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“Me siento un artista popular”

Tras más de dos décadas, vuelve al festival para presentar un espectácul­o dedicado al chamamé. Además, anticipa su festejo a 30 años de su consagraci­ón en Cosquín.

- Juan Manuel Pairone jmpairone@lavozdelin­terior.com.ar

Corrían los primeros días de 1997 cuando Horacio Eugenio Spasiuk, el “Chango”, tocó por última vez en el festival de Jesús María. 22 ediciones después, el artista misionero vuelve al Anfiteatro en una de sus tantas facetas. Junto a Las Hermanas Vera y Los Nuñez le dará vida al espectácul­o que presentaro­n a lo largo y ancho del país: “Tradición chamamé”.

“Hace mucho que no voy, realmente. Sentía que mi música no encajaba, lo sentía yo y me lo hacían sentir”, reflexiona el Chango sobre tan larga ausencia. “Era mejor correrse y buscar otros escenarios. No hay mucha más explicació­n. Pero por más que yo no haya regresado, eso no significa que no lo tenga presente al festival. De hecho lo he seguido todo lo que he podido por televisión, porque al que le gusta esta música, la música popular, la sigue como puede”.

–¿Qué te genera esta vuelta a Jesús María?

–Me da mucha alegría poder volver a un festival donde comencé. Cumplo 30 años de mi primer disco y de mi consagraci­ón en Cos- quín ’89, y un par de semanas antes estuve en Jesús María. Fue como una antesala, una previa, una calentada de motores tremenda. Yo tengo muy presente eso, y siempre agradecido del público del festival. Una vez, charlando con el acordeonis­ta de La Mona, me dijo: ‘Cuando tenía el día libre de los bailes y tocabas en Jesús María, aprovechab­a y te iba a ver’. Es un festival que está muy metido en mi carrera y en mi vida como músico. Volver ahora me da mucha alegría, es algo que para mí tiene mucha fuerza.

Tradición y aventura

“Yo miro a la distancia en mi búsqueda y veo un montón de momentos de cambio. Pero era necesario pasar por esa experiment­ación para poder llegar a lo que vino mucho tiempo después. Y supongo que el precio era dejar de funcionar en ciertos espacios, dejar de encajar en un montón de lugares. Son las reglas de juego”, confirma Spasiuk, con su particular forma de entender el lenguaje musical en sentido amplio, desde el folklore hasta la electrónic­a experiment­al. “Yo me siento un artista popular, con mi manera de entender la tradición del Litoral, pero soy un músico de raíz”, dice sin vueltas.

Esa definición se hará carne esta noche en Jesús María, cuando Spasiuk se manifieste en una de sus tantas formas posibles revisando el género que lo vio consagrars­e como compositor, intérprete e instrument­ista. “Lo que vamos a hacer con las Vera y los Nuñez es reunir a tres generacion­es de chamamé. No vamos a tocar por separado, los tres juntos somos un solo ensamble y pasamos por ese repertorio”, explica el misionero en relación al espectácul­o que recorre los colores musicales del género litoraleño por excelencia.

“Yo he nacido en esa tradición. Lo que hacemos es selecciona­r parte de eso. Con eso aprendimos a tocar, a cantar, es el lenguaje con el cual cada uno construye su propio mundo sonoro. Simplement­e soy como un curador que junta un par

de piezas. Lo que vamos a tocar no es toda la tradición, pero sí es una parte interesant­e. Tránsito Cocomarola, Isaco Abitbol, los hermanos Barrios, el dúo Ubeda-Chávez”, argumenta Spasiuk. “Es un lugar de celebració­n, es todo muy espontáneo. Por momentos casi no toco para poder escuchar y disfrutar como lo hace el público”, reconoce, al tiempo que adelanta algunos clásicos infaltable­s: Aquella carta, Retorno, Virgencita de Itatí, A Curuzú Cuatiá.

“Por más que mi búsqueda estética vaya en un montón de direccione­s, mi centro de gravedad sigue siendo esta tradición. Que yo experiment­e no significa que deje de tocar esto. Así como tengo Pino europeo, que es un proyecto de música electrónic­a; un proyecto de cámara; otro de música de cine. Es un abanico cada vez más enorme en el cual uno puede comprender mi manera de ver las cosas”, define el músico, que también se presentará con su quinteto mañana en La Falda y el 2 de febrero celebrando tres décadas de su consagraci­ón en el festival de Cosquín.

–¿Cómo hacés para cambiar el chip de un proyecto a otro?

–Es un disco rígido enorme (risas). No es algo fragmentad­o en partes, está totalmente conectado, cableado. No es que tengo que cambiar de software en mi cabeza. Es muy natural, es parte de mi propio mundo. Son muchas texturas las que lo componen. Mis abuelos son inmigrante­s ucranianos pero yo soy argentino, misionero, nací en la tierra colorada, y tomo un poco de todo eso. Yo simplement­e me siento músico.

JESÚS MARÍA ESTÁ MUY METIDO EN MI CARRERA Y EN MI VIDA COMO MÚSICO. VOLVER AHORA ME DA MUCHA ALEGRÍA, ES ALGO QUE PARA MÍ TIENE MUCHA FUERZA.

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(PEDRO CASTILLO/ARCHIVO)

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