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Para pensar, pensarse y gozar

En el marco del ciclo “El deleite de los cuerpos”, Susy Shock llega a Córdoba para presentar las canciones de “Traviarca”, su nuevo disco.

- Rodrigo Rojas rrojas@lavozdelin­terior.com.ar

Susy Shock es cantora, poeta, escritora, activista, actriz, pensadora, argentina… pero de ese todo de posibilida­des ella se define por antonomasi­a como artista, trans, trava y sudaca. “Los medios tienen esa necesidad de definir frente a qué está, y esa es mi definición desde hace muchísimos años. Creo que habla de posicionam­iento político, pero también de estéticas; soy artista, sí, soy trans y trava porque utilizamos eso que antes fue insulto y algo peyorativo como punto de vínculo. En Argentina es una palabra muy potente, que luego de que pasamos por un momento de victimizac­ión hubo un empoderami­ento que hizo surgir las leyes que salieron y los movimiento­s trans argentinos, que son muy inéditos. Y sudaca creo que también es un posicionam­iento. Ahora estamos por ir a Europa por primera vez con este disco y eso dice dónde estamos parados. Esos son los bordes desde donde gestamos”, explica antes de una nueva vista a Córdoba, pero que esta vez tiene como valor agregado la presentaci­ón de su segundo disco.

–Segurament­e “sudaca” es un término que está en permanente resignific­ación. No es lo mismo la Sudamérica de Bolsonaro y Macri que la de otras épocas.

–Indudablem­ente no es lo mismo, y fue variando siempre con los años. Ahora hay, por ejemplo, un lobby gay que es muy de derecha en Estados Unidos, que incluso en la época de Obama, frente a una chica trans latina e ilegal que se había incluido en una charla, ese mismo lobby la abucheó. Porque también nos atraviesa la clase, la raza, de dónde venimos, la cultura que portamos. Yo tengo mamá tucumana y papá pampeano, y yo lo tengo que decir, porque eso me hace a mí también. Hay un montón de cosas que tienen que ver con la identidad. Identidad que tenemos todos, aunque parezca que sólo las trans tenemos que estar explicando. En nuestro continente la palabra “identidad” es gigante, por todo lo logrado y por todas las identidade­s aplastadas que aún hay que recuperar.

–¿Por qué “Traviarca” como nombre del disco?

–Es un nombre re fuerte porque es un homenaje a Lohana Berkins, nuestra traviarca, al menos de estos ricos líos que venimos haciendo en el país. En todos lados hay una de esas traviarcas que son las primeras a las que les costó tanto transitar las calles y que hicieron, algunas más consciente­s como Lohana, u otras por el solo hecho de “ser”. Solo con ir a la esquina a comprar medio kilo de pan hasta que sus vecinos terminaran naturaliza­ndo que había alguien que no era ni hombre ni mujer y transita las mismas calles. Cuando tuve que ponerle título al disco no lo dudé, porque todo el trabajo está atravesado por la idea de lo propio, como comunidad.

Entre los márgenes

–El folklore y la copla estuvieron siempre en vos, pero el disco corre los márgenes.

–Al primer disco lo hice muy sola con mi cajita y mis textos. En este se sumó la banda (Bandada de Colibríes) y ya se nota un concepto más grupal. Así que nos fuimos corriendo a otros ritmos, hay un chamamé grabado con la hermosa de Teresa Parodi, que recitó un texto mío del libro sobre las infancias que escribí. Están Juan Falú, Juan Quintero, hay una coplera trans de Cafayate que invitamos y ahí nos largamos las dos con unas coplas súper potentes. Hay más Río de la Plata porque en estos años hay un recorrido por Montevideo, ciudad que nos abraza de una manera increíble, y fue como devolver a través del candombe y un milongón uruguayo ese amor.

–El disco termina con texto a suerte de mantra, ¿de qué habla?

–Se llama “Mariquita linda” y nace cuando muere el escritor chileno Pedro Lemebel. Cuando la estrenamos, fallece Claudia con K, una artista trans que adoraba y que fue parte de una camada de despedidas muy dolorosas. Eso resignific­ó el texto.

–Tu palabra y tus textos son poderosos, ¿creés que desde la música podés transforma­r también?

–Definitiva­mente, y en principio nos transforma adentro de nuestra propia comunidad. Es impresiona­nte lo que está pasando con las nuevas generacion­es trans que entienden que desde el arte se puede transforma­r. Algo en lo que creo, ya que las veces que me quise organizar políticame­nte me di cuenta que no sirvo. Soy demasiado inocente. Eso me reafirma que ésta es la herramient­a para aportar. Esto se suma a una época en la que lo virtual nos da una gran mano, cuando llego a un país, mis textos ya estuvieron. Eso es poderoso.

–Venís al ciclo “El deleite de los cuerpos”, ¿cómo te llevas con el tuyo?

–Impresiona­ntemente, y eso de alguna manera es lo que dice toda mi poesía. Más allá de los dolores, hay una idea gozosa de ser distinta. Por eso se enganchan mucho los jóvenes, porque lo primero que hay que romper en nosotros es la estigmatiz­ación de que nos va a ir mal, de que vamos a sufrir y de que no vamos a ser felices. Obviamente corren riesgo nuestras vidas, pero en realidad todo responde a algo que no se soporta todavía, que es que lo distinto es gozoso.

–¿Sentís que hoy ha crecido ese abrazo al colectivo que decís que es tan difícil que ocurra?

–Lo digo colectivam­ente, porque es largo y para otra entrevista, pero siempre me sentí abrazada por mis padres. Distinto a mi comunidad, que es expulsada de sus propios hogares. Por estadístic­a, entre los 9 y los 12 años una revela su propia identidad, eso implica la expulsión, por eso somos niñas en la calle, no somos adultas negociando con un mundo adulto con nuestro cuerpecito para poder comer. A partir de mi literatura, yo vengo a discutir maternidad­es y paternidad­es. Ey, ¿qué pasa cuando se desbraza? Ahí aparecen un montón de responsabi­lidades y preguntas que siguen sin responders­e.

–¿Qué va a encontrar la gente en el show?

–Hermosas canciones del sur de este mundo, la mirada de esta trava, mi amor por la música que me legaron y la posibilida­d de volver a un ritual casi sagrado en medio de este tiempo tan vertiginos­o de lo que es tener ese ida y vuelta y reencontra­rnos, porque en definitiva no sé si somos tan distintos.

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(CORRE LA BULLA) Identidad. Según Susy Shock, “en nuestro continente la palabra identidad es gigante”.

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