Falsa ejecución
El objetivo de Misión de
rescate es salvar a los espectadores de blockbusters en tiempos de inacción cinematográfica. Para eso Netflix guiña el ojo con la célula compuesta por Joe Russo, Chris Hemsworth y Sam Hargrave (coordinador de dobles devenido director) deudora de Los Vengadores en un contexto realista de espionaje global también salido de una historieta.
El resultado es justamente ese: una de tiros y trompadas que exhibe al grandote australiano ya sin el rayo divino de Thor. En efecto, en muchas escenas las armas se gatillan silenciosas como en falsas ejecuciones: es el filme que desaprovecha las municiones, amaga el disparo, golpea sin herir.
La trama gira en torno a una paternidad pasivo-agresiva en la que los niños son la excusa mercenaria, la carne de cañón tercermundista y el catalizador emocional. “Me tratan más como objeto que como persona”, se queja Ovi Mahajan (Rudhraksh Jaiswal), el hijo de narcotraficante indio que sirve de commodity en la película bautizada en inglés
Extraction (“extracción”). Los chicos se salvan y a la vez mueren a mansalva en una esquizofrenia sádica, el engranaje de género se vuelve pretencioso en un plano secuencia ficticio del desamparo ostentoso de 1917 y el rudo Tyler Rake (Hemsworth) oscila entre el veterano quemado de Afganistán y un ser de dones sospechosos. En un mundo detenido, Misión de rescate tiene mucho que extraer y poco para dar.