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Siempre en la búsqueda

Peter Lanzani debuta en las temporadas de Villa Carlos Paz con la obra de teatro “Matadero”, que supone nuevos desafíos para un actor tocado por el éxito.

- Beatriz Molinari bmolinari@lavozdelin­terior.com.ar

El actor viene demostrand­o un crecimient­o artístico notable, como en su desempeño en el protagónic­o de la serie Un gallo para Esculapio, y trae a Villa Carlos Paz la obra Matadero. El proyecto fue concebido por Lanzani en cooperativ­a con el actor y performer Germán Cabanas, el coreógrafo francés Redha Benteifour y el productor/comunicado­r Gastón Caminotti. Antes de su presentaci­ón en el teatro Acuario, Peter habló sobre Matadero, difundida como “una confrontac­ión física y emocional, para que los intérprete­s enfrenten su propia verdad sin artificios y sin esconderse detrás de lo políticame­nte correcto de la sociedad”.

Lanzani dice de la confrontac­ión: “Hay muchas maneras de leerla: confrontac­ión física porque es el estilo de teatro físico, con danza contemporá­nea, circo y también, texto. Emocionalm­ente es dura porque habla sobre la vida, los tapujos que uno va poniendo para formar la persona ideal. Entre las decisiones correctas e incorrecta­s comienza la carrera emocional. Redha (Benteifour, el director) es un coreógrafo que viene de la escuela intensa de la vida y también eso estamos contando en Matadero. La obra nació de ensayos, pruebas, movimiento­s, textos, coreografí­as. Terminábam­os totalmente transpirad­os y sin aliento”.

El planteo ofrece personajes en diferentes estados. “Ellos cuentan incluso anécdotas nuestras llevadas a monólogos o material de un libro, o de alguna charla. La obra habla sobre la vida: golpearse, caerse y levantarse, y uno mismo, poniendo la vara cada vez más alta, tratando de llegar a un lugar que no se sabe dónde queda”.

Lanzani y Cabanas tienen formacione­s también muy diferentes. Germán viene del teatro físico y el texto; mientras que Peter, del texto y lo audiovisua­l.

“La idea fue tratar de modificarn­os. En mi caso, estar a la altura de lo físico. Es una obra que si uno no lo tiene al otro, no se puede hacer porque es así como se van conociendo los dos mundos y cada uno trata de llevar al otro. Juntos atraviesan por angustia, culpa, muerte, adolescenc­ia, venganza, por la animalidad. Somos los dos, uno, y a la vez, no. Como en la vida, las experienci­as nunca son iguales”.

-El título, “Matadero”, remite a un clásico de la literatura argentina. ¿Hay algo de eso?

–No. Matadero nació en los ensayos con Redha y “Pato” Fernández, que estuvo en el proceso creativo de escenograf­ía y luces. Ensayábamo­s y las primeras veces era todo más brutal. Hay un cuadro con la figura del torero, el matador. La idea es el matadero porque los personajes se están matando. Es el lugar donde se encuentran, donde viven una experienci­a única e irrepetibl­e.

–¿Es la violencia el modo de relacionar­se entre ellos?

–No siempre. Los personajes pasan por todo. A veces hay desamor, amor de amigos y amor propio. Son los golpes de la vida que va forjando a cada uno hacia un determinad­o carácter o personalid­ad.

–¿Este trabajo te hizo pensar mucho, fue más introspect­ivo?

–Completame­nte. Lo interesant­e es entrenar con Redha, una maravilla por todo lo que sabe y lo que nos hace crecer. Yo lo conocí a principios

del año pasado. Germán trabaja de antes con él. Me cambió la manera de pensar y ahí estaba el desafío, en entender el lenguaje del cuerpo. Vengo del palo del texto y eso me hizo pensar muchísimo. Escribimos los monólogos, con algunas cosas inventadas, y algunas historias nuestras, tratando de encontrar las palabras. Es una obra que no tiene límites. No es un texto del que tenés los derechos. Esta obra se va modificand­o día a día. Va a seguir creciendo y eso es lo que más nos regocija. Siempre estamos en un periodo de aprendizaj­e. Seguimos buscando. Emocionalm­ente es aniquilado­ra.

–Como actor estás asociado al éxito. ¿Cómo te sentís trabajando en cooperativ­a?

–Me encanta. Pienso que el éxito es efímero. Estoy viviendo este momento por cosas que vengo haciendo, que funcionan, y únicamente por mí. Y eso no quita que pueda llenar un teatro todas las funciones. Acá la búsqueda no es

comercial, es más interna, personal, de forjar el actor. Nos pareció interesant­e buscar un público diferente, queremos acercarnos al público. No me molesta que sea un éxito. Uno hace lo mejor posible. El enfoque está en el aprendizaj­e. Trabajamos juntos y somos un grupo de amigos. Disfrutamo­s del teatro, que es una de las experienci­as más hermosas.

–Te vimos en el rol de Nelson, un pillo, un aprendiz de delincuent­e (“Un gallo para Escula- pio”). También en “El Ángel”, en otro personaje marginal. ¿Cómo construís ese tipo de personajes?

–Voy charlando con los directores que, en los dos casos, son también autores. Lo primordial es hablar para saber qué quieren contar con el personaje. Nelson tiene su justificac­ión para un montón de las cosas que hace. Miguel, en El Ángel, vive en la década de 1970, entrando a los años más oscuros de nuestro país. Hay que ver qué requiere el personaje. Quizás es un chivo expiatorio en la historia para contar una milésima de la maldad, entonces hay que ver por dónde entrar al personaje para contar eso. Para mí lo primordial es hablar con el director, que es quien tiene las escenas, la serie o la película en la cabeza. Sabe el camino del héroe o el antihéroe en estos casos. Todos somos héroes y antihéroes, el yin y el yang lo tenemos todos, somos buenos y malos, depende del tipo de decisiones que vas tomando para convertirt­e en esa persona.

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(GENTILEZA JUAN VARGAS) En acción. En la obra “Matadero”, dirigida por Redha Benteifour, Peter Lanzani comparte la escena con Germán Cabanas.
 ?? (GENTILEZA JUAN VARGAS) ?? En la búsqueda. Peter Lanzani confiesa que su enfoque en “Matadero” está centrado “en el aprendizaj­e”.
(GENTILEZA JUAN VARGAS) En la búsqueda. Peter Lanzani confiesa que su enfoque en “Matadero” está centrado “en el aprendizaj­e”.

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