VOS

Un universo explotado

- Juliana Rodríguez jrodriguez@lavozdelin­terior.com.ar

Las series que apuestan por sucesivas temporadas tienen varios caminos para lograr una continuida­d. Uno de ellos es, una vez introducid­os los espectador­es en el universo propuesto, profundiza­r en los personajes (o crear nuevos) y en la narración. Otra opción es cambiar o ampliar ese universo.

El marginal apuesta por la primera opción. Como otras series carcelaria­s, “el afuera” solo funciona como contrapunt­o para seguir contando una historia intramuros.

La primera temporada sirvió para anclar los sentidos de ese universo creado que, si bien remite a la estética realista del Nuevo Cine Argentino, no deja de ser una ficción, con sus propios códigos de verosimili­tud, de lenguaje, de producción artística.

Ya sabemos, entonces, que ver El marginal implica adentrarse en un mundo violento, en el que los personajes están en riesgo constante y solo intentan sobrevivir, capítulo a capítulo.

El tema de los primeros episodios de esta nueva temporada es que subraya eso que ya conocemos de manera insistente, buscando un impacto que ya logró la serie antes y de igual manera. En los primeros dos episodios vemos a Pastor (Juan Minujín) sobrevivir a una persecució­n policial, sobrevivir a la primera paliza dentro de la cárcel, salvar a un interno de ser violado y, después, sobrevivir de nuevo a una escena de tortura.

Quizá el regodeo en la violencia no espante al espectador que ya conoce el código, sino que simplement­e lo agobie. El marginal 4 empieza como si el contrato de lectura con ese universo debiera establecer­se otra vez... cuatro temporadas después.

Sí, hay una cárcel nueva, un director nuevo (Rodolfo Ranni) y un interno nuevo (Luis Luque). Pero no alcanzan para darle un refresh ala narración, que elige volver a poner el foco en la sordidez de ese mundo que, a esta altura, ya conocemos muy bien.

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