El desafío
Solcito debutará en las temporadas de Villa Carlos Paz con su proyecto en solitario. Una plaza que conoce de niña.
Es difícil imaginar todo lo que pasa por la cabeza de alguien como Solcito. Ella acompañaba a su papá Piñón cuando el querido payaso conquistaba Carlos Paz desde las calles y a la (larga) gorra (amarilla), con su saxo cloacal y el encanto de un repertorio todavía vigente.
Mañana debutará como solista, con un espectáculo en la que la joven artista intenta su camino propio a pesar de las dificultades de estar siempre ligada al más popular de los personajes infantiles argentinos.
Es, al mismo tiempo, un beneficio y un karma del que deberá salir airosa. Un tiempo podrá durarle la curiosidad de los que piensen en ver a “la hija de Piñón”, pero ese viento a favor rápidamente deberá validarlo en la escena.
El público la conoce desde hace muchos años, desde que el payaso creado por Fabián Gómez convirtió a su gran empresa popular en una pyme familiar. Sol y Jere han sido parte de los últimos largos años de éxitos en continuado, aun- que siempre bajo el paraguas de Piñón.
Pero la contra que tiene ella al lanzarse en este camino solitario es que su público directo crece demasiado rápidamente y cambia los intereses.
Solcito podría haber continuado el rumbo bajo el ala protectora de papá, pero prefirió lanzarse solita con sus canciones, con los riesgos propios, aunque no quiera cortar el vínculo artístico (el otro no se cortará jamás).
El nombre de su espectáculo, “Yo puedo volar”, es al mismo tiempo una declaración para ella y para todos, que inevitablemente buscarán comparaciones entre lo que hacía Piñón y lo que hace Sol. Dejar el apellido “Fijo” también es una decisión que supone riesgo, para mostrar cómo puede desplegar sus propias alas.