La difícil tarea de rescatar un clásico
Esta semana se estrena “Blade Runner 2049”, 35 años después de la película original. ¿Podrá estar a la altura de uno de los grandes hitos del cine mundial? Una vuelta al universo imaginado por Philip K. Dick.
I nhóspita, melancólica y oscuramente excitante, Blade
Runner (1982) ocupa como pocas el podio de clásicos cinematográficos de ciencia ficción de todos los tiempos. Suyo fue el mérito de inyectar cyberpunk temprano en la gran pantalla, de combinar policial negro con futurismo de manera visual y sonoramente
sofisticada y de anticipar la inquietud moral-existencial por el límite paranoico que separa a un humano de una máquina. Situada en una Los Ángeles neoasiática de gigantescos avisos publicitarios en 2019, el filme de Ridley Scott basado en ¿Sueñan los androides
con ovejas eléctricas?, de Philip K. Dick, exhibía con pulso lacónico la cruzada que lleva a cabo el
blade runner Rick Deckard (Harrison Ford) para eliminar a cuatro androides rebeldes o replicantes.
Recibida con distancia en su momento y convertida con el tiempo en una ubicua e influyente obra de culto (a lo que ayudaron cortes nuevos y reediciones en otros formatos), la cinta no iba a quedarse sin su secuela en tiempos de nostalgia provechosa. Con La guerra de las gala-
xias y Alien (del mismo Scott) todavía dando vueltas y las reincidencias más o menos locuaces de El vengador del futuro y Mad
Max, el regreso de Blade Runner estaba cantado. La confirmación de la empresa en vías al aniversario de 35 años, el secreto en torno al proyecto y los sugerentes tráilers lanzados a cuentagotas hicieron de Blade Runner 2049 una expectativa mayúscula en la cartelera de este año. El futuro llegó y ahora el filme se estrena con la promesa de replicar –y no así clonar– el mito.
En cuanto a los créditos, es casi como si el tiempo no hubiera pasado. El certificado de fidelidad recae sobre los hombros de viejos conocidos: Ford vuelve como un veterano Rick Deckard, Scott permanece en la producción y repite el coguionista Hampton Fancher (ahora junto a Michael Green en vez de David Webb Peoples). Las nuevas caras incluyen al director Denis Villeneuve y su habitual director de fotografía
Roger Deakins (La
sospecha, Sicario), que tiene la decisiva responsabilidad de reemplazar al fallecido Jordan Cronenweth, y un elenco compuesto por Ryan Gosling, Jared Leto, Robin Wright, Ana de Armas y Sylvia Hoeks. La banda sonora, antes clave en los sintetizadores étnico–espaciales de Vangelis, complemento perfecto para las postales de urbe noir enajenada, corre ahora por cuenta de Jóhann Jóhannsson, Benjamin Wallfisch y Hans Zimmer.
Reacción en cadena
Curiosamente, la génesis de la secuela operó como una reacción en cadena propia de un reclutamiento de espionaje: primero fue la productora Alcon, que adquirió los derechos de la franquicia en 2011 después de delicadas negociaciones, la que contactó a Scott, que aceptó en un santiamén. “Vengan a Londres ya mismo”, exigió el cineasta. Al instante se sumó Fancher, y el llamado telefónico a Ford no tardó en llegar. El equipo tenía claro que sin él no habría película.
Villeneuve llegó al proyecto bastante más tarde, cuando el guion estaba desarrollado y Scott decidió no dirigir la película para dedicarse a Misión rescate. “Recibí la bendición de Scott”, cuenta el director canadiense, que revela que la idea de la secuela siempre estuvo presente en la mente de su colega inglés: “Scott me dijo que al hacer la Blade Runner original pensaba en contar más historias de Rick Deckard. El filme había abierto un nuevo universo con un detective del futuro. No tenía que concluir todo necesariamente en una cinta. El deseo de más siempre estuvo. Sólo que pasaron tantas cosas con esa primera película que el proyecto quedó congelado”, dice Villeneuve.
Como lo indica el título, la acción ocurre 30 años después de los sucesos originales. Gosling es el oficial K de Los Ángeles, un nuevo blade runner cuya investigación lo lleva tras los pasos de Rick Deckard. No hay mucho que aventurar en los tráilers salvo un par de contenidas escenas de acción y escenarios espectacularmente decadentes, y en las entrevistas sus responsables son reacios a difundir los consabidos spoilers. Villeneuve fue quien más habló del filme, adelantando vagamente que la flamante secuela trata cuestiones como “la memoria, la influencia de los recuerdos, la aceptación paterna y el tránsito a la adultez a partir de la liberación de determinismos genéticos”.
Eslabón intermedio entre el anterior filme de ciencia ficción de Villeneuve, el ambicioso y por momentos deslumbrante La llegada, y el inminente Dune (otro clásico revisitado, en este caso el fallidamente genial que firmó David Lynch en 1984), Blade Runner 2049 busca calar hondo en su abordaje atmosférico, con planos arquitectónicos y naturalistas rigurosamente concebidos por el director y Deakins. Villeneuve: “Digamos que la primera película fue hecha por un director nacido en Inglaterra bajo la lluvia. Esta fue hecha por un canadiense nacido en la nieve. La luz es distinta”.
“Es un desafío. Es una película que ha sido incansablemente citada en los últimos años, influyendo incluso a La guerra de las galaxias. ¿Cómo podés volver sobre algo tan original y hacer un trabajo relevante? Encontrar la clave fue un largo proceso”, agrega el director. Y cierra: “Blade Runner desorientó en su momento. La gente esperaba otra película de Han Solo y se encontraron con un policial depresivo, por eso no fue un hito instantáneo. Pero ahora la gente está más acostumbrada a ese universo, es un filme que puede recuperarse. Lo volví a ver hace poco y es fantástico. Es añejo, los efectos, todo, e igualmente podría estrenarse hoy y sería un éxito”.