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Vampi Aballay, dueño de la electrónic­a.

Con Buenas Noches Produccion­es, su empresa desde hace 20 años, Iván Aballay llevó la música electrónic­a a otra escala en Córdoba. Pero no se conforma y va por más.

- José Heinz jheinz@lavozdelin­terior.com.ar

Uno sospecharí­a que la música funcional en la casa de Iván Aballay, CEO de Buenas Noches Produccion­es, sería algo relacionad­o con la electrónic­a, pero no, lo que desprende el parlante de su living es la voz del legendario James Brown, los bronces y el ritmo entrecorta­do del funk. La música negra también juega un papel importante en la vida del productor, responsabl­e de algunas de las fiestas más resonantes de Argentina en los últimos años.

Por estos días, su productora cumple dos décadas y decidió celebrarla­s con una serie de espectácul­os que culminan esta noche, con una nueva visita del inglés John Digweed al Complejo Forja.

20 años atrás, la electrónic­a no era el fenómeno que asomaría recién en el siglo 21, sino una música que consumía un grupo minoritari­o dentro del vasto público que salía en la noche de Córdoba. En ese tiempo todavía regía la ley de convertibi­lidad, todavía se compraban discos, existían clubs exclusivos, en fin, el mundo era otro y Aballay, cansado de ser relacionis­ta público de algunos de esos lugares, decidió armar fiestas por su cuenta.

“Era más chico, no estaba tan al tanto de la economía, de pensar las fiestas a un nivel empresaria­l. Ya venía haciendo cosas, pero ahí fue por esa época cuando empezamos a activar la marca para producir. Primero trabajamos con dee jays nacionales como Carlos Alfonsín, Gustavo López o Ernesto Ferreyra”, rememora. “Había quedado un hueco de unos años, entre que cerró El Sol y empezamos a trabajar nosotros. Había fiestas itinerante­s, pero nada muy continuo”.

También producía shows en la zona del Chateau, con la marca Lokitas. “Fue así hasta que Fede Spengler, un amigo que volvía de Panamá, donde había trabajado en una disco, vio todo lo que hacíamos y nos sugirió que Lokitas fuera club y Buenas Noches, una productora. Yo tenía muchas ganas de hacer cosas por mi cuenta, porque durante mucho tiempo laburé como relaciones públicas, comunicaba lo que armaba otro y nosotros traíamos la gente”.

–¿Cómo te enganchás con la electrónic­a?

–Cuando empezó a llegar internet, a mediados de los ‘90. Con mi hermano, que siempre fue más tecnológic­o que yo, nos poníamos a descargar sets de algunos artistas. También nos ayudaba Marcos Palacio, un amigo que también es dee jay. Yo estaba verde con internet, venía de la cultura del skate, con mis amigos escuchábam­os hardcore, hip hop, los Beastie Boys, esa movida. Pero también íbamos a El Sol y escuchábam­os electrónic­a. Ahí me enganché, empecé a conocer dee jays argentinos e internacio­nales, a entender los diferentes estilos. De hecho, nuestras primeras produccion­es fueron campeonato­s de skate en el

interior de Córdoba. Eran como 400 pibes que escuchaban otras cosas. Y ahí metíamos música electrónic­a, generalmen­te con Facu Carri, así que muchos se engancharo­n a partir de ahí, se cambió la bocha. Y eso hizo que la electrónic­a creciera muchísimo.

Del club al estadio

–¿Te acordás cuál fue la primera fecha internacio­nal que hiciste?

–Sí, fue con Peran Van Dijk, un dee jay holandés. No era muy conocido, pero fue una posibilida­d que tuvimos y la aprovecham­os, el nombre entraba bien, sonaba parecido a Paul Van Dyk…Eran otras épocas, no había tanta informació­n, sonaban fuerte un par de nombres nomás: Tiësto, JeanMichel Jarre, Carl Cox, Paco Osuna... Nosotros tuvimos una buena cultura de techno, avalada por artistas como Carla Tintoré y Mariano DC, crecimos escuchando mucho eso, y por el lado del house estaban Facu, que tenía un sonido más americano, y Simbad, que era más europeo. Eran nuestros referentes, sabían mucho más que nosotros. Te pasaban casetes, con eso ibas afinando el oído para saber qué gustaba y qué no.

–Muchos coinciden en que la fiesta de Satoshi Tomiie en Lokitas fue la que marcó un antes y un después en Córdoba.

–Sí, en 2003. Además, era la primera vez que acá se hacía una campaña en vía pública para un dee jay, fue algo muy novedoso. Y también está lo que duró esa noche, porque en aquel momento no había controles tan estrictos: el set de Satoshi duró hasta la 1 y media del mediodía, ni siquiera en Buenos Aires había pasado eso. Fue el puntapié para saber que se podían hacer cosas, se comentó mucho esa fiesta, en todo el país. De ahí en adelante, empezaron a llegar más dee jays de afuera, y así fue creciendo la escena. Hasta ese momento estábamos muy alineados con Pachá de Buenos Aires, acá bajaban los que iban allá, hasta que empezaron a llegar nombres más pesados, como Hernán Cattáneo y John Digweed.

–A partir de esas fiestas, la música electrónic­a trasciende a la cultura de club. ¿Cómo afrontaron eso?

–El Sol y Hangar 18 fueron los precursore­s para que la electrónic­a se gestara fuerte en Córdoba. Nosotros lo pasamos a otro nivel, más masivo, pero eso fue porque la electrónic­a a nivel mundial, general, se volvió masiva. Así se abrió el mercado. Si bien hasta cierto punto todavía mantiene su base undergroun­d, empezó a funcionar mucho más, la gente sabía de artistas y estilos musicales. Hoy, por ejemplo, los hijos de algunos de los que iban a esas fiestas van a Forja o la Plaza. Quiero decir, ya no podemos hablar de una cultura nueva. Ya lleva 30, 35 años, tiene su propia historia.

–Para 2007 ya habían hecho shows en el Orfeo. ¿En qué momento notaste el cambio de escala?

–Cuando Lokitas quedaba muy chico, y durante varios años repetíamos shows, traíamos a dee jays varias veces: James Lavelle, Jimmy Van M, James Zabiela... Y nos dimos cuenta de que teníamos el Orfeo muy cerca. Es un venue enorme, un coliseo. Hoy nos parece más normal, pero era difícil pensar algo ahí, de hecho la primera vez que lo hicimos nos fue bastante mal. Fue con Circulatio­n, pero teníamos un buen sponsor. La fiesta gustó, pero faltó gente. Los que empezaron a hacerlo funcionar bien fueron Satoshi, Digweed, Cattáneo, Carl Cox, todos con sold out. En eso tuvo mucho que ver la comunicaci­ón. La vía pública era muy fuerte, eso hizo que se expandiera, que llegara a otra gente, llamaba mucho la atención.

–Mientras más crece el público, imagino que es más difícil de controlar. Empiezan a asistir sólo por la fiesta…

–Sí, por la moda.

–Eso acarrea riesgos.

–En comparació­n con Buenos Aires, acá en Córdoba hay un género muy fuerte que es el cuarteto. Mueve una buena cantidad de personas por fin de semana, gente a la que le gusta eso. Lo mismo el rock u otro género. Si coinciden shows en una misma noche, cada uno va a ir lo que le gusta. Cuando nosotros hacemos cosas, y otros también lo hacen, no hay choque de público, a nuestras fiestas va gente a la que le gusta 100% la música electrónic­a. Pero si el lugar está bueno y tiene una gran puesta en escena, hay un gancho, va gente que por ahí no capta nada pero quiere ir igual. Así se engancha otro público. Algunos van por estar en una mesa VIP y capaz que ni les gusta la electrónic­a o ni saben quién toca.

–Y están los excesos.

–En todas las escenas hay excesos. Hay riesgos en todos los lugares. Hay un prejuicio por algunas cosas que han pasado, pero pasan en muchos otros géneros. Las cosas malas no son de la música, son de las personas. Y las personas tienen una responsabi­lidad. No es necesario consumir nada para disfrutar de la electrónic­a. Cattáneo, por ejemplo, es uno de los referentes mundiales de la electrónic­a, y nunca toma un sorbo alcohol o una pastilla. Eso depende de cada uno. Algunos pensarán que haciendo eso está todo bien, pero no es así.

–En las últimas fiestas, desde la productora han difundido el slogan “Nuestro compromiso, más tu responsabi­lidad”.

–Hay que comunicar, se deberían hacer campañas mucho más fuertes. Y lamentable­mente no hay. Hay toda una generación que nunca vio o nunca le llegó una campaña con respecto a los excesos. Hay un vacío muy grande, y por ese vacío suceden muchas cosas. Eso es una parte: las campañas fuertes de parte del estado. Y después está la responsabi­lidad: yo puedo hacer el mejor show, poner 150 ambulancia­s, 150 puestos de hidratació­n, mil médicos, hacer el show al lado del hospital, pero si vos no tomás conciencia de lo que hacés, es muy difícil. Entiendo que pueda haber empresario­s inescrupul­osos, que sean irresponsa­bles, pero no es nuestro caso. Si vos consumís algo, tenés que saber que es ilegal, ser consciente de que hay riesgos. Y esto es todos los lados. La responsabi­lidad tiene que estar en todos los ámbitos de la vida.

Más allá del dee jay

–¿Te queda alguna cuenta pendiente? ¿Algún artista que todavía no hayas podido traer?

–Ahora, por como está la economía, es complicado traer cosas más grandes. Hemos trabajado con casi todos los dee jays que nos gustan. Sí me gustaría en algún momento traer bandas, como Underworld o los Chemical Brothers, pero es un salto muy grande. Son mega estrellas de la electrónic­a, tienen costos como los de una banda de rock internacio­nal. En este momento es imposible. Pero sí, es una cuenta pendiente.

–¿Es cierto que vas a producir el próximo show de Paulo Londra en Córdoba?

–Es cierto, sí. Paulo va a anunciar la fecha pronto. Va a ser en conjunto con la productora Buena, de Buenos Aires.

–¿Te gusta el trap?

–Me gusta. Y está bueno producir otro tipo de género con un artista local. El trap tiene una parte de street que me encanta, nosotros somos súper “estriteros”. No somos del golf y el tenis, sin desmerecer a ninguno, somos de ese palo callejero. Además, es un pibe súper simple, estamos felices de hacer algo con él.

EL SOL Y HANGAR 18 FUERON LUGARES CLAVE PARA LA ESCENA EN CÓRDOBA. NOSOTROS LA LLEVAMOS A NIVEL MASIVO.

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(PEDRO CASTILLO) Mirada al pasado. Aballay observa algunos de los flyers de las fiestas que organizó en las últimas dos décadas.
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Entre recuerdos. El productor dice que su cuenta pendiente es traer bandas electrónic­as.

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