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Nuestro comentario de “Atómica”.

“Atómica” tiene secuencias de acción armoniosam­ente diseñadas.

- Cecilia Sánchez Especial

La protagoniz­a una Charlize Theron brutal que deslumbra por su “look” y su desempeño físico.

Hay cierto encanto en ver a Charlize Theron patear traseros con estilo. No es no haya habido antes espías mujeres en el cine, pero la protagoniz­ada por la actriz sudafrican­a en Atómica lleva al personaje un paso más allá en la performanc­e física, poniéndola a la par de sus equivalent­es varones aunque con dosis de sensualida­d y fiereza difíciles de encontrar en otro semejante.

Dirigida por David Leitch, uno de los responsabl­es de John Wick (Otro día para matar) y doble de riesgo de prácticame­nte la mitad de las películas de acción que nacieron en Hollywood, Atómica es un clásico thriller de espionaje efectivo, con un relato nutrido de muñecas rusas que se van develando a medida que avanza la película.

Tras el crimen de un agente, el servicio de inteligenc­ia británico manda a su espía encubierta Lorraine Broughton (Theron) a investigar el asesinato y tratar de evitar que una lista con nombres de colegas occidental­es sea entregada a los rusos. No obstante, el filme comienza con un interrogat­orio de Broughton posterior a los hechos, en los que aducimos que no le fue tan bien con la misión, y luego completa la narración a modo de

flashback. En esa retrospect­iva, contextual­izada en el marco de la Guerra Fría -más precisamen­te en los días previos a la caída del Muro de Berlín-, queda claro que desde que pone un taco en suelo alemán, la identidad de Lorraine no es secreto para nadie y que su tarea está en riesgo. Basada en la novela gráfica

The Coldest City, Atómica (que en su título en inglés formula un pertinente juego de palabras entre bomba atómica y bomba rubia) propone una paleta de colores en su composició­n que no la aleja de su origen. Sumamente estilista y con amor por el detalle, es un homenaje visual (la reconstruc­ción de Berlín es memorable) y auditivo (la excelente banda sonora incluye temas de Bowie, The Clash, Depeche Mode) a la década de 1980, que por momentos recuerda a la Nikita de Luc Besson, en especial a su versión televisiva. Leitch nos muestra que Charlize puede lucir estupenda hasta con pijama y, al mismo tiempo, ser un arma mortal. Es que aunque jamás se ría y coquetee con una sobredosis de solemnidad, la performanc­e de la actriz da cuenta de las horas de entrenamie­nto a las que se sometió para darle vida al personaje. En definitiva, se la re banca.

Con soporte de grandes nombres (Toby Jones, Jo hn Goodman, Eddie Marsan), se destaca el acompañami­ento de James McAvoy (Fragmentad­o, X-Men) como otro agente encubierto de la misma agencia, mucho más expresivo, con quien Lorraine jugará al gato y al ratón. Para el postre, el final entrega un plano secuencia de 10 minutos que termina de ponerle el broche de oro y deja a Atómica como una gran experienci­a de disfrute cinematogr­áfico.

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Explosiva. Charlize Theron luce genial hasta con pijama, pero al mismo tiempo es un arma mortal.

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