Cuatro de corazones
El Cuarteto del Amor presenta su nuevo disco, “Con el permiso de toda la gente”. Acostumbrados a públicos y a puestas muy diversas, los integrantes se preparan para el escenario de Luz y Fuerza.
Los integrantes de El Cuarteto del Amor llegan a la planta de La Voz de impecable atuendo: sombreros, chalecos, moños y tiradores. Como un viaje en el tiempo hacia las primeras décadas del siglo pasado, el cuarteto que le canta al amor se lleva la atención de todos con sus serenatas y deja a su paso más de una mejilla colorada. Y muchas sonrisas.
El Cuarteto del Amor presenta disco el próximo jueves en el auditorio Luis Gagliano, pero su propuesta pocas veces tiene que ver con escenarios convencionales. Es que si bien la agrupación tiene un formato desenchufado que se adapta a diferentes contextos, su propuesta posee una impronta callejera que está presente desde sus comienzos.
Según cuenta Leonardo Tangenti, cantante y violinista de la banda, cuando arrancaron hace seis años la idea era formar un grupo callejero que haga serenatas a domicilio. Pero el proyecto mutó rápidamente hacia un perfil más social, con presentaciones en geriátricos u hospitales, y sumó un fuerte componente político.
“Nos comprometimos con la causa de pensar el arte no sólo como esparcimiento, como diversión, sino como una herramienta terapéutica, educacional, de transmisión de ideas. Eso fue lo que comenzó a determinar el eje del proyecto sin que vaya en desmedro de nuestro trabajo. El cuarteto del amor nos mantiene, nos permite darle lo social y político, y al mismo tiempo genera los recursos para que podamos seguir viviendo de esto”, se explaya Leonardo.
Franquicia callejera
En sus comienzos, El Cuarteto del Amor estaba formado por tres cordobeses y un uruguayo, Andrés Lazaroff. Al poco tiempo, volvió a sus pagos y siguió con el proyecto junto a tres nuevos músicos de aquella geografía, mientras que en Córdoba también se buscó un reemplazo.
“Es muy loco esto de tener una especie de franquicia de un grupo callejero”, bromea Tangenti, y explica que tanto en la sede Córdo- ba como Montevideo hay varios músicos que son reemplazos para poder afrontar los trabajos que se les van presentando.
“En un momento hubo cerca de 10 personas acá y unas 12 en Montevideo. Ahora se redujo en ambas sedes y en Córdoba de forma activa hay seis personas”, dice Rodrigo Sandoval, y agrega: “Una vez hubo cuatro versiones en simultáneo de El cuarteto del amor en diferentes países”.
Tanto musicalmente como en la puesta en general, la banda toma elementos de la primera mitad del siglo 20 y los incorpora a los tiempos que corren. Sin embargo, los chicos de El Cuarteto del Amor no hacen “cortar y pegar”, sino que atienden a cuestiones y problemáticas actuales, como la de género, y las tienen en cuenta a la hora de llevar a escena su proyecto.
“Hacemos música de una época en la que el contexto era muy distinto. Nosotros somos seres de esta época y tenemos la cabeza abierta a los cambios. Tenemos nuestras opiniones y somos seres políticos. Entonces tuvimos que adaptar ese personaje de los años ’30 a nuestra ideología y eso resultó un trabajo interesantísimo sobre cómo mantener el personaje sin tener una actitud que hoy por hoy es condenada socialmente y por nosotros mismos”, explica Leonardo, y Rodrigo agrega que neutralizaron varios temas musicales para que no estén dirigidos sólo a mujeres y que en sus presentaciones le cantan tanto a las damas como a los caballeros: “Eso en los años ’30 era impensado”.
El cuarteto del amor toca en lugares distintos y ante públicos muy diversos. Según cuentan sus integrantes, las reacciones del público pueden ir desde las risitas nerviosas, los cachetes colorados y la vergüenza, hasta lágrimas de emoción. Entre las anécdotas que tienen en su haber, Rodrigo cuenta que en una ocasión fueron a tocar al área neonatal de un hospital y terminaron musicalizando la llegada de un bebé al mundo. Con el permiso de toda la gente es el disco que El Cuarteto del Amor presenta el jueves en el Auditorio Luis Gagliano. El álbum tiene en su mayoría temas propios y resultó todo un desafío para la banda, ya que debían componer pensando en que la música y la letra mantengan el espíritu de los años ’30.