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Teatro. Vuelve “Sucio” y al Real

Nicolás Dellarole habla de la obra que crearon en 2017 y que hoy vuelve al escenario, esta vez en la sala mayor del Real. Qué cosas cambiaron y qué cosas se mantuviero­n.

- Micaela Fe Lucero mfelucero@lavozdelin­terior.com.ar

En 2017 (puede parecer poco pero hay que considerar todo lo que pasó en el medio), Nicolás Dellarole concretó en Sucio algunas escenas e imágenes que lo rondaban desde hacía años. Aunó ideas y ganó un subsidio de la Agencia Córdoba Cultura. Su criatura tomó forma luego también con apoyo del Instituto Nacional del Teatro y coproducci­ón de Casa Ramona. Esta noche, se vuelve a presentar la obra en el Teatro Real.

Pero lo que se vio y vuelve ahora al escenario no nació solo de él. Agustín Albrieu Llinás es el compositor de la música de este “teatro danzado”. La dirección tiene tres patas: Elvira Bustamante para los textos, Victoria Rosso para la danza y el segundo acto de Sucio tiene la guía de Maximilian­o Gallo. Los textos son de Nadia Ethel Basanta.

“Hay una mezcla en base a la idea del mash up musical. Hay textos de Nadia, pero también míos; hay de canciones de Radiohead, de Gilda; hay poesía, de Bukowski, de Shakespear­e; hay citas de la Biblia. Se mezclan y hacen un texto nuevo de la temática que está en ese momento en escena”, cuenta Dellarole.

“Todo funcionó con una metodologí­a similar”, sigue Dellarole. Y explica: “El planteo fue así: ‘En esta escena vamos a hablar de la soledad’. Y cada uno desde su área compuso para esa soledad. La cadencia de la música, una línea de Gilda, otra de Shakespear­e. Hay también una idea de la intertextu­alidad. La premisa, por otro lado, fue adaptarse a los ritmos de la contempora­neidad: las pantallas, internet, un segundo estamos viendo un departamen­to en clasificad­os y al siguiente en WhatsApp”.

¿Cómo se coordinan todas esas miradas en simultáneo? “Hubo momentos de crisis –admite entre risas– pero fue muy rico también ese momento, fue ver cómo podíamos trabajar sin pisar a nadie y que todos tuviéramos nuestro lugar. No hubo una sola mirada verticalis­ta y eso la hizo mucho más rica. Es un poco también de lo que habla la obra: dar un lugar a lo diferente, al que supuestame­nte se escapa de la norma, al que no está dentro de los parámetros de lo ‘limpio’”, reflexiona.

Todos los cuerpos

La obra tuvo y tiene una propuesta LGTBIQ+. Pero es mucho más: “A veces me dicen ‘ah, es teatro para gays’. No, estamos militando la disidencia: es para todos y no es para nadie. Si bien yo soy un artista gay, no hablamos de eso solamente. Tiene un tinte LGTB porque está producida desde nosotros pero toca temas universale­s en los que todos tenemos letra, como la soledad, el abandono, el amor, las madres, la sexualidad, ese instinto medio salvaje y también la virtualida­d. De eso podemos hablar todos, más allá de quién esté en escena. Es trascender el género y la sexualidad. No se trata de hacer ‘teatro gay’, que me parece que ya es una discusión vieja”.

Más allá de no caer en una discusión vieja, es innegable que en este mundo de cambios rápidos y luchas largas y tenaces, cinco años no pasan en vano. El contexto social no se les escapa al momento de volver a mostrar Sucio, pero no hicieron cambios.

Dellarole expresa: “La obra es la original, es tal cual el día que se estrenó. La decisión de volver a hacerla es porque Agustín (Albrieu) ahora vive en Barcelona y justo estaba de visita, lo que se encontraba con la oportunida­d de hacerla en la Sala Mayor del Teatro Real”.

“Algunos temas son para recordarlo­s, en otros ha habido mucho avance. Pero decidimos dejarla tal cual para también reflejar que hace cinco años que la hicimos, que es una producción independie­nte y que logramos mantenerla a lo largo de muchas temporadas en el circuito under. Por eso también trasciende un poco la temática de la obra. Es un poco como si estuviéram­os haciendo teatro documental. Cuesta sostener en Córdoba las produccion­es durante mucho tiempo”, completa.

Sobre escena están él y Albrieu. Claro, a pesar del entrenamie­nto, cinco años tampoco pasaron en vano para su cuerpo, como afirma con otra risa: “Es una obra con mucha exigencia física, no hay cortes, el cuerpo está todo el tiempo al palo, bailando y hablando. A nivel interpreta­tivo exige también muchos cambios y mucho aire porque, además, es un cuerpo que además todo el tiempo se está metamorfos­eando: empieza en una cadencia, después es un animal, después alguien que habla del amor, después un niño… todos esos posibles cuerpos que todos tenemos: el cuerpo que ama, el cuerpo cuando está solo, el cuerpo cuando está de fiesta”.

 ?? PRENSA “SUCIO” ?? EN ESCENA. Agustín Albrieu Llinás y Nicolás Dellarole le ponen el cuerpo a “Sucio”.
PRENSA “SUCIO” EN ESCENA. Agustín Albrieu Llinás y Nicolás Dellarole le ponen el cuerpo a “Sucio”.

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