Una reflexión sobre la realidad social
La danza contemporánea se asocia a los bailes de Guinea y Senegal en el unipersonal que hoy presenta Romina Martelotto.
Romina Martelotto comenzó a bailar jazz en su San Francisco natal, llegó a Córdoba y transitó diferentes instancias de formación tradicional hasta que encontró en las danzas del folklore africano un espacio de expresión interesante para explorar. Hoy, la bailarina estrena Migrar, unipersonal que dirige Ariana Andreoli.
Es la primera vez que Romina está sola en escena. Con respecto al encuentro con Andreoli, destaca que coincide con la directora y coreógrafa en la concepción del arte como manifestación social. Del interés intuitivo por la danza, Martelotto descubrió el baile que se desarrolla con música de tambores en vivo y comenzó a mixturar los saberes en las artes del movimiento, como la danza de improvisación y la contemporánea. “Llegué a los talleres de danzas africanas ligadas a la percusión y me pareció muy interesante, otro campo para explorar el cuerpo rítmico”, dice.
Migrar es una reflexión sobre una postal urbana que la inquietó en un viaje a Buenos Aires. Romina, que conoció Guinea y sus danzas, vio en las calles los vendedores ambulantes de ese país y Senegal una realidad cada vez más fuerte, que la conmovió.
“Una maestra guineana pasó por la experiencia de vender mercadería en la calle y las represalias por eso. Es decir, estudiamos las danzas del oeste africano y, al mismo tiempo, convivimos con personas que vienen de allí. El folklore de Guinea es mi especialidad. Se diferencia del de Senegal porque utilizan diferentes tambores. Migrar no solo muestra las danzas tradicionales, también trabajamos la urbanización y la relación entre lo tradicional y la danza contemporánea. Como ritmo urbano, incorporamos el afro house”, comenta.
“La escena es el cuerpo. Ahí ponemos el foco, las posibilidades de sus despliegues. La apuesta son las ramificaciones del cuerpo bailado, colapsado de memorias negras y mestizas. Cuerpo como sustento rítmico, un cuerpo de mujer, bailarina testigo de una cultura quebrada, manipulada, capturada, que busca exponer la visceralidad. Estamos buscando estados de un cuerpo que atestigua y es atravesado por pulsos e impulsos de sobrevivencia en el danzar, que es la sobrevivencia de una identidad”, dice Martelotto. La bailarina formó parte de diversos grupos de danza africana, danza popular y danza contemporánea de Córdoba y participó como bailarina invitada en reconocidos grupos de música latinoamericana.
La composición musical de Migrar es de Pablo Behm; escenografía e iluminación, del equipo Migrar y Nathalie Oger, y el vestuario, del equipo Migrar y Vivi Lucca. La obra ganó la convocatoria Artes Escénicas de la Agencia Córdoba Cultura 2018.