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Pequeño y emotivo viaje a México

- Nicolás Marchetti nmarchetti@lavozdelin­terior.com.ar

Tulum está en el triángulo que se forma en la conjunción de las calles Tejeda y Fader, en el Cerro de las Rosas. La comida es deliciosa y los precios son superacomo­dados.

Con tanta inversión en publicidad y marketing que desarrolla­n los grandes emprendedo­res de calle Tejeda o de barrio Güemes, por citar los dos polos de moda en la ciudad, la mayoría se olvida de cocinar. Se olvidan de que en la cocina está la verdadera salvación de las almas.

Tulum es un bálsamo en comparació­n a la contaminac­ión visual y sonora que proponen los ya citados emprendimi­entos. Aquí reina la tranquilid­ad y Lila Downs, que suena en una cuenta free de Spotify y que cada tanto hay que acomodar.

¿Saben qué? Es lo mejor que nos puede pasar ante la velocidad de las cosas, ante la vida rutinaria que anda en una Ferrari por una autopista llena de obstáculos.

Llegamos, pedimos una Corona de 750 cc ($ 175), ponemos los pies en la arena y nos dejamos llevar por el sonido de las olas de Tulum. ¡Qué linda que sos, Tulum! ¡Ese turquesa del agua te queda precioso!

Al frente del proyecto está un cordobés que vivió 20 años en Playa del Carmen. Y parece que ahora que se llenó de cordobeses, pegó la vuelta para su pago primero, que es el barrio Cerro de las Rosas.

Y abrió este pequeñito lugar, que adentro tiene cinco mesas y afuera ocho, con suerte. Lo ayuda una señora en los fuegos y lo que junto a Lila Downs generan los tres es un viaje de placer, de descanso y relax a las playas de México. En definitiva, un viaje a sus aromas, a sus sabores y a sus costumbres.

Todo ese universo para nosotros está relacionad­o a las vacaciones, por eso nos caen tan bien los mejicanos y todos los inmigrante­s que vienen a cocinar y a ganarse la vida a esta ciudad.

De entrada nos ofrecen unos “chilaquile­s” ($ 100), que son unos nachos con huevo, pollo y salsa de tomate, y por supuesto un Guacamole ($ 90) con más nachos. Todo se acompaña con dos salsas de diferente nivel de picor y un encurtido de cebollas que lleva mostaza y un chilecito (casi) inofensivo.

Como estar en otro lado

El interior del salón está repleto de referencia­s mejicanas, y entre ellas se destacan las cerámicas de Puebla. La belleza y la sensación de estar en otro lado son reales. Sobre todo cuando llegan los tacos al pastor ($ 95), hechos con ananá y bondiola de cerdo. ¡Qué maravilla!

Y por supuesto que la calidez de la atención del mismo dueño suma muchos puntos a una experienci­a. Sabe lo que hace, cómo lo hace y por qué lo hace. Eso no tiene precio. O sí, y en este caso es muy bajo por lo que finalmente estamos disfrutand­o, que en definitiva es una muy buena cena.

Seguimos con los sopes ($ 125) de pollo y perotos y la quesadilla de hongos ($ 65). Todos los platos llegan abiertos y bien coloridos, perfumados con su cilantro y su cebolla morada, con su sabor a tortilla de maíz, que por supuesto es el sabor aprobado desde siempre por los dioses mayas.

El que quiera ir a México con esta crisis, puede ir tranquilam­ente a Tulum. Queda en Tejeda y Fader, en pleno Cerro de las Rosas.

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Buena ambientaci­ón. La decoración del local del Cerro cuenta con cerámicas de Puebla.

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