Una chica poderosa y feminista
Para afirmar que Mujer Maravilla es la mejor película del Universo DC habría que haberlas visto todas, y no es el caso (ni lo será) de quien escribe estas líneas. Alguien que no se entusiasmó leyendo cómics se abruma descubriendo a cada rato la existencia de nuevos superhéroes, con rivalidades e historias superintrincadas, creados hace décadas por esa factoría o por su competencia directa, Marvel. Solamente entre la Liga de la Justicia y Los Guardianes de la Galaxia concentran más fichajes y protagónicos que la trilogía entera de El Señor de los anillos.
Pero a la Mujer Maravilla la conocemos todos. Es tan universal y popular como Batman, Superman o El Hombre Araña, y el solo regreso a la pantalla justificaba pagar la entrada.
Claramente, lo mejor está en los primeros 50 minutos, esos que explican la génesis de este personaje tan encantador. El pulso feminista de la directora Patty Jenkins regala escenas de gloria en medio de esa comunidad de mujeres donde se cría la futura Diana Prince. Esas amazonas son la personificación de la vida en armonía, de la libertad y la solidaridad, valores que se cultivan en un paraíso donde mandan la buena energía y la naturaleza.
Todos los elogios que se dijeron sobre Gal Gadot están justificados. Lleva el traje con gran personalidad y se carga sobre esos hombros esculpidos de tanto entrenamiento una historia que, cuando se pone pesada y amenaza con girar en círculos, refresca con ingenuidad y toques de humor.
Mujer Maravilla redondea una muy buena opción para pasar el rato, y es cierto que si durara 15 minutos menos sería mejor todavía. Pero el entretenimiento está garantizado con un personaje magnético, un elenco de mujeres superpoderosas y unas cuantas ideas inteligentes para digerir junto con el pochoclo.