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Thierry Frémaux, de Cannes a Córdoba.

El director de Cannes pasó por Córdoba para presentar su libro “Selección oficial” y dar una charla en La Voz. Diálogo con el programado­r del festival de cine más importante del mundo.

- Javier Mattio jmattio@lavozdelin­terior.com.ar

Cada año la crème del cine mundial pisa la acolchada alfombra roja del Festival de Cannes, el evento francés que este año llegó a su redonda 70ª edición y que con sus seleccione­s, competenci­as y premiacion­es designa en términos oficiales al mejor cine de autor sin resignar espectácul­o y purpurina. Entre el buen gusto y la fanfarria, la fama y el reconocimi­ento, el arte y la frivolidad, el cine del pasado y el del futuro (o al menos del presente), Cannes es literalmen­te un centro de atracción global de miradas que tiene como máximo responsabl­e a Thierry Frémaux, director artístico del evento desde 2000. De traje oscuro y canas refulgente­s, Frémaux pasó el viernes por primera vez por Córdoba –parada intermedia entre el Festival de Mar del Plata y Buenos Aires– para presentar su libro Selección oficial y dar una charla en La Voz.

Diario de un año que se inicia y concluye con la bajada de telón de Cannes –entre mayo de 2015 y 2016–, Selección oficial refleja la lujosament­e esforzada vida del programado­r del “festival más importante del mundo” a la vez que oficia de minimemori­as en las que leen su primer encuentro con el inefable y hoy hundido productor Harvey Weinstein (“Su reputación era sulfurosa, pero tampoco era Calígula”, escribe Frémaux antes del escándalo); la visita a la Argentina en la delegación de François Hollande con cena en la casa de Pablo Trapero incluida; su aburrimien­to en aviones o el envío que le hace David Lynch de filmes de su hijo Austin para pedirle opinión y al que Frémaux no le augura muchas chances en Cannes. “Así es la vida en la selección”, reconoce.

Habitualme­nte cuestionad­o por la crítica y la prensa, Frémaux gusta de provocar y así mantener la atención puesta en su criatura, tanto a modo de acontecimi­ento como de publicidad: ya sea en 2002, cuando exhibió los primeros filmes del entonces resistido formato

digital –las estéticame­nte contrapues­tas El arca rusa de Sokurov y Star Wars Episodio II: El ataque de los clones de George Lucascomo este año, cuando le dio lugar a dos filmes de Netflix – LosMeyerow­itz: la familia no se elige

(historias nuevas y selectas) de Noah Baumbach y Okja de Bong Joon-ho–, desatando la furia de la Federación Nacional de Cines Franceses, y al formato serie con

Topof theLake y Twin Peaks. “Cannes incluye dos géneros, las estrellas por un lado y el cine de autor por el otro, el cine de Fellini, Kurosawa y Scorsese. Estos dos mundos están lejos y a veces cerca, como cuando Nicole Kidman trabajó para Lars Von Trier en

Dogville. El cine necesita del prestigio de las estrellas para proteger la idea de que es un arte hecho por directores”, apuntó Frémaux en su visita cordobesa.

Y agregó: “Lo que me gusta de Cannes es que es un lugar abierto en el que no se puede predecir lo que va a pasar, ni siquiera yo puedo. Cada año es diferente y la gente hoy adscribe a la idea de que el festival es el lugar de todo el cine, de todos los tipos de película, ya sea documental­es, animación o cine de género, porque para mí hay autores en el cine de género y no sólo en el cine de autor. Cannes es todavía un lugar de comunicaci­ón

mundial, durante 12 días se transforma en un pueblo mundial. 50 mil personas vienen a Cannes para olvidarse de dónde vienen y dedicarse únicamente al cine. La misión del evento es ponerlo frente al mundo y creo que lo hacemos”.

La calle del cine

Frémaux es también reconocido por su condición de director del Institut Lumière de Lyon, museocinem­ateca que incluye en sus inmediacio­nes la llamada Rue du Premier Film (“calle de la primera película”), la vereda donde Louis Lumière plantó su cámara pionera para filmar la salida de obreros de una fábrica. El delegado general de Cannes pasó justamente por el actual Festival de Mar del Plata para presentar ¡Lumière!

Comienza la aventura ,documental que recupera más de un centenar de cortos restaurado­s de los legendario­s hermanos franceses rodados entre 1895 y 1905.

“En el cine de Lumière está presente la esencia del cine, la manera de contar el mundo con una cámara, que no es teatro, no es fotografía, no es literatura, es un arte específico. Louis Lumière fue un director, sus películas son obras de cine, con ellas inventó un lenguaje. Su cine dijo enseguida dos cosas importante­s: el cine dice quién soy yo y quiénes son los otros”, dice Frémaux.

–¿Qué supone estar encargado de la selección oficial de Cannes, como señala el título de su libro?

–Tratamos de tener las películas que para nosotros son importante­s y que al estar en Cannes serán importante­s para el mundo. Hay películas que no tenemos porque no están listas en el breve plazo. Yo y mis compañeros de trabajo conocemos bien el cine. No nos dedicamos a decir qué es bueno y malo, lo que hacemos es priorizar lo que creemos representa la actualidad enelcineho­y. –¿Qué implica esa actualidad?

–Durante el proceso de producción de este año tuvimos la costumbre de decir “esta película es una película del siglo 20” y “ah, esta es del siglo 21”. The Square (ganadora de la Palma de Oro, estrenada la semana pasada en la Argentina) es del siglo 21. Por el punto de vista de la narración por ejemplo, o en la manera del guion, del diálogo. Es una película muy moderna y necesitaba ser moderna para hablar de un tema como el arte contemporá­neo y la singular actitud de ese mundo. –¿Cómo ve al cine argentino?

–El de Argentina es un cine importante y muy mirado por especialis­tas, con nombres destacados como Pablo Trapero y Lucrecia Martel. Cada año aparecen nuevos directores argentinos y eso es un signo de buena salud. El cine argentino no tiene una sola

cara, siempre ostenta un contenido sorpresa. Este año La novia del

desierto (Cecilia Atán y Valeria Pivato) fue una buena sorpresa. –¿Qué piensa de las críticas por la entrada del streaming?

–Estamos en un momento importante del estado del cine, que puede ser una crisis. Pero el cine conoció un montón de crisis y sobrevivió. El cine necesita reinventar­se, existir en nuevas direccione­s, y eso incluye la exhibición en las plataforma­s de internet. La existencia del cine no puede separarse de las salas. Lumière inventó tres veces el cine, con la técnica, el arte y las salas.

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