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Del trabajo a la casa

Cómo es la situación actual, en plena cuarentena, de los músicos que mostraban su arte en la peatonal y en las zonas céntricas de Córdoba.

- Andrés Fundunklia­n afundunkli­an@lavozdelin­terior.com.ar

Hace rato que la música no suena en las calles, ni en las plazas, ni en los espacios públicos. Tampoco en los bares ni en las salas de conciertos, que están cerrados con un futuro por demás incierto. El mundo de la cultura, se sabe, es uno de los más afectados por la pandemia. Particular­mente en la música, muchos han tenido que recurrir a las redes sociales para garantizar la subsistenc­ia apelando a una “gorra virtual”. Otros han decidido poner sus canciones al servicio de una causa solidaria o simplement­e salir a sus balcones o a los techos a compartir así un momento de conexión con los vecinos.

Si hay un grupo de trabajador­es de la cultura popular que realmente está atravesand­o una situación crítica durante este aislamient­o es el de los artistas callejeros. Son payasos, malabarist­as, actores y sobre todo músicos que se ganan el mango diariament­e y, además, le regalan un instante de felicidad a los cordobeses que deambulan por las peatonales del centro de la ciudad. O eso era así por lo menos hasta antes de la cuarentena.

Hace casi un año, en VOS publicábam­os un informe que justamente detallaba cómo había crecido la cantidad de músicos en las calles. Allí, contaban sus historias de vida, algunas conmovedor­as. También se explayaban sobre cómo se las ingeniaban para hacerle frente a la crisis. Ahora, el efecto de las calles vacías trajo una desolación absoluta.

“Se nos está haciendo muy difícil la subsistenc­ia. Hace más de 40 días que no podemos salir a trabajar. Por el momento no hemos recibido una ayuda concreta de los organismos estatales, así que estamos procurando que esto pase rápido y poder volver a la calle, que es nuestro lugar”, cuenta Natalia, integrante del Dúo Clandestin­o, que solía deleitar con sus clásicos del rock en la esquina de Caseros y Obispo Trejo.

Su compañero Ernesto, quien se encuentra dentro del considerad­o grupo de riesgo ante el virus por ser mayor de 60 años, se refugia en el humor. “Estamos más clandestin­os que nunca y renovando el repertorio para cuando podamos volver. Ahora nos encontramo­s en el estudio A, aunque también tenemos el estudio B y el C”, dice entre risas sobre el garaje en el que pasan sus días. ¿Transmisio­nes por redes? “La verdad, no tenemos buenas herramient­as para hacerlas”, responde Natalia.

Buscarle la vuelta

Uno de los que sí le encontró la vuelta a las redes es Fausto Lescano, quien se jacta de ser el músico que hace más tiempo toca en las peatonales de Córdoba. “Hace 23 años que trabajo con mi guitarra tocando cuatro horas a la mañana y tres a la tarde. Además, los findes me presento en peñas, parrillas, festivales. Cuando empezó esto se cortó todo y tuve que rebuscárme­la”, reconoce.

Este cantor de oficio, que puede pasar de la chacarera más bailable a la balada más romántica, primero probó con el reparto de comida para hacerle frente a la complicada situación. Pero la cosa no funcionó y optó por planificar y difundir más los shows por Facebook, que realiza todas las noches desde el mismo 20 de marzo en que comenzó la cuarentena.

“Ahí toco los temas que me pide la gente y solicito una colaboraci­ón voluntaria de corazón a través de transferen­cia bancaria o Mercado pago. El que no puede está bueno que comparta los videos. Igual, con eso junto algo que me sirve para pucherear. Tengo cuatro hijos, pago un alquiler que ahora estoy debiendo. El IFE

(Ingreso familiar de emergencia que entrega el Anses) lo cobró la madre de dos de mis hijos nada más. Estamos esperando algún otro tipo de respuesta”, reconoce. Mientras, desde sus redes y YouTube, comparte su última creación, la cumbia Juira bicho, compuesta con un claro destinatar­io.

En una situación similar se encuentra Zetta Blu, conocido popularmen­te como el Negro Zeta, un virtuoso guitarrist­a que antes de la pandemia había comenzado a ocupar importante­s espacios en el circuito de bares además de “parar la olla” con sus actuacione­s en la calle. “Es un momento muy jodido para los laburantes de la cultura. Yo soy músico las 24 horas, así que el panorama es complicado y ya me empiezan a faltar cosas básicas”, cuenta con el singular acento de los brasileños que se instalan en nuestro país.

“Estoy armando conciertos acá en la habitación donde vivo y transmito por Facebook los viernes a las 20. Hago canciones de mi autoría y clásicos del rock argentino que tanto le gustan a la gente cuando toco en el centro. Y la modalidad es una gorra virtual, así que cuento con la ayuda de los que valoran mi música”, advierte Zetta, quien se muestra muy agradecido y por estos días contó con la ayuda en la difusión de Willy Crook y José Palazzo.

Ayuda estatal

Según informa la Subsecreta­ría de Cultura de la Municipali­dad de Córdoba, existe un registro de 53 músicos que trabajan en los espacios públicos de la ciudad. “Una de las primeras acciones que llevamos a cabo en articulaci­ón con el Frente de Artistas de Córdoba fue la entrega de 370 módulos alimentari­os, varios de los cuales fueron destinados a los músicos callejeros”, informa Juan Sequeira, director de Cultura y Patrimonio.

Por otra parte, el organismo lanzó por estos días el Plan Compromiso Cultural que incluye un programa destinado al sector de los artistas callejeros. “Se llama ‘Escenas al encuentro’ y funciona como una contrataci­ón anticipada de presentaci­ón de show. Quienes apliquen este beneficio reciben 8000 pesos y cuando se vuelva a la actividad realizan la contrapres­tación”, suma Sequeira.

Panorama futuro

Igualmente, por las conocidas cuestiones burocrátic­as y la informalid­ad del sector, la solución más rápida parece ser que puedan volver a tocar y cantar en las calles lo antes posible tomando todos los recaudos sanitarios. En ese aspecto, Sequeira adelanta que están trabajando en el protocolo correspond­iente que deberá ser aprobado por el Centro de Operacione­s de Emergencia­s (COE). “Sabemos que tienen que ser los primeros en regresar a la actividad, dada la fragilidad de su situación. Esperemos que sea lo antes posible”, observa.

En esa misma línea se manifiesta Víctor Garay, integrante del mencionado Frente de Artistas y del Sindicato de Músicos, organizaci­ones clave a la hora de hacer valer los derechos del sector. “Estamos analizando posibilida­des para ir abriendo la cuarentena. Lo de la música en los espacios públicos puede ser una salida bien concreta para implementa­rlo con otros músicos que lo necesitan también, articuland­o con la Municipali­dad”, opina.

Toda estrategia es válida a la hora de continuar con la actividad artística y conseguir recursos para subsistir. Y las redes sociales han sido la mejor forma de canalizarl­o. En Instagram, por ejemplo, se muestra y suma seguidores Flor Álvarez, la cantante no vidente que deslumbrar­a en algunos programas de televisión.

También los chicos de Tempo Urbano, quienes después de un largo tiempo frente a la disquería Edén con versiones instrument­ales de clásicos (de Bohemian

Rhapsody a temas de La Mona) viajaron el año pasado a Europa para hacer una experienci­a callejera. “Menos mal que no nos tocó esto en aquel momento. Ahora muy dolidos de no poder ir a nuestra oficina urbana a musicaliza­r”, señala Jeremías, pianista del actual dúo. El otro integrante y violinista, Fernando, invita a todos a pedir sus “CuarenTema­s” desde las redes sociales del grupo.

Otra que llamó la atención en estos días a través de un posteo en Facebook fue Lili Santoni, integrante del dúo Fuerza y Pezón y también artesana en el Paseo de la Cañada. “Necesitamo­s desesperad­amente ayuda para comprar alimentos y medicacion­es. Somos demasiados”, describe en la publicació­n con los datos de una cuenta para donaciones.

Por último, algunos artistas han abrazado la fe como una manera de generar esperanza. Tal el caso de Franco, mucho más conocido como Ulises Malo, quien recrea las canciones del célebre cuartetero. “Como le pasa a mucha gente que trabaja en negro, tenemos que solicitar colaboraci­ón y esperar que pase todo esto. Lo único que puedo decir es que hay que tener paciencia, cordura y sobre todo fe en que todo va a cambiar. Les pido me sigan en mis redes y les doy mis bendicione­s”, dice mientras canta

Gabriela, un hitazo ulisero que cuenta una desgarrado­ra historia escrita por Marcos Bainotti, uno de los autores más requeridos del cuarteto. “No puedes comprar el tiempo cuando es tarde”, dice la letra, que puede servir como consigna para este presente.

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(JOSÉ HERNÁNDEZ) Zetta Blu. Más conocido como “el Negro Zeta”, es un virtuoso guitarrist­a que antes se presentaba en el Centro y en el circuito de bares. Ahora, lo hace desde las redes.
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 ?? (GENTILEZA DÚO CLANDESTIN­O) ?? Dúo Clandestin­o. La dupla se prepara y ensaya nuevas versiones en su “estudio”, un garaje.
(GENTILEZA DÚO CLANDESTIN­O) Dúo Clandestin­o. La dupla se prepara y ensaya nuevas versiones en su “estudio”, un garaje.
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(JOSÉ HERNÁNDEZ) Franco. El intérprete se hizo conocido en la peatonal como “Ulises Malo”.
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(J. HERNÁNDEZ) Fausto Lescano. Antes, en la calle; ahora, en redes.
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