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“Quiero que la gente se ría, grite, llore de miedo”

Gaspar Noé alcanzó reconocimi­ento mundial con películas provocador­as y excesivas. El director franco-argentino pasó por Córdoba y habló de su obra.

- Javier Mattio jmattio@lavozdelin­terior.com.ar

El carnicero brutal de Solo contra todos, el rebobinado revulsivo de Irreversib­le , el claustrofó­bico ensimismam­iento cenital de Enter the void yel genital de Love: Gaspar Noé (Argentina, 1963) ha hecho huella desde su base francesa como agente desafiante de la corrección y el buen gusto, dividiendo a crítica y público con excesos, riesgos y excentrici­dades. El artista que este año presentó Climax con galardones destacados en Sitges y Cannes –también está nominado al premio Lumière– pasó de manera rauda por Córdoba acompañand­o a su padre Luis Felipe Noé en la inauguraci­ón de la gran muestra dedicada al pintor en el museo Caraffa. De baja estatura, calva reluciente y hablar veloz, el director se explaya sobre su quinto filme, una fiesta electrónic­a de interiores estallada de colores, drogas, locura y horror.

“A Climax la hice rápido, en 15 días, de manera cronológic­a e improvisad­a en el mes de febrero. Es un musical que se convierte en una película de terror psicológic­o con algo de Repulsión de Polanski y el decorado único de El ángel exterminad­or de Buñuel –dice–. Pero la influencia principal fueron filmes catástrofe­s como Infierno en la torre o La aventura del Poseidón ,en las cuales hay un grupo social que festeja el triunfo del año nuevo o la construcci­ón de una torre y después todo se derrumba. Se sitúa en los años ‘90 para que la gente que queda atrapada no tenga celulares. Si hubiese sido adaptado a la realidad de hoy, cada uno de los 23 bailarines hubiese estado llamando o mandando mensajes escritos y habría que haber agregado primeros planos de celulares como en las películas actuales. Le tengo fobia. La gente los lleva en la mano todo el día, son útiles en la vida pero como objetos no son nada cinematogr­áficos, como las computador­as”.

Y agrega: “No porque Climax haya sacado premios ni tenga buenas críticas es buena. A veces las peores películas son las que sacan todos los premios y las mejores críticas. Sí es más accesible que las anteriores, un poquito menos violenta. No es tan sexual como Love, es psicótica pero no psicodélic­a como Enter the void, donde la realidad estaba filtrada por la percepción alterada de alguien. Está filmada como un documental. La mayoría de bailarines de la película no son profesiona­les sino bailarines de calle o que van al gimnasio a hacer combate una vez por mes. Son espontáneo­s y súper buenos. Bailan de una manera acrobática tan rara que te dejan hipnotizad­o”.

Montañas rusas

–¿A qué se debe su focalizaci­ón en la violencia?

–Los temas blandos no me atraen. Hacer una película es como hacer una montaña rusa, querés que la gente se ría, que grite, que llore de miedo. Cuando pasamos Climax hace poco en Buenos Aires se desmayaron tres varones. Al parecer habían fumado demasiado porro (risas). Me concibo más un constructo­r de montañas rusas que un artista. Me dicen “Usted, en tanto que artista…”. Y no, el artista es mi padre, yo no soy artista, yo hago montañas rusas. Me gusta el cine

LES TENGO FOBIA A LOS TELÉFONOS. LA GENTE LOS LLEVA EN LA MANO, SON ÚTILES EN LA VIDA, PERO NO SON NADA CINEMATOGR­ÁFICOS.

ACTUALMENT­E EL CINE COMERCIAL ESTÁ DIRIGIDO A LOS MUY CHICOS O A LOS ADOLESCENT­ES, PERO NO A LOS ADULTOS.

efectista, pero cuando voy a ver películas de terror no me asustan nada, en cambio esa rumana que ganó la Palma de Oro, 4 meses, 3 semanas, 2 días (de Cristian Mungiu), para mí es terror puro.

–¿Qué le interesa como espectador?

–Veo cine actual, de este año me gustó mucho la nueva de Lars Von Trier (The house that Jack built). Pero en cantidad había más películas para adultos en los años ‘70 que hoy. El cine comercial está dirigido a los muy chicos o a los adolescent­es, pero no a los adultos. El cine de autor se está disociando del cine comercial. En las salas de cine pasan superhéroe­s o huevadas del estilo.

–¿Cuánto hay de cine argentino o francés en su trabajo?

–No soy francés pero hice toda mi vida en Francia, allá me consideran un director francés. Pero poco importa qué pasaporte tenés, mundo somos y las banderas ciudadanos son permutable­s. del Me siento más vinculado a las primeras películas de Leonardo Favio que a las de Léos Carax, pero fui efectivame­nte marcado por filmes de Luis Buñuel, Georges Franju, Jean Eustache. En Francia hay más producción que aquí y hay toda una historia del cine y de producción de directores extranjero­s, para alguien que hace cine y creció en Francia es mejor quedarse allá. Quizás algún día haga una película en la Argentina, pero el defender una bandera es el último de mis problemas.

–¿Qué opinión le merecen las recientes acciones de los “chalecos amarillos”?

–Me metí en la manifestac­ión no para manifestar­me sino porque empezaron a quemar coches en la esquina de mi casa y a romper vitrinas y saquear negocios. Me metí en el despelote y vi como ocho coches a los que le prendían fuego, tipos con martillos que rompían los bancos, un caos alegre. Estuve de chico en manifestac­iones aquí y en Francia, pero tan caótica como esta de hace unas semanas no había visto nunca. Lo raro de estas manifestac­iones es que son una mezcla de todo, están los obreros, los desemplead­os, los campesinos, la extrema derecha, la extrema izquierda, los alcohólico­s que duermen en la calle y los chicos de los suburbios que andan con martillos para romper vitrinas y robar zapatillas o McDonald’s. Es una mezcla de la mitad más pobre de Francia contra una política que se está acercando de a poco a la del siglo 19. La violencia era contra los símbolos de la sociedad de consumo, los bancos, los coches, los negocios, pero yo no sentí violencia, en todo caso donde yo estaba no había policías, había bomberos. Es una manifestac­ión contra la verticaliz­ación de la sociedad.

–Filmó una e insoportab­le violación muy en recordada “Irreversib­le”, con Monica Bellucci y Vincent Cassel. ¿Cómo la ve a la luz del feminismo actual?

–La escena captaba la violencia de los hombres sobre las mujeres. Lo que está un poco tapado hoy es la violencia de los hombres sobre los hombres, en el medio de la moda está lleno de abusadores de chicos adolescent­es a los que les proponen ser modelos. El abuso masculino del poder y la testostero­na se destapó en lo que concierne a las mujeres pero hay mucho abuso homosexual también. Ojalá se pongan reglas para que eso pase menos.

Truco de magia

–¿Se incomoda alguna vez ante sus escenas?

–En todo la realizació­n es truco. de Nadie una película, fue dañado en Climax, nadie fue acosado en Irreversib­le. Cuando hago un espectácul­o de magia quiero que el truco salga bien y los actores simulen actos de agresión verbal y física. Si lo hago mal nadie se lo va a tomar en serio, sea cual sea el tema. Como los documental­es, el cine es una manera de ver situacione­s que no línea. se Si quieren hacés una ver película en primera sobre una persona con alzhéimer, querés que en la pantalla tenga alzhéimer, sea creíble y se parezca a la realidad, o buscás a

alguien que realmente tenga alzhéimer. Si buscás a un actor caretón y maquillado, la película queda trunca.

–Dijo que le disgustaba­n los celulares. ¿Qué piensa del auge del “streaming”?

–A mí me encantaba y me sigue encantando ver películas en pantalla grande, cuanto más grande la pantalla y más lujoso el templo que contiene a la pantalla más me gusta. Es una cosa generacion­al, yo veía películas en DVD y en la tele y ahora el streaming pirata o no pirata hace que los chicos consuman más imágenes pero en peores condicione­s. Esa dirección tomó la sociedad ahora, no sé si va a invertirse en el futuro. De niño me encantaba ver películas en blanco y negro en televisión, en formato cuadrado, cualquier cosa. Una película buena sigue siendo buena si se ve en una pantalla de 10 por 20 centímetro­s. Una película mala siempre será mala.

–¿Hay alguna afinidad entre la obra suya y la de su padre?

–Lo que me divierte en la obra de mi viejo más allá de los colores es que trata de salir de la tela. Nunca se me hubiese ocurrido competir haciendo pintura con él, pero cuando hago películas trato de jugar con el lenguaje cinematogr­áfico así como “Yuyo” juega con el de la pintura. Al menos la mitad de sus cuadros no son bidimensio­nales. podés jugar con Al la hacer estructura películas temporal de la narración. Climax tiene largos planos secuencia y la segunda parte es muy caótica, similar a la obra de mi viejo.

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(WWW.COURRIERIN­TERNATIONA­L.COM)
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(TWITTER@INTHEPANDA) De visita. El director estuvo en el museo Caraffa.

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