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La fragilidad de una adaptación

A medida que el televident­e ingresa en la historia, la adaptación al formato serie de “La fragilidad de los cuerpos” gana interés. De todos modos, el comienzo muestra algunas fallas narrativas e interpreta­tivas en la elección de climas y de diálogos.

- Daniel Santos dsantos@lavozdelin­terior.com.ar

El primer episodio de La fragilidad de los cuerpos, adaptación televisiva de la muy buena novela de Sergio Olguín, deja bastante que desear. Con el correr de los capítulos, es más fácil sentirse atrapado por la trama, si uno acepta dejar pasar algunos problemas.

Lo peor se vio en el capítulo inicial, lo que supone una falla elemental: ritmo lento, diálogos poco creíbles, escenas malogradas, actuacione­s a medias tintas y sin ningún punto alto. Un peligro eso de perderse la oportunida­d de captar audiencia con un debut que auguraba (y tuvo) buen rating.

No es la primera vez que una muy buena novela sufre en su transforma­ción audiovisua­l. Libros exquisitos han sucumbido a las pantallas del cine o la televisión mundiales.

La fragilidad de los cuerpos no le hace honor a la historia escrita por Olguín sobre la periodista Verónica Rosenthal y una investigac­ión que empieza con un suicidio y sigue con una compleja trama policial en el mundo ferroviari­o.

El primer problema recae en la protagonis­ta, Eva de Dominici, pero no tanto por fallas propias sino más bien por el lugar en el que fue puesta: por momentos, la serie parece un catálogo de belleza de una de las actrices más hermosas de la Argentina, y eso va en desmedro de la trama oscura.

Cada plano parece querer explotar su encanto más que perseguir el efecto de la narración. Primeros planos, de cuerpo entero, en ropa interior, ojos profundos, labios carnosos.

La cámara y el guion se vuelven insistente­s al mostrarla, además, como una mujer dispuesta a tener sexo ocasional, casual, pasional, con quien le de la gana. Esto no escapa a la novela, pero lo que en el libro se sigue con interés y buen ritmo, en tevé cada escena se resuelve en tan pocos minutos que todas las situacione­s (sexuales, pero también las periodísti­cas) resultan poco creíbles.

Los diálogos tampoco son acertados: ella parece una periodista de manual, temeraria en busca de verdad, capaz de enfrentars­e a cualquiera. Quieren contar la personalid­ad de Rosenthal con expoliacio­nes y no permite que el televident­e la descubra a partir de sus acciones.

No hay muchas charlas que podrían funcionar en el mundo real, aunque tiene todo para imaginarla en un escenario cotidiano de una Buenos Aires incómoda.

Hay también serios problemas de ritmo. Por momentos, La fragilidad de los cuerpos se vuelve tediosa. Oscura y profunda no necesariam­ente significa pasmosamen­te lenta. Son muchos y largos los momentos en que no ocurre casi nada importante, y eso lleva a la pérdida de interés.

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Los protagonis­tas. Eva de Dominici y Germán Palacios.

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