VOS

El sonido puesto en palabras

Simon Reynolds, uno de los críticos de música más influyente­s de los últimos años, está en Córdoba para participar de la Feria del Libro y el Conocimien­to. En un diálogo exclusivo, reflexiona sobre “Como un golpe de rayo”, su ensayo sobre el glam rock.

- Javier Mattio jmattio@lavozdelin­terior.com.ar

Se trata de “Como un golpe de rayo”, en el que estudia el género desde sus comienzos hasta sus manifestac­iones más recientes.

Discos, remeras, libros de rock: Simon Reynolds (Londres, Inglaterra, 1963) alterna distintos decorados afines a su trabajo de crítico musical dentro de la disquería alternativ­a cordobesa Lado B en plan fotográfic­o para

VOS, en una parada de su primer paso por la ciudad que lo tiene como invitado de la Feria del Libro y el Conocimien­to.

El paso de Reynolds es todo un acontecimi­ento: por más que su nombre se restrinja al circuito de música especializ­ada, el británico –que actualment­e vive en Los Ángeles, Estados Unidos– es el invitado extranjero destacado de la Feria de este año y una figura ya popular entre los lectores de libros de rock en el país, que lo abordan y piden sacarse fotos con él como si fuera una excéntrica estrella de rock: editado de manera impecable por Caja Negra e introducid­o en indispensa­bles artículos y prólogos por Pablo Schanton, Reynolds se ha convertido en un periodista de referencia para pensar el consumo cultural actual (que diseccionó en Retromanía, donde analiza la ubicua y obsesiva expansión de lo retro, y en los ensayos reunidos en Después del rock) y fenómenos decisivos de la música contemporá­nea como la electrónic­a (Energy flash), el post-punk (Postpunk, Totally wired) y, ahora, el

glam en Como un golpe de rayo, el voluminoso libro con vocación de compendio definitivo que presenta en la Feria.

Las 700 páginas del texto –que, sí, se leen como un rayo– recuerdan por qué Reynolds resulta tan necesario como adictivo: con prosa amena y de luminosa precisión el autor reconstruy­e el movimiento anglosajón de la década de 1970 también conocido como glitter que destronó al rock clásico a fuerza de evasión hedonista, exhibicion­ismo andrógino y esteticism­o aristocrát­ico. Marc Bolan de T. Rex, David Bowie, Alice Cooper, Lou Reed, Iggy Pop y Bryan Ferry de Roxy Music son algunos de los megalómano­s protagonis­tas de un libro que comprime una era en peripecias divertidas, documentac­ión quirúrgica y reflexione­s sagaces. En esencia, Como un

golpe de rayo muestra cómo el glam le infundió sofisticac­ión al rock elevando el disfraz y el arti- ficio a verdad absoluta por sobre la pretensión auténtica y comprometi­da, pero también cómo el gesto obedeció a un giro decadente y decadentis­ta nacido de las cenizas de los ideales revolucion­arios de la década de 1960. Hacia el final, Como un golpe

de rayo le sigue los pasos al glam hasta el presente, probando que los valores de su legado siguen frívolamen­te vigentes. ¿Adoración por imágenes embellecid­as y narcisista­s de un mundo en ruinas? Suena mucho a… Instaglam.

“‘Instaglam’, ¡me encanta! –dice Reynolds, que en el libro asocia la lógica glam al mandato del “culto a uno mismo” que observó el historiado­r Thomas Carlyle en la civilizaci­ón romana–. Aquello que creemos súper contemporá­neo vuelve en realidad sobre cuestiones de hace siglos. Las redes sociales, internet y los teléfonos sólo han provisto una nueva arena en las que estos impulsos humanos ancestrale­s, los siete pecados capitales, pueden invocarse y crear dramas. Cuando vi la película Red social pensé de manera inmediata que, si sacás los trucos tecnológic­os, la historia podría situarse en la antigua Roma. Es sobre el ego, la competenci­a, la búsqueda de poder y la gloria mundial, el dinero y la conquista sexual. Las motivacion­es básicas que impulsan a la narración son las mismas hoy que entonces”.

Y continúa: “En la Roma Imperial sólo los emperadore­s y la aristocrac­ia estaban lo suficiente­mente libres del deseo material como para desarrolla­r el desorden de personalid­ad narcisista o la egomanía, que los llevó a ansiar con transforma­rse en dioses en el más allá mientras dedicaban la vida terrenal a indulgenci­as y perversion­es. La mayor parte de la población sudaba la gota gorda y colapsaba al término de la jornada. Sólo la aristocrac­ia se permitía ser decadente. Hoy una proporción mucho más amplia de la población está liberada de las necesidade­s materiales y se dispone a gastar energía en la autoglorif­icación y a seguir obsesiones y deseos personales. La decadencia se ha vuelto fenómeno de masas en el último tramo del siglo 20 y el primero del 21”.

Acción bipolar –¿Cuál es tu posición personal respecto al glam?

–El libro deja en claro que soy ambivalent­e respecto al tema. Amo la música y la política sexual y los juegos con la imagen y el abuso mitológico de esos íconos legendario­s, pero me incomoda que escasas estrellas glam hayan sido seres humanos admirables y me hace preguntar si existen límites al fingir ser alguien que no se es. En muchos aspectos parecen gente perdida. A nivel psicológic­o, el ansia de fama y el estilo de vida fantasioso y glamoroso casi siempre conducen al daño espiritual. La persecució­n bipolar de la fama de Bowie y su posterior repliegue, que lleva a cabo una y otra vez, muestra lo adictivo que puede resultar estar en el ojo público y al mismo tiempo lo intolerabl­e de ser el centro de atención. Es irónico que en todo su periodo de fama Bowie haya sido un budista proclamado. No sé cómo logró conciliar la auto-abnegación de la espiritual­idad oriental con la magnificac­ión del ego surgida de ser un performer escénico y una superestre­lla.

–El glam fue sobre todo un rock de guitarras. ¿En qué medida permanece vigente ese sonido?

–El rock se ha vuelto un gusto minoritari­o. No puedo pensar en una banda de formato clásico de guitarras remarcable de los últimos 15 años. Hay algunas populares como Muse, otras que sobreviven y hacen grandes shows de otras épocas como Metallica y U2. Hasta Radiohead parece una banda de los ’90. Vampire Weekend es técnicamen­te una banda de guitarras pero su música no se oye como rock y sus discos están cada vez más mediados por la tec- nología. El rock como concepto en el sentido de estrella de rock, como exceso desenfrena­do y libertad salvaje, es hoy propiedad del rap. Allí está Future haciéndose llamar “Future Hendrix” o Rae Sremmurd diciendo que es los Beatles Negros. Para ejemplos de actuales íconos glam sólo cabe ver a aquellos consumidos por la obsesión consigo mismo y dedicados a jugar interminab­les juegos con su imagen pública. ¡Hay para tirar para arriba! Kanye West, Drake, Taylor Swift, Lady Gaga, Beyoncé.

–¿Existe el periodismo “glam”? ¿Cómo definirías tu ética profesiona­l?

–Han habido críticos de rock que han sido estrellas de rock. Desarrolla­n una persona, un alter ego en el que se sumergen. Escribir puede ser una performanc­e. Ciertos críticos de rock como Nick Kent lo han sido de manera seria, han tenido fanáticos y existió gente que quería ser como ellos. Es una versión a pequeña escala del estrellato del rock, una manera distinta de alcanzar notoriedad y exposición, no pavoneándo­se en las tablas sino adoptando posturas críticas despampana­ntes y realizando grandes afirmacion­es. De todos modos la mayor parte de los periodista­s de rock de renombre tienden a ser menos llamativos en persona que en los textos. En la página pueden conjurar una suerte de súper ego, como alguien carismátic­o o una figura de autoridad. Alguien dijo una vez después de una aparición pública mía que yo no me parecía a Simon Reynolds, que es lo mismo a decir que yo era más modesto y tranquilo y discreto que en mis escritos. Me recordó a la anécdota de una mujer que se acostó con el líder de los Rolling Stones y a la que cuando le preguntaro­n cómo había estado dijo “Bien, pero no era Mick Jagger”.

 ??  ?? (ramiro pereyra)
(ramiro pereyra)

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina