Mucho ruido y pocas nueces
Hay grandes ideas, con buenos actores y digna resolución que en esa marea del hype que son las campañas de marketing y su repercusión en las redes sociales se vuelven una bola de nieve. Al centro, puede haber un buen producto; alrededor, mucho biri biri.
Es el caso de Malcolm & Marie, que no sólo llega con buenos actores, sino con lindos actores que están en su mejor momento de popularidad: Zendaya (de larga carrera, pero que se ganó el respeto y el reconocimiento por la serie Euphoria) y John David Washington (cosechó lo mismo con la película Tenet, de próximo estreno).
Los insistentes primeros planos en los cuerpos y rostros de ambos, y la tensión sexual que se estira como chicle en Malcolm & Marie son en gran medida parte de su atractivo. Nada malo en eso, lo mismo han hecho grandes ficciones de 2020, como la serie Normal people.
Esa intimidad audiovisual (que se retrata en blanco y negro, en una decisión que parece más esnob que estética) intenta replicarse en los diálogos, que exceden el de una mera discusión de pareja. Allí están los grandes temas: el racismo, el machismo, los privilegios, las adicciones, las trampas que la industria del cine planta a las personas de egos inflados.
Pero esas palabras nunca se encarnan del todo en los personajes. Los parlamentos (teatrales, complejos, intelectualizados) parecen leídos, como si el espectador pudiera ver las páginas del guion en la pantalla.
No será la primera ni la última película que apele a enfocarse en los diálogos de una pareja. Lo hicieron antes Historia de un matrimonio, o Richard Linklater en Tape o en la trilogía de Antes del amanecer. Pero si en ellas las palabras se hacían piel en los personajes hasta emocionar, aquí parecen tesis de grandes temas, expuestas de manera fría y ambiciosa.