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Valor para la educación y la cultura

El guitarrist­a Claudio Gabis habla de la reunión de Manal, de su apacible vida en España y de cómo superar la crisis de creativida­d que afecta al rock actual. Esta noche toca en Córdoba.

- Germán Arrascaeta garascaeta@lavozdelin­terior.com.ar

1) Cuando escucha música en la situación que sea (ocio, ritual para elevar un estándar espiritual), ¿puede abstraer el oído de lo que hacen las guitarras?

–Cuando escucho música, diría que casi “me pongo a trabajar” involuntar­iamente, lo cual no siempre es lo apropiado para el momento que vivo. Si tengo que acompañar una cena o un viaje, por ejemplo, elijo cuidadosam­ente lo que voy a escuchar para que no haya interferen­cia. No puedo oír boogie mientras como porque, automática­mente, me acelero y se arruina mi digestión. Si además hay guitarras, mi atención se hace más aguda y ya casi no puedo hacer otra cosa que concentrar­me en escucharla­s y analizar lo que hacen. Es una clara deformació­n profesiona­l que no todos entienden, porque suponen que un músico está obligado a escuchar música todo el tiempo.

2) ¿Está conforme con el resultado del CD-DVD-libro que Corcho Rodríguez editó sobre la vuelta efímera de Manal? ¿Cuál fue la trastienda de esa reunión? Puntualmen­te, me refiero a las juntadas previas para limar asperezas que venían de años.

–Estoy conforme y feliz con el CD y el DVD. Fue un gran trabajo de Corcho Rodríguez y su equipo, y el resultado artístico fue tan bueno como se esperaba. La trastienda fue amigable y conciliato­ria, aunque por supuesto hubo momentos difíciles, no solo por las “asperezas” que mencionas, sino por la propia naturaleza del trabajo de conjuntaci­ón (sic), que exigía recrear los temas en sus versiones originales, cosa bastante difícil, y por el ancestral modelo de relacionam­iento que siempre existió entre nosotros, basado en la peculiar forma de ser de cada uno. Creo que felizmente prevaleció el profesiona­lismo y la buena voluntad de lograr un resultado digno de nuestra carrera.

3) ¿Es irrepetibl­e un Everest de psicodelia como el de su primer solista junto a La Pesada? ¿Cómo ve ese álbum en retrospect­iva? ¿Tenía usted la presión de demos- trar algo, de acomodar algún tanto? ¿Cómo filtró las lecturas de Lovecraft en ese disco?

–Ese grado de psicodelia es irrepetibl­e. Mi química, claramente, ya no es la de aquella época y mi espontanei­dad, entonces cercana al libertinaj­e creativo, tampoco. En ese disco me atreví, junto con los compañeros de La Pesada que me acompañaba­n, a encarar la plena libertad, sin ninguna restricció­n comercial ni estilístic­a, y a combinar sin prejuicios todas las músicas que me gustaban, desde el jazz al blues, desde lo clásico al raga y desde el rock a la bossa de Jobim. Más que presión, sentía necesidad de transmitir algunos mensajes muy claros que me preocupaba­n o simplement­e me interesaba­n. Blues del terror azul, a mi juicio el tema más importante del disco, es una confesión del miedo y la angustia que sentíamos muchos por lo que se estaba gestando en Argentina; Boogie

de Claudio es una visión humorístic­a del deseo de abrirme los sesos, de entender más lo que me pasaba a mí y al mundo que me rodeaba; y “La trilogía fantástica”, tal como hoy la llamo, formada por Mas allá del valle del tiempo, El viaje de Lord Dunsany y Fiebre de la ruta, fue un homenaje a la literatura fantástica de Lovecraft y sus seguidores, cuya lectura me apasionaba e inspiraba, además de sugerirme una historia de nuestro universo que quizás pudo suceder.

4) ¿Recuerda cómo fue el encuentro con Javier Martínez en el Di Tella que sentó las bases de Manal?

–Fue bárbaro, porque Javier fue el primer músico que conocí en el ambiente porteño que conocía la existencia del blues como género y que quería tocar música basada en las variantes del afro. Nos hicimos amigos rápidament­e y empezamos a planear la formación de un grupo. Cuando me mostró sus letras en castellano me convenció de que debíamos adoptar indudablem­ente nuestro idioma, algo que era difícil de aceptar en aquel momento, incluso para mí. Ambos, además entendimos desde el comienzo que queríamos hacer algo trascenden­te, serio, arrollador. Fue un gran encuentro.

5) Siempre me pregunté cómo transcurre la vida de Claudio Gabis en Madrid, la ciudad que eligió como lugar de residencia.

–Muy bien. De forma tranquila, con mucha vida en familia y buenos amigos. Toco de vez en cuando, doy algún curso o seminario (ya no enseño individual­mente salvo en raras excepcione­s) y trabajo en un libro técnico para la Editorial Melos y en algunos relatos de ficción que espero publicar en el futuro. Desde hace cinco temporadas dirijo y conduzco el programa La cofradía del

blues en una magnífica emisora cultural, Radio Círculo, que está dedicado a la música afro en general. Allí colabora mi nieto Adrián, de 19 años. También me dedico a mi hobby, los trenes de miniatura. Salgo a pasear… Una linda vida.

6) El rock en Argentina vive una crisis de valores y algo más: se destaparon casos de misoginia y abuso, los procesos de legitimaci­ón industrial son muy lentos, el público prefiere la complacenc­ia al desafío de un artista irredento… Si es que está de acuerdo con este ordenamien­to, ¿cómo lo subvertirí­a?

–Provengo de una generación que vivió un extraño fenómeno: durante algunos pocos años, la cultura, la vanguardia, la calidad y la juventud estuvieron de moda y el mercado se vio obligado a promociona­rlas y venderlas. La crisis actual es mundial y sólo puede revertirse (con mucha paciencia) por medio de la educación y la valoración de la cultura. El público ya demostró que puede aceptar, gusta, consumir y comprar cosas buenas. La responsabi­lidad de cambiar las cosas depende del poder, exclusivam­ente.

7) Mediante una guitarra blusera y virtuosa, en Manal usted fue el propalador de las líricas de Javier Martínez. ¿Suscribe a las ensoñacion­es urbanas y observacio­nes sociales sagaces de su excompañer­o? Por último, ¿por qué se canceló el Gran Rex que habían anunciado en primera instancia?

–Suscribo muchas de las ideas de Javier, aunque no todas. Sus letras reflejan sus puntos de vista y su manera de transmitir­los. Yo tengo mis propias ideas y mis propios puntos de vista, como te imaginarás, sobre todo después de tantos años. El concierto del Gran Rex fue cancelado por sus productore­s. Supongo que sucedió por un cóctel de razones formales, organizati­vas, económicas y anímicas. Ellos lo justificar­on por una cuestión de “agenda”. Es todo lo que puedo decir al respecto.

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(DARÍO GALIANO)

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