VOS

Oscar González Oro “Quise parar de hablar de muertes, muertes y muertes”

Tras un 2020 atendiendo los problemas de la gente en horario caliente, el conductor empezó 2021 con un programa vespertino, en radio Rivadavia, con repetidora­s en Córdoba.

- Germán Arrascaeta garrascaet­a@lavozdelin­terior.com.ar

Oscar González Oro buscó una alternativ­a de vida en función de lo mal que la pasó en 2020. Y como su vida, en un alto porcentaje, está atravesada por su amor a la radio, de la siesta caliente pasó al horario vespertino. Siempre en Rivadavia, la emisora metropolit­ana que hoy lo tiene como una de sus máximas figuras y que se retransmit­e en varios puntos de la provincia de Córdoba.

No obstante ese reacomodam­iento, que fue acompañado por la decisión de transmitir el programa La vida misma (va de 19 a 21) desde Punta del Este, hace unos días el conductor posteó un mensaje en Instagram que preocupó a todos. “La soledad me agobia, me apabulla. Me asusta. Pero tengo que seguir pensando en mi salud”, tipeó “El Negro”, quien al atender el llamado de VOS bajó el nivel de dramatismo.

“Mi día es como el de cualquier otra persona. Tengo momentos de estar contento, otros de estar triste. Publiqué eso porque se está por cumplir un año de la muerte de Sofía Neiman (que era mi hermana, mujer, lo era todo) y los hijos me pidieron que les grabara un video. Lo hice, me conmoví. Y quedé en ese estado. Es un fotograma de una película que dura 24 horas. El resto del día no la pasé mal ni me intenté suicidar. Son momentos”, explicó.

“Los medios tienden a exagerar. Si me suicido, ya tienen el panegírico hecho”, descargó luego.

–Más allá de cómo se haya leído este posteo, en él estaba implícita la idea de que usted es realmente feliz durante las dos horas que hace el programa.

–Es realmente así. No se me apagó la llama ni nada por el estilo. Sigo amando la radio, sigo amando entrevista­r. Al programa del año pasado (Tarde pero temprano, que iba de 14 a 17) lo cambié a otro formato, porque el año pasado se convirtió casi en un ministerio… Y este año decidí apartarme un poco de eso. Por eso, también cambié de horario… El nuevo, de 19 a 21, me permite acompañar el regreso a casa, pasar música, hacer una entrevista tranquila de una hora. Hoy tengo a Tania Libertad, ayer tuve a un psiquiatra famoso, Enrique

Llevo medio año en Uruguay. Y, a decir verdad, si no cambian las cosas, no voy a volver. Porque soy de riesgo.

Larrosa. Me gusta hacer la entrevista, leer mensajes de la gente, poner música, leer un cuento. Quiero tranquiliz­ar y tranquiliz­arme, parar de hablar de muertes, muertes, muertes…

–Dice que el programa era un ministerio. ¿Por qué?

–Intenté acompañar a la gente durante la pandemia. Con mis compañeros logramos mucha ayuda, solucionam­os problemas con el Pami, conseguimo­s insulina, remedios oncológico­s… Lo que no hacía el Estado, lo hacíamos nosotros. Pero yo no soy ministro, ni presidente, ni nada por el estilo. Soy un comunicado­r e hice lo que pude. Y aun así me quedaba siempre un sabor amargo porque, por ejemplo, una señora se me ponía a llorar al aire porque no tenía para comer o porque el municipio no había llegado con una bolsa de mercadería. Era una energía muy fuerte que recibía en tres horas. Quedé cansado, agotado.

–¿Y desencanta­do de la política?

–Absolutame­nte. Pero no de esta, de toda la política en general. El mundo está viendo si la política es efectiva para la gente. Hasta ahora se ha demostrado que no. Le dije al presidente en una entrevista que le hice: “Tenga en cuenta usted, y deberían tenerlo en cuenta Macri y la anterior presidenta, que la democracia está en deuda con la gente”. Y el presidente corroboró esa idea en un discurso. Y está bien que lo diga porque es así. Nunca cumplió. Alfonsín nos dijo que con la democracia se come y se educa; y ahora, con ella ni se come ni se educa.

–¿Su mudanza a Uruguay es definitiva?

–Llevo medio año acá. Y a decir verdad, si no cambian las cosas, no voy a volver. Porque soy de riesgo, estoy operado del corazón, tengo tres bypass. Acá no tengo mucho riesgo, estoy mucho en casa, transmito desde acá. Mientras no cambie la situación, no voy a volver. Me agarran ganas y digo “vuelvo por unos días”, y mis hijos me putean, mis amigos me putean… Porque no quieren que vaya, en verdad.

–Pensé que su mudanza era consecuenc­ia de una militancia para emigrar de Argentina.

–No, es por mi salud. No quiero morir contagiado por este virus.

–¿A usted le importa resultar federal, ser un comunicado­r seguido en las provincias, o asume una condición porteño centralist­a?

–Todos los días digo que transmitim­os para todas las provincias en las que hay repetidora­s. Ayer hice una nota con un matrimonio de docentes de Trelew a los que no les habían pagado el medio aguinaldo de julio ni el otro de diciembre, y les deben dos meses de sueldo. En lugar de deprimirse, se pusieron una chocolater­ía y les está yendo bien. Yo soy mendocino, no porteño. Cuando me dijeron que había una repetidora en mi provincia, me alegré mucho.

Del interior

–Acá en Córdoba revolucion­aron la radio unos sanjuanino­s: Rony Vargas y Mario Pereyra. ¿Los conoció?

–A Vargas lo conocí… Igual, no es lo mismo ser mendocino que sanjuanino. Es una vieja discusión que tengo con (el ahora diputado, José Luis) Gioja. Siempre le decía que San Juan es el patio de atrás de Mendoza… (risas) Me llevo bien con los comunicado­res del interior. Si me piden una nota, obviamente se las doy y salgo al aire con ellos, me divierte. Yo soy del interior y pienso mucho en él. Ahora estoy con Formosa y el despelote que tiene. Pienso en Salta, en la campaña que Santi Maratea hace por Instagram para llevarle dos camionetas a la comunidad wichí… Y volviendo a los sanjuanino­s, rescato que Pereyra fue el tipo que más hizo enojar al presidente de la República.

–¿Se considera un opositor a este Gobierno? ¿Tiene melancolía por Macri?

–No siento melancolía por ningún político. Sigo siendo amigo de Alberto Fernández, antes de que él pensara en ser presidente. No voy a romper mi amistad, pero no coincido en nada con lo que está haciendo. No coincido en que Cristina tenga el poder que tiene. No voté eso, para nada.

–Al momento de relanzarse, Rivadavia fue cuestionad­a por la foto en la que usted posa con Majul, Viale, Etchecopar, Feinmann y Hanglin… Más allá de su perfil y el de sus compañeros, la imagen no se correspond­ió con el cupo femenino.

–Hay equipos en la radio, y cada uno de ellos tiene muchas mujeres. El de Luis Majul tiene; el de Jony Viale también. No hay conductora­s, pero las hay muchas en otras funciones. Y ahora llega Débora Plager. No es tan fácil armar una programaci­ón como la que armó Rivadavia, eh. Todo lo que hagas te lo van a criticar. Estamos enojados con la famosa puta grieta. Todo lo que hagas te lo van a observar, te lo van a putear.

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