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Mario Breuer, el sonido del rock nacional.

Mario Breuer es uno de los nombres clave en el sonido del rock argentino de los últimos 30 años. Hoy diserta en el marco del ciclo “Antena”, de la Feria del Libro y el Conocimien­to.

- Juan Manuel Pairone Especial

“Yo grabé un libro”, dice Mario Breuer del otro lado del teléfono. Y tiene sentido. El ingeniero de sonido habla de Rec & Roll, su volumen de memorias y experienci­as detrás de la consola, como responsabl­e técnico de algunos de los discos más importante­s del rock argentino. Esta suerte de biografía anclada en su carrera como productor e ingeniero de sonido, que será discutida hoy en el marco del Espacio Antena de la Feria del Libro y el Conocimien­to, fue el resultado del encuentro de Breuer con un grupo de periodista­s.

“La que organizó esto fue mi hija Mariel, que cuando surgió la idea estaba trabajando en la revista cordobesa Dadá Mini. Las personas que estuvieron a cargo fueron tres periodista­s: Cocó Muro, Estefanía Pozzo y Ricardo Cabral. A Ricardo se le complicó seguir por cuestiones de tiempo, así que continuamo­s con las chicas”, recapitula Breuer. “Fueron un montón de reuniones en casa a lo largo de varios años, en las que yo hablaba y ellas me guiaban. Hubo mucha grabación y mucha desgrabaci­ón, además de la investigac­ión periodísti­ca y la compilació­n de datos. Hasta les di un curso de sonido y de ingeniería acústica, y ellas terminaron armando un glosario de términos técnicos”, puntualiza.

Ese aspecto didáctico es, de hecho, una de las caras más visibles de quien fuera productor de clásicos como Parte de la religión, de Charly García, o Luzbelito, de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota (dos de sus mayores orgullos entre una lista bastante nutrida, que incluye Los Abuelos de La Nada, Spinetta y Los Socios del Desierto o Andrés Calamaro). Si bien sigue grabando, mezclando y masterizan­do discos, Breuer dedica una buena parte de su tiempo a transmitir el conocimien­to acumulado. “Me gusta mucho la parte de enseñanza y transferen­cia de tecnología­s, como se decía en una época. La paso muy bien enseñando, y aprendo mucho también. Me gusta la interacció­n y el ida y vuelta. Más allá de los datos exactos, también me gusta bajar un poquitito mi línea, mi punto de vista, mi forma de ver y de tratar a la música”, admite.

¿Cómo se prendió esa chispa docente? “No sé cómo. Cuando yo quise estudiar no existía esta carrera en América latina. Pasaron un par de años y vi que seguía sin ocurrir, y en algún momento Peter Baleani me contó que tenía la idea de montar un estudio para dar clases. ‘Sí, me anoto’, le dije. Y era un esfuerzo tremendo, porque arrancaba a las 9 de la mañana y yo siempre fui de acostarme tarde, pero me gustaba mucho”, recuerda Breuer. “Después empecé a desarrolla­r unos workshops y unos cursos más grandes, y Telefe me contrató para formar a la gente que estaba relacionad­a con esa área del canal. Todo eso me llevó a decir ‘de alguna manera me está saliendo bien, vamos a hacerlo’”.

En esos cursos y talleres, Breuer empezó a dejar aquí, allá y en varias partes algunas frases para el recuerdo y el reposteo. “Nada suena tan bien como una buena canción bien arreglada y bien tocada”, reza una de sus máximas más famosas, un fundamenta­lista de la interpreta­ción como recurso primordial a la hora de grabar. “Si te ponés a ver los músicos más populares, los que más llegada tienen, más reproducci­ones en YouTube o Spotify, no son necesariam­ente las mejores canciones, las mejores interpreta­ciones ni los mejores arreglos. Me parece que embarra un poco la cancha esta tecnología, la posibilida­d de agarrar a un grupo de canes cuadrúpedo­s cantando y afinándole­s la voz, copiando y pegando”, ironiza.

“Nosotros los productore­s y los ingenieros podemos hacer de un mal músico un disco que sorprenda a la gente. Pero eso no es una verdad, es una fantasía. Mi método de producción es agarrar un grupo, meterlos en la sala de ensayo y trabajar con ellos durante el tiempo necesario hasta que suenen dignamente. Hay un montón de opciones y posibilida­des para que un grupo mejore por sus propias manos y sus propios medios”.

“Las discográfi­cas grandes siguen rigiendo en un montón de cosas, se siguen repartiend­o el queso entre ellos. Pero lo que no hacen es desarrolla­r artistas como antes”, analiza Breuer, que inició su carrera como empleado del sello Fonema a mediados de los ’70. Lejos de la nostalgia, es optimista en relación al momento artístico que atraviesa la crisis de la industria: “Empecé a ver un poquito de luz en la música. En los últimos tres o cuatro años me volví a cruzar con proyectos que me generaban ganas de trabajar con ellos. Me gustan algunas actitudes desfachata­das, como Los Espíritus, que tienen gestos revolucion­arios o contreras. Usted Señálemelo es una banda que me vuela la cabeza, me impresiona lo buenos que son con 22 o 23 años. O Los Rusos Hijos de Puta, que le han pegado una vuelta de rosca increíble a su música. Y también a la comunicaci­ón”.

Ese optimismo lo encuentra en plena mudanza. Breuer se acaba de instalar en Agua de Oro y se lo escucha feliz. Según él, es un plan de larga data. “Sentí que Córdoba tenía mucho que ver conmigo, con mi feeling. Irse de la ciudad está bien, pero no quería quedar totalmente desenchufa­do de la cosa citadina, de la música, del teatro, de un buen restaurant­e. Y Córdoba hoy por hoy no tiene nada que envidiarle a Buenos Aires”.

–Trabajaste con Chébere y “la Mona” Jiménez. ¿Cómo creés que tiene que sonar un buen disco de cuarteto?

–No tengo la menor idea. Siempre me vinieron a buscar para que le pusiera mi impronta rockera. Para Chébere creo que “el Negro” Videla me vino a buscar. Lo disfruté mucho. Cada dos por tres me pasaba con la perilla de rock y me tenían que pedir que abriera un poco la canilla del cuarteto, me tenían que explicar lo que había que hacer. Con “la Mona” lo mismo. Más allá de la música, la actitud del artista es algo que a mí me pesa mucho en la admiración de un artista. Como decía Fito, es nuestro James Brown argentino.

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 ?? (GENTILEZA ERICA SANTOS) ?? En su hábitat. Con cada artista que trabaja, Breuer siempre profundiza en la interpreta­ción, más allá de los trucos de estudio.
(GENTILEZA ERICA SANTOS) En su hábitat. Con cada artista que trabaja, Breuer siempre profundiza en la interpreta­ción, más allá de los trucos de estudio.

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