo que aquella reunión fue para ver si era una buena persona con la que se pudiera trabajar”.
– ¿Tan importante es ser buena persona en este negocio?
– Cuando estás de gira, vivís con ese grupo de personas, en los hoteles, aeropuertos. Es importante la habilidad con tu instrumento, pero también tu personalidad. Fue genial que me tuvieran en cuenta.
El primer show de Faulkner con el grupo fue en un reality de música pop. Hubiera sido más natural debutar en un estadio, pero a él le tocó esto. De todos modos, no la considera una situación bizarra: “¿ Fue en American idol? Se dio así, casi al mismo tiempo que me uní a la banda. Fue una buena oportunidad para promocionar el nuevo tour, mostrar al nuevo integrante. Y estuvo muy bien que Judas Priest actuara en ese contexto. Un grupo con tantos años de carrera mostrándose en el lugar supuestamente inadecuado; está muy bien, si lo pensás. A veces no podés elegir el timing, pero uno actúa donde se le presenta la oportunidad”.
– ¿ Sentiste presión al reemplazar a KK Downing? ¿ Respetás sus arreglos originales o tomás el riesgo de añadir tu personalidad?
– Hay algo de presión, puede ser. Son desafíos que recibo, lo vi como una oportunidad para mostrar mi trabajo. Yo lo veo como un gran honor, más allá de la presión. Sabía que podía hacerlo. En cuanto a los arreglos originales de KK, es parte de mi filosofía respetar lo que se hizo previamente y también respetarte a vos mismo. KK fue muy importante para el heavy metal, como otros guitarristas del género. Con sus solos también había improvisación, él tocaba diferentes cosas en vivo, como en su momento lo hizo Jimi Hendrix. Y ellos dos me inspiraron, soy de la misma escuela, así que digamos que es una combinación de respeto por lo que hizo y el respeto por lo que hago yo en Judas Priest. Me hiciste una pregunta interesante.
Disco honesto
– ¿Quedaste satisfecho con el resultado de “Redeemer of souls”? Muchas críticas apuntaron que es un regreso al fulgor de los ’ 80.
– Es difícil tenerlo tan claro, el disco lleva apenas seis meses en la calle. Un disco necesita su propio tiempo para evaluar su inserción en la cultura. Como sea, uno siempre da lo mejor de sí para que sea un gran trabajo. Algunos dicen que es un regreso al sonido de los ’ 80, otros que suena más a los ’ 70... En mi opinión, tiene el carácter de Judas Priest. No intentamos recrear ningún tiempo particular, hicimos lo que nos salió del corazón. Está el carácter individual y el colectivo, y eso se nota. Pusimos las ideas sobre la mesa para ver qué pasaba. Es un disco muy honesto.
– ¿Y pudiste filtrar tus puntos de vista en la producción?
– La gente se pregunta si puedo hacer mis cosas, si tengo la libertad de proponer ideas... Desde que me uní a Judas Priest sentí una atmósfera familiar muy reconfortante. No es un grupo de dos personas que lideran al resto. Es una banda, como debe ser. En los primeros ensayos, me pidieron opinión acerca de todo: las canciones, los arreglos, cómo armarlas para que fueran más estimulantes, incluso la forma de tocarlas en vivo. Fui parte del proceso creativo junto con el resto de la banda. Las opiniones de todos son valiosas, y eso es muy importante. Eso genera libertad creativa.
– ¿Cuál es el mejor disco de Judas Priest, y por qué?
–¡ Es una pregunta muy difícil! Tanto Judas Priest como Maiden, Sabbath y AC/ DC, son grupos muy difíciles para elegir un único disco favorito. Hay discos que llevan un paso más allá la creatividad. Pero si tuviera que elegir uno solo, de principio a fin, probablemente elegiría Defenders of the faith. Es un clásico de Judas Priest... Pero también están Painkiller, British steel... todos son alucinantes. Pero esto es sólo mi opinión, cada uno tiene su favorito.
– Así que nunca te sentiste intimidado por Rob Halford y Glenn Tipton...
– No, para nada. Cuando te ponés a hablar de cosas corrientes, no fue para nada intimidante. Fue algo muy agradable ir a la casa de Glenn, sentarse en su sofá y tomar el té con ellos. Son como vos y yo, amantes de la música. Fue un gran placer conocerlos. l