VOS

En cambio constante

El gran artista pop Leo García acaba de someterse a cirugías plásticas. “Quería verme bien en el espejo para aceptarme”, asegura. Eso lo hará sentirse mejor... para dar lo mejor.

- Germán Arrascaeta garrascaet­a@lavozdelin­terior.com.ar

Fue repentino, de un día para el otro. Leo García empezó a postear selfies de una persona muy parecida a él, pero complement­adas con textos que hablaban en primera persona.

¿Un otro por sí mismo? Nada que ver, el rostro captado era el suyo, sólo que después de atravesar una cirugía plástica.

A juzgar por la militancia pop de García, un creador que conmociona como trovador folk pero que también se consagra a la creación de hits de fácil escucha desde un crisol genérico, este “refresh” puede tomarse como una manifesta- ción artística en sí misma.

Quizás conciba a su cuerpo como materia maleable para dar con un nuevo estatus estético. “¿Por qué la transforma­ción? ¡Porque existen cirujanos estéticos maravillos­os!”, confiesa Leo García mediante audio de WhatsApp.

“Y porque eso puede darte un impulso en la autoestima, yo lo recomiendo –añade–. Hay gente que no se satisface con lo que le devuelve el espejo y eso se puede arreglar, se puede corregir. Hay gente que tiene problemas con la pérdida del cabello y se puede hacer un implante. Hay gente que no le gusta la nariz para bajo, agui- leña como la mía, y se la puede poner para arriba. Todo depende de lo que uno necesite para aceptarse”.

“Por otro lado yo soy virginiano... los virginiano­s tenemos un espíritu que nos exige mucho. A mí me exigía esto: verme bien en el espejo para aceptarme. Yo funciono así; otros, no. Si me veo bien, me acepto, y puedo dar lo mejor para los demás. Esa es la tarea”.

–¿Pero no temés que tu (nueva) apariencia eclipse tu obra musical?

–Para nada, porque ahí es donde entra el ejercicio del arte. El arte en sí mismo, no está para agradar; lo importante es que mi arte me guste a mí. Y ahí vuelvo a lo de recién: si me siento bien, puedo dar lo mejor y el arte se fortalece. No me importa lo que opinen. Estamos en una sociedad muy contaminad­a por el qué dirán. Entonces, qué mejor que yo haga lo que quiera, sin hacerle daño a nadie, para estar pleno y compartir ese estado. Cualquier decisión que me haga sentir bien, mejorará mi carrera artística. En cuanto a lo riesgos, opino lo mismo que (Andy) Warhol: riesgo es lo que corre una persona que trabaja en la altura y se puede caer. En el arte no hay riesgo, tiene que haber libertad por sobre todas las cosas.

Superacció­n

Estos retoques de Leo García no lo encuentran en una meseta. Es decir que no se produjeron con el único fin de llamar la atención, en el medio de un aciago período creativo. El pasado inmediato muestra el crossover generado por

Tomate el palo; y en tiempo presente, resuena discreto su disco producido por Litto Nebbia, Música del corazón.

HAY GENTE QUE NO SE SATISFACE CON LO QUE LE DEVUELVE EL ESPEJO Y ESO SE PUEDE ARREGLAR, SE PUEDE CORREGIR.

ESTOY CONSTRUYEN­DO CANCIONES MUY BUENAS PENSANDO EN EL ROCK NACIONAL, QUE ES COMO MI ESENCIA.

–“Tomate el palo”, de Miss Bolivia y con participac­ión tuya, generó un crossover imparable. ¿Tenés bajo la manga un tema de impacto similar?

–Fue un hito, sin dudas. Sentí que siempre hay un hit esperándom­e, por más que ese tema no sea de mi autoría. Es de Paz, de Miss Bolivia. Mi participac­ión, de todos modos, es muy esencial para que esa canción sea un hit. Estoy agradecido a ella y a la vida. Hacía tiempo que no estaba sonando en una canción tan fuerte como en esa. Lo que se llama un hit, o el impacto de una canción, es algo que no se puede programar. Porque yo puedo estar seguro de algo, y en este asunto de la música, a seguro se lo llevaron preso. Sí estoy construyen­do canciones muy buenas pensando en el rock nacional, que es como mi esencia. Empiezo a tener claridad en eso, dejándome de hacer tanto rollo con los sonidos y con las produccion­es.

–¿Cuál es tu nuevo propósito, entonces?

–Me enfoco en la canción, en lo que a mí me permite cantar con la guitarra y ser claro, y poder destacar mi voz y mi carisma. Es esencial, es todo lo que tengo. Lo demás, es todo bijouterie. Trabajar con un buen productor hace que todo lo que grabes suene excelente, pero si no está esa esencia…En fin, con respecto a un nuevo hit, si tiene que ser, será. Si uno está muy desesperad­o por pegarla, comete un error, porque la mente proyecta mucho más de lo que la realidad puede contener. Puede ser muy dañino generarse expectativ­as. Con hacer buena música, sé que voy por buen rumbo. Si una canción nueva genera un gran impacto, será porque tuvo que ser. Cuando conseguí atención con

Morrissey o La isla del sol, una canción que jamás imaginé que pudiera pegar y que jamás pensé para mi carrera solista, no me lo esperaba. Con Reírme más pasó lo mismo y ya que citaste a Tomate el palo, te cuento que a la voz la grabamos en el living de mi casa. Si sigo atento al paso a paso, sé que mi carrera es consistent­e. El resto son fenómenos y números que no tienen por qué amargarnos porque nos sacan del eje principal: hacer las cosas porque nos causan felicidad.

–En Córdoba se realizó el festival “La Nueva Generación”, con la idea de certificar que hay una nueva movida, que hay nuevos modos de expresión y consumo. ¿Te considerás el santo patrón de esa movida?

–No me considero eso, la verdad. Está bueno que lo pienses así, me siento muy halagado. Lo que pasa es que a mí me renuevan los nuevos artistas. Escucho todo el tiempo a los artistas de siempre (Mercedes Sosa a morir, Gardel a morir) y a todos los grandes del rock nacional que te puedas imaginar. No obstante, me conmueve cuando aparece un artista nuevo. Y más si puede convertirs­e en amigo, en cómplice. Me gusta que me llene el corazón algo emergente. Siento que es una maravilla de la vida, algo semejante a la sensación de ver cómo crece una flor, no quiero perder nunca esa capacidad de sorpresa. Quizás no sea un acto de generosida­d, me sale solo. Ante un artista nuevo y conmovedor, rápidament­e agarro la guitarra, canto sus temas, me hago fan. Escucho una banda nueva y me siento casi como un cholulo. Cuando me dicen “Uy, Leo García, qué bueno que te copás con nuestra música, sos un genio”, siempre contesto “¡y encima esto!”. Es un plus porque me encanta lo que hacen. Además, las redes nos ponen las novedades ahí; si no te diste cuenta, es porque no las estabas buscando.

–Se dice que Gustavo Cerati pagó con su vida el síndrome de Peter Pan, la obsesión de sentirse joven y todopodero­so por siempre. ¿A vos cómo te sienta la idea de envejecer?

–No sé si fue por eso, pero no creo que debamos hablarlo en esta situación. Creo que todos debemos sentirnos jóvenes. Esa obsesión tiene que estar en todos, La juventud no tiene nada que ver con las arrugas ni con el deterioro físico sino tiene con una actitud. Y si uno tiene una actitud joven, a tus hijos vas a poderlos educar mejor y con un mayor grado de confianza. No serán rebeldes necesitado­s de apartarse del sistema de valores de sus padres. Si en los ‘90 fuimos de un modo, hoy en 2018 tenemos que ser de otro. La adaptación constante es ser joven. No hay nada mejor que estar en sincronism­o absoluto. Si no dejas que el tiempo avance, no madurás. A propósito del síndrome de Peter Pan, en un momento entendí que tengo que madurar, dejar de vivir como un niño, pero quiero ser joven por siempre. ¡¡¡Forever Young!!! Y con respecto al cuerpo, es necesario hacer ejercicios, movilizarl­o, cambiar las dietas. Si uno se la pasa comiendo grasas y sal, se le acentuará el colesterol y la diabetes. Es una cuestión de salud. Sentirse joven es saludable.

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