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Cambiar hábitos en los shows, tarea complicada

- Brenda Petrone Veliz Especial

Si el show debe continuar, hay muchas acciones sociales –no sólo individual­es– que deberían cambiar.

En 2020, el encierro sin fecha de caducidad despertó todas las alarmas para los trabajos que necesitaba­n presencial­idad. El rubro cultural fue uno de los más golpeados y pasó dos años llevando la creativida­d al máximo para adaptarse y subsistir. El streaming y el contenido digital fueron salvavidas de un par de náufragos hasta que llegaron los barcos de rescate con barbijos y distanciam­iento social. Pero no fue suficiente.

El ser humano es social. No puede desarrolla­rse sin estar en relación con otros. En la pandemia, las pantallas hacían de puentes, pero faltaba el contacto directo. Las vacunas llegaron a dar un alivio y la actividad cultural retornó a los espacios físicos con los famosos “protocolos”. Las flexibiliz­aciones avanzaron, la gente salió a la calle, pero los contagios no cesaron. Entonces, eso tampoco fue suficiente.

Más allá del ingreso de cepas cada vez más conflictiv­as y el esfuerzo de las institucio­nes de salud para brindar toda la informació­n posible, hay una instancia al final en la que el cuidado depende de cada persona. Si no se coloca bien el barbijo, si sigue compartien­do utensilios, si no realiza el aislamient­o correctame­nte, si no respe

La gente se relaja, disfruta desconecta­da y se saca el barbijo. Sí, es incómodo, pero es la principal prevención que hay.

ta las indicacion­es del personal sanitario… de esta no se sale más.

Individual y colectiva

Ahora bien, si todo eso sigue siendo insuficien­te, ¿la culpa es de cada individuo o hay un comportami­ento generaliza­do que trasciende edades? Porque mucho se escuchó de que “la culpa la tenían los jóvenes”, pero hay también unos cuantos adultos que nunca tomaron las medidas de precaución necesarias.

Los discursos sobre cómo prevenirse de un contagio de coronaviru­s llegaron a ser muy insistente­s. A a estas alturas (casi) toda la población debería saber cómo evitar contagiars­e. Sin embargo, hay que continuar con las pesadas reiteracio­nes porque lo que no cambió fueron las actitudes de las personas y, a veces, de los espacios donde se reúnen.

Se dijo que había que cambiar la forma en que la gente acostumbra recrearse para que teatros, festivales, recitales y demás actividade­s no se cancelaran. Pero acá hay dos problemas: primero, las costumbres no se transforma­n de un día para el otro y, segundo, la presión económica y social genera que suprimir un evento no sea un plan B.

Por lo tanto, si el show debe continuar, hay muchas acciones sociales –no sólo individual­es– que deberían cambiar paulatinam­ente.

El cambio no pasa sólo por uno

Tomando como ejemplo algunos recitales vividos desde la mitad de 2020 hasta los primeros festivales de verano de este año, existen ciertos problemas a la hora de contener a una masa de asistentes que debe respetar estas normas nuevas.

La primera regla dice: “Usar el barbijo permanente­mente”. ¿Cómo controlar un efecto dominó de personas que cantan las canciones de la banda a todo pulmón y cuyo impediment­o número uno es el tapabocas? La gente se relaja, disfruta desconecta­da y se lo saca. Sí, es incómodo, pero no se piensa que es la principal prevención del contagio.

La segunda regla dice: “No compartir vasos”. Si se cuentan los gastos de la entrada, la movilidad y el consumo de la salida en un contexto económico donde la soga da al cuello… ¿Por qué, por ejemplo, una bebida dentro del show sale más de la mitad que la entrada? Por supuesto que quien quiera gastarlo, lo hará.

No obstante, en general, las personas van acompañada­s y no se toman individual­mente la bebida por varias razones: es una costumbre muy arraigada; el “no quiero compartir” entre conocidos genera una situación incómoda; económicam­ente conviene dividir gastos; fragmentar la bebida no es una opción para los espacios artísticos ya que generan más gastos (vaso de plástico extra, un sorbete de cartón que se moja, una cerveza que si no se sirve toda junta se tiene que desechar, etcétera).

La solución es más compleja de lo que parece. Hay que cambiar hábitos arraigados y eso lleva mucho tiempo.

Por lo pronto, lo mejor es aportar individual­mente y bregar para que los lugares donde se desarrolla­n los eventos no exploten económicam­ente al espectador. Al final, eso desencaden­a una serie de sucesos indeseados y conocidos por un mundo que vivió las consecuenc­ias de estar encerrado.*

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NICOLÁS BRAVO EL FESTIVAL BUM BUM. Se realizó el fin de semana pasado en Córdoba y demostró cuán difícil es controlar que semejante masa de público mantenga el uso de barbijo.
 ?? ?? FESTIVAL DE JESÚS MARÍA. Si bien fue al aire libre, se hizo imposible que quienes asistieron mantuviera­n distancia entre sí.
FESTIVAL DE JESÚS MARÍA. Si bien fue al aire libre, se hizo imposible que quienes asistieron mantuviera­n distancia entre sí.
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