Tres imitaciones de CFK.
En sus regresos, los programas de La nata, Susana y Ti nelli apostaron por la caracterización de Cristina Fernández.
Con distintos resultados, el modelo se repite. Tres estilos diferentes para la misma imitación.
Desde los tiempos posdictadura, en los que Mario Sapag se caracterizaba como Raúl Alfonsín para burlarse de su saludo de manos unidas por sobre el hombro, la figura del imitador político está ligada a nuestro imaginario popular democrático. Una versión distorsionada y paródica de un mandatario permitía (y permite) poner en duda declaraciones, contrastar posiciones y, muchas veces, demostrar incoherencias.
Casi no hay figura en la escena política nacional actual que no haya sido parodiada, con menor o mayor efectividad. Y en esa calesita de caras cambiadas, la sortija es la medición del rating.
En el marco de un escenario convulso en lo económico, político y social, la televisión asume el rol de “poner en jaque” frente a las cámaras a las figuras más conocidas del ámbito.
Al juego se prestaron (y no fue casual) los últimos candidatos presidenciales antes de llegar al balotaje con el que Macri se hizo del mandato: cada uno tuvo que sentarse sobre su dignidad para interactuar con su sosias.
Este año, con mirada retrospectiva y con intención premonitoria, no podía ser una excepción, aunque ya el recurso (y la insistencia con algunos personajes) esté dando las últimas bocanadas.
En las imitaciones se juegan también ideologías, posturas y hasta creencias. Y ante la posibilidad de que la expresidenta Fernández de Kirchner retorne al tablero político, los programas con mayor rating de la televisión volvieron a echar mano del recurso.
Responsable de “la grieta”
Jorge Lanata decidió armar en su programa una especie de novela de enredos que transcurren en The house of the grieta (la casa de la grieta, remedando a la serie norteamericana House of
Cards). Se trata de una vivienda en la que el decorado está fracturado, y en el que se pasean personajes fácilmente reconocibles: Oscar Parrilli, Alicia Kirchner, Daniel Scioli, Mauricio Macri, Jaime Durán Barba, Máximo Kirchner, María Eugenia Vidal y Lilita Carrió. Ellos son los protagonistas del
sketch humorístico en el que destacan las buenas caracterizaciones, las imitaciones irreverentes y el maquillaje mágico que en tele todo lo puede. Hasta el momento, es una de las apuestas mejor logradas, con una muy buena interpretación de la actriz Laura Bruni, elegida para ponerse tanto en la piel de Cristina como en la de María Eugenia Vidal.
Lo de Bruni resultó una sorpresa y, en conjunto, el sketch funciona incluso mejor que lo que otrora fuera la hilarante casa de
Gran cuñado, de Tinelli, esa especie de zoológico de imitadores con distintos grados de aciertos y errores, además de guiones medio flojos de papeles.
La presencia permanente
El personaje inspirado en Cristina Fernández no sólo habita el estudio de Jorge Lanata: también podemos ver otras versiones de la expresidenta en otros programas que suelen liderar el rating, como el de Susana Giménez y el de Marcelo Tinelli.
El creador de ShowMatch volvió a apostar este año por un unipersonal a cargo de Martín Bossi en la piel de CFK. Así el humorista se paró frente a un podio en el que probó sus dotes para copiar las alocuciones de la exmandataria. A diferencia de la propuesta de Lanata, el personaje de Bossi funciona lanzando una catarata de chistes y juegos de palabras con los que intenta incomodar al conductor, pero siempre en formato monólogo.
El paso de comedia resulta simpático, aunque el clon de CFK interactúa sólo con el conductor, lo que convierte a los chascarrillos en humoradas demasiado endogámicas.
En el momento de presentar a Bossi, Tinelli comentó que se trataba de un momento político fuerte, y aprovechó para recordar la escucha de la expresidenta con el juez Parrilli, en la que Cristina trata de “idiota” al conductor.
Tercera en discordia
Fátima Florez fue la encargada de subirse al sketch en el programa de Susana Giménez, ataviada como Cristina, personaje con el que ya demostró tener un caballo de batalla efectivo. Esta vez la imitadora estuvo secundada por la conductora más Jorge Lanata y Antonio Gasalla, caracterizado como la empleada pública.
Florez llevó adelante su personaje a pesar de que, según trascendió después, parece que hubo alguna fricción entre ella, Gasalla y gente de la producción del programa en un entredicho que no está demasiado claro, pero que rebotó por varios titulares esta semana.
En un momento en el que la credibilidad está en jaque, en el que la situación económica y social es apremiante, resulta llamativo que los tres programas con mayor audiencia decidieran hacer pie en la figura de CFK, cuando hay también suficientes motivos como para mofarse de otros políticos que hoy están en funciones.
En rigor de verdad, el único espacio en el que otros políticos fueron blanco de las burlas, es el de Lanata.
Lejos de ser un análisis político, hay una cosa que para el espectador es evidente: ninguno de los tres programas consiguió hasta el momento cruzar a la imitada con su imitador, cosa que sí se ha hecho varias veces con otras figuras. Pero no hay manera.
¿Será esa la búsqueda? ¿Un careo humorístico que sirva a ambas partes involucradas? Si es así, habría que cambiar la estrategia, porque el chiste parece estar a punto de agotarse.