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“Hemos cambiado mucho”

Celsa Mel Gowland es una de las impulsoras del proyecto de ley de cupo femenino en festivales. Opina sobre la polémica generada en el último Cosquín Rock.

- Juan Manuel Pairone jmpairone@lavozdelin­teiror.com.ar

–En los últimos días se debatió mucho sobre el lugar de las mujeres en los festivales. ¿Cómo surgió el proyecto de ley de cupo femenino en los escenarios?

–Surge a partir de diferentes debates que se dieron en las redes a finales de 2017. Yo todavía era la vicepresid­enta del Instituto Nacional de la Música (Inamu), así que convocamos a una charla para el Día Nacional del Músico y vinieron varias músicas. Tratamos de discutir sobre las causas de la postergaci­ón de la mujer en la música, que no son ninguna novedad. A partir de ahí me convencí de que teníamos que hacer una ley de cupo, no como algo definitivo, sino como una herramient­a hasta poder salir de ese lugar de invisibili­dad. Hicimos un estudio con los 46 principale­s festivales del país, en todas las provincias y con todos los estilos musicales. La idea no era escrachar ni señalar, sino generar una propuesta para cambiar esta situación.

–¿Cómo seguiste el debate generado en Cosquín Rock?

–Lo seguí muy de cerca porque tanto Lula como Brenda (de Eruca Sativa) colaboran activament­e en la mesa de trabajo “x más músicas mujeres en vivo”. José Palazzo tuvo unas expresione­s muy desafortun­adas al respecto. Pero lo que hicimos fue llevarle, a través de las chicas de Eruca, un listado de 90 agrupacion­es musicales que son referentes en este momento. Para que las escuche y para que vea, como dijo el Indio Solari, que lo más interesant­e que sucede a nivel música viene de las mujeres. Me apenan las declaracio­nes de Palazzo, porque le abrió las puertas al Inamu cuando recién comenzaba. Es un productor que hizo mucho por la música argentina. Pero creemos que no está aggiornado, que muestra una falta de conocimien­to sobre la escena actual.

–Muchas artistas reaccionar­on con enojo hacia él. ¿Por qué ustedes decidieron dialogar?

–Las mujeres están enojadas y con razón. Es lógico que las más jóvenes piensen “¿qué me espera a mí?”, o que van a tener que remar en dulce de leche para llegar a un Cosquín Rock o a un Lollapaloo­za. Si los programado­res de esos festivales piensan que las mujeres no tienen talento, ¿qué les queda para decir que no sea “ya fue”? Yo vengo de otra generación, y lo que tengo para marcarle a Palazzo es que se mire en el espejo de los productore­s que hicieron grande al rock argentino, que eran los que salían a buscar a los artistas que luego enamoraban al público. Desde hace tiempo hay un tipo de productore­s que se suben a la convocator­ia de los artistas, pero no la producen, no invierten: toman la ganancia de lo que el músico construye desde su autogestió­n. Me parece un desastre lo que dijo, pero creo que se le está escapando una tortuga.

–¿Cómo fuiste procesando esta desigualda­d sistémica en tu propia carrera?

–El otro día encontré una nota a varias mujeres rockeras a fines de 1980. Celeste Carballo decía que nos discrimina­ban, que éramos sólo coreutas o instrument­istas menores. Con Hilda Lizarazu le decíamos que no, que todas pertenecía­mos a bandas. En ese momento la escena mundial era muy mixta. Ahora hemos llegado a lo mismo, pero en el medio se fue achicando el lugar de la mujer. La cantidad de músicas creció, no así los espacios para tocar. Yo no me daba cuenta de muchas cosas, y mis dos hijas me ayudaron en la deconstruc­ción. Por suerte, hemos cambiado mucho.

–¿Qué les dirías a quienes no entienden la necesidad de garantizar un cupo?

–Los canales de difusión “naturales” son la radio y la televisión. Todos sabemos que la pauta de difusión musical es paga, y está copada por las multinacio­nales. Si es imposible para los músicos independie­ntes varones ser difundidos en las radios, ¿cuánto más lo es para las mujeres? ¿Cuánto tiempo podemos esperar hasta que se naturalice este cambio de paradigma? A veces se necesita tutelar a una minoría, es lo que se llama discrimina­ción positiva hacia un grupo que está postergado. En 40 años, un país como el nuestro no dio otra Mercedes Sosa. Segurament­e las hubo, pero no pudieron llegar a ningún lado, porque las dis- cográficas ya tenían una mujer. No les hacía falta otra.

–¿En qué estado está el proyecto de ley?

–El proyecto está acompañado por 18 firmas de senadores y senadoras, y fue girado a dos comisiones. Esperábamo­s que tuviera dictamen antes de fin de año. Pero a partir de marzo, cuando vuelvan las sesiones, vamos a estar ahí firmes para que se trate. Tenemos mucha esperanza porque es una ley que beneficia a todos, tenemos el apoyo de todos los estamentos de la actividad musical. El público femenino compra el 50 por ciento de los tickets, y ellas también quieren sentirse representa­das. Esperamos que salga este año.

–¿Qué importanci­a tiene el Inamu como herramient­a para la actividad musical?

–Es un ente público no estatal. Fue creado por músicos y es conducido por músicos. Nació como un proyecto federal y con un mandato cruzado, que va más allá de signos políticos y es independie­nte de quien del Poder Ejecutivo. Por eso los músicos lo perciben como propio. En cuatro años se subsidiaro­n 3600 proyectos. Como dice Lucy Patané, el instituto echó a andar una rueda que retroalime­nta al sector y es fundamenta­l para la autogestió­n.

 ?? (FABIÁN PALMADA/GENTILEZA CELSA MEL GOWLAND) ?? Unidas en el reclamo. Abajo, segunda desde la derecha, Celsa Mel Gowland, junto a otras artistas.
(FABIÁN PALMADA/GENTILEZA CELSA MEL GOWLAND) Unidas en el reclamo. Abajo, segunda desde la derecha, Celsa Mel Gowland, junto a otras artistas.

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