Magnética en su liviandad
Emily en París es una serie multiefecto: por cuestiones de arbitrariedad cultural, activa en el espectador un sentimiento de furia, al tiempo que el zigzagueo emocional de su personaje central lo prenda sin más vueltas.
Y más si a este lo interpreta una actriz magnética como Lily Collins, que sabe cómo narrar la imposibilidad de atenuar los efectos de una pena de amor con un filtro de Instagram.
Entonces, si a alguien no le parece “ofensivo” que una serie norteamericana ambientada en París ponga a hablar en inglés a un elenco de mayoría francesa, ni la cancela por “inverosímil”, seguro que se devora de una sentada las dos temporadas disponibles en Netflix.
Esta creación de Darren Star (Sex & The City) no repara en susceptibilidades con respecto a “superioridades” y predispone fotografía bella sólo para mostrar la París turística o cinematográfica, en detrimento de esa ciudad extendida, tensa y cosmopolita que es en realidad.
Pero expone las aventuras cotidianas de Emily Cooper, una joven empleada de una corporación publicitaria de Chicago que tiene una subsidiaria parisina, y no una historia sórdida como la de Killing Zoe
(Roger Avary, 1994), en la que el componente norteamericano es un especialista en la apertura de cajas fuertes y amigo de malandras heroinómanos locales.
Emily es un avión en el renglón social media y dueña de un carisma arrebatador que, sin embargo, encuentra resistencia en un ambiente sofisticado que no desprecia los modos de la vieja escuela en el trato con sus clientes.
De cualquier modo, el choque más potente lo vive con Camille (Camille Razat), una amiga reciente con la que se disputa el amor del chef Gabriel (Lucas Bravo). Es en este punto que
Emily en París activa su encanto: en capítulos de media hora pone en el tapete los límites de la sororidad.
¿Vale resignar la propia felicidad en pos de la de una amiga reciente que apenas me cae bien? Algo aproximado retumba en la cabeza de la glamorosa Emily, que en la tercera temporada, seguramente, mostrará sus uñitas pintadas.
Miradas opuestas sobre la serie “Emily en París”