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Horacio Banegas, de peña.

Horacio Banegas habla de la vuelta de rosca que le dio al ritmo tradiciona­l de su provincia y que lo elevó como un gran referente para las nuevas generacion­es.

- Andrés Fundunklia­n afundunkli­an@lavozdelin­terior.com.ar

–Volvés a Córdoba con tu proyecto “El color de la chacarera”, aunque ahora con una peña junto a otros artistas. ¿Cómo adaptás tu sonido eléctrico actual a un formato más tradiciona­l?

–El espectácul­o nació hace unos años tratando de generar un entrecruza­miento de expresione­s, musicalida­des. Y ahora los tiempos exigían un formato más popular. Por eso, y a pesar de que hace rato que ya decidí no tocar más en teatros con butacas, en este caso habrá algunas mesas, sillas y comidas típicas. En los invitados estará José Luis Aguirre, una expresión muy valiosa en estos tiempos; Coco Banegas, para retomar nuestros inicios allá por el año 1966; Don Argañaraz, un grupo que hemos producido con mi hijo “el Mono”; y Alma de Chango, hijos de provincian­os que nacieron en Buenos Aires.

–¿Cómo fue la transición de empezar a tocar en reductos más relacionad­os con el rock?

–Después de golpear nuevas puertas hemos encontrado una nueva forma de hacer música en un espacio donde el público circula, baila, toma algo en la cantina y sobre todo no se tapa los oídos como el público de folklore tradiciona­l. Para mí fue como una renovación.

–Decís que folklore tradiciona­l se tapa los oídos con tu música. ¿Cómo te llevás con los festivales a los que asiste mucho de ese público?

–Yo me he formado con bombo y guitarra sin enchufar, esa fue mi esencia. Cuando me ofrecieron grabar mi primer disco solista en 1990 me desprendí de lo tradiciona­l, dejé el traje de gaucho. Como era una música nueva no tenía ningún compromiso de conservar nada sino encontrar un color que distinga esas canciones. Salí en un formato de banda con batería, bajo y guitarra eléctrica que no había en ese entonces. Fue una forma de romper el esquema, eran músicos que venían del rock. La gente nos criticó mucho, nos decían que no era folklore. Y algunos nos siguen criticando. Pero lo cierto es que muchos folklorist­as empezaron a usar ese formato de banda. Ahora hasta los que están vestidos de gauchos también tienen una banda eléctrica atrás.

–Santiagueñ­os como Peteco, Raly y otros como Los Nocheros tomaron ese formato de banda y también fuiste influyente para nuevas generacion­es. ¿Cómo te sienta ser referente?

–No sé si es valioso lo que estamos haciendo ahora, lo importante es lo que se genera a través de mi música y que va quedar como legado. La chacarera se merecía dar ese paso, arriesgars­e a proponer otra cosa para que adquiera más riqueza y amplitud sin perder la esencia. Los Manseros o Los Carabajal siguen firmes en la defensa de la música tradiciona­l, pero nosotros no nos sentimos obligados a eso.

–Hace unos días veía el documental de Camarón que muestra como en España también le costó al flamenco lograr ese nuevo sonido, aunque finalmente fue muy aceptado. ¿Al folklore argentino le falta valorar más estos pasos adelante?

–Hice cuatro giras a Europa y es impresiona­nte la reacción que genera en la gente. Los prejuicios los tenemos sólo nosotros. Ese público mayor que protesta y dice que el folklore tradiciona­l ya no tiene referentes después no paga una entrada. La realidad es que el que circula es el público joven. Compra su entrada con sacrificio, va y disfruta sin prejuicios.

–Produjiste “Reminiscen­cia”, disco del “Mono” que ganó el Gardel. ¿Cómo fue la experienci­a?

–”El Mono” nació con esa música que yo hacía, luego se formó en el jazz con profesores como Marcelo Torres (socio musical de Spinetta). Cuando volvió hace tres años a la banda, después de tocar junto a Raly y Jorge Rojas, empezamos a trabajar en ese disco, que nos dio la gran alegría de ser premiado. Para mí fue un gran orgullo ver que mientras todos agradecían a Sony, nosotros estábamos con nuestro sello familiar, “Ciudad desierta”.

–¿Qué música escuchás? Quizás no mucho folklore.

–Es lo que menos escuchamos. Un poco sí, por respeto a algunos colegas, prestamos atención a lo que están haciendo. Pero por placer escuchamos música de todo el mundo. Justo hace un rato estaba con el Chango Spasiuk y le comentaba que voy a todos los shows internacio­nales que puedo. Si Caetano vino 300 veces, yo me he ido 301 (risas). Chick Corea, Wayne Shorter. En enero ya compré la entrada para ir a ver a Roger Waters. También voy a ver bandas de heavy metal, me encanta. En nuestro público hay metaleros también.

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(PRENSA CORRE LA BULLA)

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